martes, 29 de enero de 2008

A OTRA COSA MARIPOSA

Ellas se divierten jugando con el viento. Al viento no le enoja en lo más mínimo porque se encuentra cautivado por ellas: por su belleza, por su alegría, por su elegancia y por su fragilidad. Ni si quiera cuando lo dejan, puede molestarse porque sabe que volverán, y lo harán bien perfumadas. Ellas vienen y van; libres, tan libres como el viento mismo.

También tienen debilidades: los
aromas florales. Son delicadas y frágiles como una flor, por eso, no son capaces de romperlas cuando se posan en ellas para robar su néctar. ¡Pequeñas ladronzuelas!, tienen debilidad por las flores y por los aromas que emiten, pero nadie las culpa, ni las acusa porque son todo un espectáculo en el jardín.

No cabe duda lo maravillosas que son. Por eso, el viento las adora y yo también. Si las mariposas hablaran, me gustaría enviar secretos y mensajes con ellas. Es una pena que no sea así. Pero quedaras muy sorprendido cuando descubras, a todo lo que accedieron de lo que les pedí.

MARIPOSAS

Dime si te han visitado mariposas
inquietas, aleteando con locura.
Hoy te las mandé ¿Las puedes ver?
¡Van cargadas de amor y de dulzura!

Te pensé cuando las vi por el jardín
por eso las llene de besos para ti,
besos cariñosos, en excesos y sinfín
que por algún motivo, olvide y no te di.

Les pedí también que te llevaran flores
pero ellas se dicen ligeras de vuelo,
con tantos brotes a los alrededores,
llevaron sólo esencias para cumplir mi anhelo.

Deja que tersas, se posen en tu piel,
te estoy mandando igual unas caricias,
aletearán con mucho esfuerzo y a granel,
delicadamente, te darán esas delicias.

No te preocupes del “efecto mariposa”
que nuestro sistema no es nada complejo.
Si mi alma aletea alborotada y contagiosa,
recibe mi afecto y también, forma parte del festejo

Manda un poco de amor de regreso
para hacer su venida menos ociosa .
¡No las retengas!, no son ni del viento.
Y cuando alcen vuelo, a otra cosa mariposa…

JKO

lunes, 28 de enero de 2008

MI ENCUENTRO CON UN HADA MADRINA

Durante la carrera, mi producción literaria se vio, si no truncada, considerablemente disminuida, por la falta de tiempo debida a la exageración de las cargas de trabajo en equipo; los ensayos que en su mayoría terminaron siendo plagios de Internet que, estoy segura, los profesores nunca leían y por eso, no dijeron jamás nada al respecto; y las múltiples exposiciones a lo largo de los cursos, que fueron utilizadas como pretexto por los profesores, para no preparar su clase y que me permitieron, al final de mi carrera poder pararme frente a un grupo de cincuenta personas sin intimidarme ni un poquito, aun si no tenia ni la menor idea de qué diablos estaba hablando.

Tuve la mala suerte de no coincidir con una de las mejores maestras de comunicación que esa facultad tenía. En cambio, me toco el maestro más “barco” que me pudo tocar. Aprendí, a pesar del maestro. Pero algo aprendí. Si lo pienso bien, fueron dos cosas específicamente: la primera, que si hacías las tareas podías lucrar con ellas y vendérselas a tus compañeros simplemente con cambiar el orden de los párrafos; y la más importante, que la imaginación la podíamos dejar volar sin límites, hasta donde quisiéramos: así es como surgió esta historia.

Mi encuentro con un Hada Madrina

Todo empezó un sábado por la mañana cuando mis amigos de la facultad y yo, nos disponíamos a tomar el autobús, para ir al congreso internacional de emprendedores, en Cocoyoc, Morelos. Había mucho alboroto por la emoción de partir hacia la nueva aventura y todos los muchachos estábamos ansiosos ya, por aventar nuestras maletas y subirnos por fin al autobús. Todos formábamos una larga fila y entre los empujones, los golpazos, los gritos, las sonrisas, los abrazos y las despedidas, llamo mi atención una señora robusta, pomposa y de mirada acogedora, que observaba detenidamente como si buscara algo.

Su expresión cambio repentinamente, cuando sus ojos toparon con los míos: como si por fin hubiese hallado aquello que buscaba. Ella se acercó a mí y con tono cálido y sonriente me saludo: “¡Hola, niña Jo!”

¿Hola niña Jo?, me pregunté, sorprendida, al momento que le devolvía el saludo: “Buen día, señora, ¿Cómo le va? Disculpe, pero me pregunto cómo es que sabe usted mi nombre”.
Ella riendo y de una manera juguetona, señaló mi gafete.

-Je je je, que tonta soy, olvidé que lo traía puesto. A ver, dígame ¿Usted como se llama? Y ella, de una manera orgullosa, me contestó: “Pues, la gente suele llamarme Hada Madrina. Rápidamente, apreté los labios fuerte con mis dientes, para disimular la sonrisa burlona que iba a soltarme, debido a la respuesta inesperada. En esos momentos, lo único que puede pensar, era que quizá, se había olido algún “polvito mágico” o peor aun, que era alguna paciente de mi mamá, que se había escapado del hospital psiquiátrico.

Y con una risa que disimulaba burla e incredulidad, le respondí:

-Disculpe usted, pero las “Hadas Madrinas” (mientras decía estas palabras, levante las dos manos como haciendo la promesa scout y moví de arriba abajo los dedos índices y medios un par de veces) sólo existen en los cuentos de fantasías y, me temo decirle que, nosotros nos encontramos en la realidad. ¡Vamos, pellízquese un par de veces para que vea! O si quiere, yo le ayudo con eso. ¡Ah, ya sé! Seguramente es usted amiga de alguno de mis padres y me juega una bromita. ¡Dígame su nombre y con gusto, los saludaré de su parte!

-Mira niña, en verdad soy un Hada Madrina y he sido enviada para cuidar de ti- dijo insistente-. Es más, para probártelo te concederé tres deseos.

-Je je je, la broma es buena, pero creo que ha confundido los cuentos. Los genios son los que conceden tres deseos; las hadas madrinas, sólo uno. ¿Qué nunca vio Aladín y la lámpara maravillosa?

Y ella entusiasta y animosa, me insistió de nuevo:

-Bueno chiquilla, ¡que necia eres!, ¿a quién le dan pan, que llore? Tú no pierdes nada, escoge tus deseos y ya veras...

-Buen punto. No pierdo nada. ¿Tres deseos, dijo?

Y después de analizar un rato le dije:

-¡Mmm!, mis tres deseos serán: riqueza, amor y larga vida.

Ella por unos instantes pareció pensativa: “Has escogido tres deseos. De ellos uno es el más importante; ese, ese es el que te concederé”. Con un fuerte abrazo y una caricia en mi cabello se despidió de mí.

Yo, por un instante, sentí cierta desilusión por mis dos deseos robados, pero le devolví aquel afable abrazó al pensar en la agradable sensación que me dejó el hablar con ella. Y me quedé meditando mientras la veía alejarse de mí.

No llegué a saber su verdadero nombre, pero pensé en aquel momento tan curioso que acababa de vivir, en la plática, en los deseos... ¿El más importante? Y entonces, me los repetí uno por uno en voz baja, mientras los analizaba.

Riqueza. Qué gracioso, pero nunca especifiqué que tipo de ella: ¿Riqueza material?, ¿Financiera?, ¿Espiritual? Supongo que todas, pero para esas no necesito un Hada, pues las puedo lograr yo misma, con esfuerzo, empeño y dedicación.

Amor. ¿Importante? Ciertamente, pero, más que un deseo, debe ser una realidad. El amor, sólo se gana con amor.

¿Qué me queda? ¡Ah si! Larga vida. ¿Mas acaso, la vida, es un deseo qué un Hada Madrina pudiera conceder? Realmente lo dudo mucho, eso es un deseo concedido seguramente, por una fuerza mayor.

¿Deseos?, ¿hada Madrina?, ¿una más de los tantos locos que en este mundo hay? Supongo que nunca lo sabré, pero creo que siempre recordaré a aquella señora, porque me permitió darme cuenta, que aunque no era rica, no me hacía falta nada; que amaba y era amada; y sobre todo, que me encontraba viva y feliz. No estaba segura cuánto tiempo más se me permitiría vivir, ni ser amada, pero algo que si sabía y estaba segura, era que podía unir mis manos y así, entrelazadas, podía elevar una oración al cielo, dándole gracias al señor porque aún me permitía respirar y porque me había concedido una mañana más en la que pude, sin problemas, despertar.

Con esos pensamientos, me subí al autobús y sonreí al ver a mis amigos separándome un lugar, mientras las puertas se cerraban y avanzábamos hacia una nueva aventura más.

JKO

EL PEDACITO DE CIELO

Yo, definitivamente, creo en el libre albedrío del ser humano. Dios es un buen tipo, pero creo que esta demasiado ocupado como para estarse preocupando por hacer un plan de vida de cada una de las criaturas de su universo, o peor aun, estar detrás de cada uno de ellos viendo que se cumpla dicho plan. Creo fielmente en el libre albedrío y con ello, en la determinación del ser humano para alcanzar los objetivos que se propone.

Aun así, cuando uno hace todo lo que esta en sus manos y lo planeado resulta fuera del plan, entonces pienso que la divina providencia esta metiendo mano por algún motivo en especial: dicho sea, por evitar un mal mayor o por simple distracción, como yo creo que es mi caso.

Yo creo que Dios es un niño travieso que se divierte jugando con lo de papá. Le caigo bien, le gusto o al menos le llamo la atención (quizá por las cosas brillantes y llenas de colores que me gusta usar), por eso se divierte conmigo y juega con mi destino para entretenerse un rato. Eso si, papá no le ve y cuando le descubre, entonces hace cosas maravillosas para compensar sus descuidos, o al menos para distraernos de lo que ha pasado. Sí, es la única conclusión a la que puedo llegar, que me permite darle un poco de cordura y orden al caos aparente.

El día que esperaba ansiosa, después de una larga espera, la cita de inmigración para definir mi estatus migratorio y poder volver a México sin problemas, sucedió lo impensable-para mí-, indudable-para el mundo- e improbable-guiándonos en las reglas de la probabilidad y la estadística-: mi cita fue programada a la misma hora no de una, si no de otras dos citas, por lo que fue necesario reprogramarla una vez más. Sí, lo digo bien, una vez más. Reflexiono acerca de dos cosas: Una, que la pendeja cubana de migración que lleva mi caso necesita una agenda para el nuevo año que recién comienza y dos, ¡Que alguien se ha estado divirtiendo conmigo últimamente!

Yo me enojo con la cubana que ya me tiene loca con tanta burocracia, tramitología y sobre todo, tanta ineficiencia y estupidez. Por su puesto, el instinto asesino que llevo dentro, hace que me de ganas de agarrármela a golpes con saña, mucha saña, y mientras me explica la situación y los pasos a seguir, yo divago imaginando la golpiza que merece que le de. Por supuesto, eso no pasa porque tengo momentos de cordura, lucidez y reflexión, además concluyo que eso atrasaría mucho más tiempo mi cita. Pero tan pronto como salgo de su oficina profiero no un par, si no el repertorio completo de insultos que sé en español-y vaya que son bastantes-, los cuales, hasta el día de hoy, no encuentran día de expiración. La maldigo una y otra vez, aunque mi mamá siempre me ha prohibido maldecir. Y lo mejor-o peor- de todo, es que me vuelvo la niña mala que a veces suelo ser y disfruto imaginando las peores cosas que desearía que le pasen por alargar mi espera una vez más.

También me enojo con Dios, otra vez. Él y yo Somos como esos amigos que se pelean a cada rato. Le peleo como si, con los insultos a la cubana no me hubiera gastado la molestia; le reclamo enojada, alegándole que nunca escucha mis ruegos; le grito iracunda, sintiendo que fue una perdida de tiempo haber hecho oración; le lloro amargamente sintiendo que mi fe se desmorona, le lloro por la impotencia que me causa todo este asunto. Lloro mientras mis gatos me miran con extrañeza porque no están acostumbrados a verme así. Le pego a la puerta y luego al carro, aunque Larry me mire extrañado y no entienda porqué. Dios sí lo entiende y lo entiende bien, y sabe lo insolente que soy cuando me enojo. También sabe que digo muchas cosas que no es mi intención decir y aun así, las digo. Sabe que nada es en serio. También sabe que siempre, a pesar de todo, vuelvo a Él, que le soy fiel; por eso me perdona que sea tan atrevida y lenguaraz.

Entonces Dios, a lo alto, al notar que una de sus criaturas- esa que tanto lo molesta- difícilmente articula de tanto que se queja, mueve las manos sin cesar en señal de desaprobación y patalea como si le estuviera dando un ataque, tiene cierta duda al respecto y voltea a ver a su pequeño al cual encuentra muy entretenido. Él lo descubre todo. Por eso, el día que perdí la paciencia con la cubana, también me topé con un pedacito de cielo que se había desprendido y caído de ahí.

Fue el joven del alma noble quien lo rescató y lo trajo a mí. Podría apostar que Dios se lo pidió de favor, y bien seguro de que yo no diría que no, diseño el malévolo, que diga, el benévolo plan para hacer llegar a esa criatura hasta donde me encontraba yo. Estaba hambriento, por eso lloraba sin cesar, también temblaba y estornudaba en demasía. Tenía como mes y medio y a tan temprana edad, ya había sufrido maltrato infantil. Sí, la niña tonta que encontró a Sam (así lo bautizamos), lo había mantenido un par de días sin comer ni beber y lo lanzaba al aire como si fuera un juguete, por eso fue, que aquel del alma noble se lo quitó. En casos como este, es cuando estoy a favor de la violencia. Esa chamaca sí que se merecía una buena tunda o al menos, una decena de buenos coscorrones, bien dados.

Todo el enojo y la frustración de la mañana se desvanecieron en cuanto lo vi. Así que acepté al pequeño sin pensarlo dos veces, ¡cómo decirle no a ese pobre gatito sin hogar, después de escuchar su trágica historia!

¡Tramposo!-Articulo, ahora sí perfectamente, con la mirada a lo alto, como sabiendo de la trampa en la que acabo de caer. Pero sonrío como si no me importara nada, mientras alimento con un biberón que esta hecho a su medida, al pequeñito muerto de hambre que se encontraba envuelto en una toalla como si fuera un bebé. Dios bien sabe de mi debilidad y mi perdición por los animalitos, sobre todo si se encuentran indefensos y maltratados. Lo único que puedo hacer en esos casos, es rendirme ante ellos y ponerme a su merced. Y así lo hice.

Yo sé bien que no podré quedarme con el nuevo bebé, se le olvidó a Dios que ya tengo muchos gatitos. Pero así como se encontraba apacible y a medio dormir, y aun a sabiendas que no me entendía, yo lo abrazo fuertemente como si toda su vida hubiera estado aquí conmigo y le prometo en voz bajita, hallarle un nuevo hogar donde lo quieran y puedan hacerse cargo de él como se merece, como la criatura de Dios que es.

Creo que Dios a veces se divierte jugando conmigo, por eso cuando papá le descubre, hace cosas maravillosas para compensar sus descuidos…Por eso sigo sin tener mi cita de migración y un nuevo gatito ya se robó mi corazón.

LA ÉPOCA NAVIDEÑA

Adoro el mes de diciembre. Es un mes cargado de alegría, esperanza y sobre todo (a mi gusto) de una magia encantadora; uno puede respirarlas por doquier. Me da pena la gente que no disfruta la temporada navideña y la víspera del año nuevo ni siquiera un poquito de lo que la disfruto yo. Es una temporada en la que se le permite soñar y desear a todo el mundo, incluso a los adultos, sin reproche de ninguna clase.

Mi producción literaria se ve truncada y accidentada (Aunque la producción de afectos se multiplica), por visitas de familiares y amigos, y las distintas actividades, fiestas y reuniones que el mes trae consigo. Escritos inconclusos, ideas plasmadas con prisa en post-its amarillos fosforescentes y en la parte trasera de algunas notas, pensamientos y frases en el olvido porque no alcanzaron tocar el papel, son algunos de los estragos literarios. Eso me inquieta, pero no es algo que me quita el sueño. Me apasiona escribir pero si tengo que elegir, me prefiero ocupada y rodeada de la gente que quiero y que me quiere, antes que escritora.

Así que, mi decadencia como escritora y mi falta de productividad de esta época decembrina, se ve compensada con la emoción de reunirme con la familia, la real y la postiza, para compartir en las celebraciones; con el entretenimiento a la hora, no tanto de envolver, si no, de abrir regalos y descubrir lo dadivoso que es el gordito en este país; con la aventura de hornear galletas por primera vez y sentir como la casa se impregna de olor a canela y jengibre; con las salidas, agarrada de la mano mi hermanita, como cuando niñas, como si el tiempo no pasara a través de nosotras; con los paseos tomada de la mano de mi madre, como si los papeles se hubieran invertido y ahora yo fuera la que cuido de ella y no al revés, como para darme cuenta que el tiempo sí ha pasado, sobre todo, a través de ella; con la nostalgia al escuchar las voces de los que tengo lejos y la añoranza de saber pronto de aquellos a los que no escuché; y con el agradecimiento al escuchar la voz que tengo cerca, que me desea buenas noches antes de dormir.

Los Reyes Magos no llegan a este país, así que el maratón festivo Guadalupe-Reyes al que los mexicanos estamos acostumbrados, para mi se vio reducido considerablemente este año. No sé, si es acaso, porque los niños de este país no se portan tan bien después de todo, como para merecerse más regalos o, porque Santa Claus no dejo mucho que escoger en las tiendas a los Reyes Magos o, si es la diversidad religiosa de este país, lo que le ha restado importancia a esta tradición. La falta de celebración del Día de Reyes no fue motivo suficiente para que mi hermanita dejara de exigir su regalo antes de regresar a México. Al niño Dios le regalaron oro- Me sugirió. Bueno, mirra e incienso también. Te regalaré mirra antes de que te vayas, aunque puedo suponer que el incienso será mas fácil de conseguir- Le contesté y vi su cara de decepción.

Así que la ultima celebración finalizó con la cuenta regresiva para darle la bienvenida al año nuevo. Según la tradición como terminas el año viejo comienzas el nuevo. Aunque me levante en las vísperas de año nuevo con la garganta cerrada al punto que fueron necesarios antibióticos, no deje que la celebración se me aguara. No es necesario alcohol para divertirse, me dije, ya me encontraba lo suficientemente dopada. Así que deje la casa impecable deseando no tener mucha labor domestica que hacer el año entrante. Brinde con sidra sin alcohol de la que le repartieron a los niños y comí mis doce uvas. Al terminar la última de ellas, me di cuenta que no había pedido ni un solo deseo, solo las comí por comer.

El peregrinaje del treinta y uno igual se da aquí, así que después de la cena el plan era cambiarnos de fiesta en fiesta. Dicen (las malas lenguas) que encontrar direcciones en Miami es cosa sencilla. Yo he tenido malas experiencias con ese asunto y esta noche no fue la excepción. Tuve que estar mas de media hora perdida y deambulando por los alrededores para encontrar la casa a la que íbamos, pero eso no me quito los ánimos. La fiesta estuvo genial y de ahí nos brincamos a otra fiesta tan buena como la segunda.

Sin embargo, el remate de la noche no fue tan espectacular como lo esperaba. Me dio diarrea. Fue entonces cuando después del recuento de los daños empecé a preocuparme: Terminé el año enferma, perdida y con diarrea (me pensé ¿Empezare el año echando todo a perder?), sin duda un panorama poco alentador. Entonces, pedí un único deseo en lugar de los doce deseos de las uvas a los que renuncié: que la tradición no se hiciera realidad. Toque madera tres veces igual por si las dudas y esa noche me acorde de rezar…

Mi fin de año no fue el más envidiable, aun así, lo disfruté tanto como el resto de la temporada. Es una lástima para mí que tenga que acabar. Sobretodo, porque no quisiera tener que descolgar los adornos. Me gusta que todo brille, las luces de colores, las bolas de cristal, las imágenes de los diferentes animales polares- especialmente la del reno de la nariz singular-, el viejo panzón vestido de rojo y sus duendes con cara de idiota, y el ruido que provocan los cascabeles y campanas de las puertas cada vez que se abren y se cierran. Me gusta también la música navideña, por eso la escucho a todo volumen hasta el cansancio. Y que nada se diga del árbol navideño y su fresco olor. Adoro la época navideña.

Y definitivamente, me prefiero acompañada de la gente que adoro, no está a discusión, aunque me he dado cuenta- y diré con un poco de miedo a equivocarme- que la soledad es un mal necesario para todos, no solamente para mí y mi faceta de escritora. Creo que es el tiempo que tenemos para reconciliarnos con nosotros mismos, para hablarnos, para entendernos, para querernos. Por eso, es justo confesar que secreta y sigilosamente, he aprendido a disfrutar la soledad y sobretodo, sacarle provecho cuando me acompaña (No obstante, tampoco la añoro cuando no esta.) Tal vez esa es la razón por la cual en el primer día del año nuevo, no me siento mal estando sola. Nada de Home Sick, un amigo muy querido me pidió, y así será. Reconciliada con la soledad y a la expectativa de un mejor año, lo único que puedo pensar es darle un descanso a mi cuerpo para recuperarme pronto. También, prendo mi computadora para retomar mis escritos habituales, escritos que se encontraban sepultados sobre una capa gruesa de nieve que dejó la temporada con su paso sobre ellos…

JKO

LO HABITUAL

El departamento es pequeño y está todo a oscuras, no porque nos hayan cortado la luz, si no por la pereza que me impide pararme a prenderla. Me da comodidad estar así, me gustan las persianas abiertas, pero no me gusta que la gente vea por dentro. Me da miedo. Hay mucho maniático en esta ciudad cosmopolita. Hay mucho jovencito enojado con el mundo. Mucho drogadicto. Mucho de todo. Es una ciudad grande.

El frió de noviembre se deja sentir, por eso las ventanas están abiertas y el aire acondicionado apagado. A los gatos, les he roto sus tardes habituales y con esto, su tranquilidad. No reconocen sonidos de fuera, no están acostumbrados a ellos, por eso se asoman curiosos a las ventanas con mosquiteros, que no les permiten salir, pero si escuchar. Escuchar sonidos de a diario que ni yo misma reconozco.

Canciones sin voz, no del viento, si no del camión que pasa con altoparlantes y toca música como si fuera una caja musical gigante. Vende helados. Yo he visto a los niños salir corriendo de sus casas cuando pasa. Sonidos de una ambulancia, una patrulla, un camión de bomberos. Algo habrá pasado cerca. Hay mucha seguridad aquí. Los equipos de emergencia responden rápido. Los adolescentes escandalosos se bañan en la piscina a pesar de que ya no es hora permitida. Están locos, me pienso, pescarán una pulmonía. Pero a ellos parece no importarles el frió. Hacen lo que se les da la gana mientras sus papás no están. Así son los adolescentes. Esta ciudad es muy ruidosa.

La gente empieza a llegar de trabajar. Ya es hora, luce lo suficientemente oscuro. Los gatos se asustan con las voces y corren al cuarto como balas. Cuando escuchan silencio, atentos y a la expectativa, vuelven de nuevo a postrarse en el marco de la ventana, a observar lo que hay por fuera y oler todos los olores nuevos.

Ellos sienten el olor del frío (este será su primer invierno), yo el olor a comida. Es un olor que no emana de mi hogar, viene de fuera, alguien cocina algo sabroso para la cena. Huele bien. Olores diferentes, no huele a casa mexicana. Pudiera ser cubana, nicaragüense, boricua o del medio oriente, o quizá una combinación de los aromas mezclados. Eso me recuerda que no he cocinado el día de hoy. Hoy hasta la estufa esta apagada. No me provoca cocinar sólo para mí. Me gusta, cuando sé que tendré comensales. Tengo un centro comercial a lado con restaurantes de comida rápida, a saber, el del payaso con cara de malvado y el del perro chihuahua, entre otros. Pero, no me gusta comer ahí. Esos lugares ponen a la gente gorda, lo he visto. Las ensaladas del menú están de adorno, nadie las pide, y yo se porque, están muy malas. Me consta, las he probado.

El departamento es pequeño como los que están alrededor. El vecino de arriba ya me tiene hasta la coronilla. Yo lo escucho cuando sale a hablar en el balcón por su celular. No porque me importe, si no porque habla muy alto. Lo puedo oír incluso con las ventanas cerradas. Siempre está peleando en el teléfono y de repente baja la voz y habla bonito, pero aun así yo lo escucho. Cuando alguien llega, él cuelga y entonces, prende un cigarrito, a veces de tabaco, a veces de marihuana. Sé que fuma porque siento el olor y veo como caen sus cenizas como nieve sobre mi jardín. Me da ganas de mentarle la madre, pero no sé como hacer eso en inglés. Aún no aprendo muchos insultos en esa lengua. Es mejor así.

Yo aquí en el silencio que no es silencio, pienso en ti, pero no se lo digo a nadie, no porque lo quiera esconder, si no porque no estas para escucharlo. No hay nadie a quien decírselo, sólo a los gatos. Sin embargo, ellos están demasiado entretenidos con los ruidos y aromas que creen nuevos, pero que ciertamente, no lo son.

Entonces, cierro las ventanas y prendo la luz. También prendo la tele aunque no la estoy viendo. El teléfono suena, pero no contesto. Mi voz se escucha avisando que no estoy y pidiendo que dejen un mensaje, pero eso no sucede. Me cuelgan antes de que la grabación se termine. Seguro era un vendedor. Pásame la botella, voy a beber en nombre de ella, la chica que quiero para mi es traicionera…, mi celular canta indicando que recibí un mensaje. Ti tín, mi computadora me avisa amablemente que ya me conectó al “Messenger”. El teléfono vuelve a sonar y mi grabación se escucha otra vez. Pero esta vez no me cuelgan, una voz familiar pregunta por mí de manera cariñosa y entonces levanto el auricular. Preguntan si ya comí y digo que sí. Miento con descaro, no sé por qué. Cuando cuelgo, voy a al cocina y me sirvo cereal con leche, ese de chocolate del elefantito. Me gusta escuchar como cruje. Miro al sofá y veo a los tres gatos encima durmiendo. Entonces, me olvido de todo lo que pasaba afuera, y así, vuelvo a mi ruido habitual y les devuelvo a mis gatos su tranquilidad.

JKO

MIS GATOS

La gatita callejera se posó en mi jardín. Quizá por la sombra, quizá porque lo acababa de arreglar y de ponerle flores nuevas, quizá por ambos, no lo sé. El caso es, que se posó en la puerta de mi jardín, a contemplar la tarde, sin esperar ni pedir nada.

No le digan a la viejita Sara, pero la comida que olvide devolverle después de haber cuidado a su perra una semana, se lo di a la gata. Solo quería comprobar si estaba hambrienta. ¡Pobre flaquita! Sí lo estaba. Se comió el montoncito que le di. Pensé cuando se fue, que no la volvería a ver. Pero me equivoqué. Volvió al día siguiente y al día siguiente del día siguiente y así consecutivamente hasta que se acabo la comida de la perra de doña Sara. ¡Esperen! Eso, se escucho muy mal. Volvió consecutivamente hasta que se acabo la comida de Bety, la perrita de la Señora Sara.

La gatita empezó a venir todos los días a comer. Me parecía justo que me acompañara un rato, a cambio de un poco de comida, así que ahora sí, esta vez le compré alimento indicado para su especie: de gato. ¡Mira ya no esta tan flaquito el animalito! Comentaba animada al verla mas regordeta. Un par de meses después tuvo crías. Así fue como descubrimos que era gatita y no gatito. ¡Y que no estaba poniéndose gorda porque yo la alimentara bien, sino, porque estaba preñada! Así que dejo de ser Jack y empezó a llamarse Lisa. La idea de tener gatitos bebes a mi me encantó. Así que cuando nacieron, decidimos quedarnos con dos de ellos y dar los demás en adopción.

¡Mi gata no me quiere! Me quejo todos los días porque la trato de besar y no se deja. ¡Besuquéame mejor a mí! Me gritan desde el otro cuarto con tal de animarme. ¡Nooo! ¡Yo quiero besar a la gata! Respondo al tiempo que jaloneo al animal esquivo. A Violet no le gusta que la acaricie mucho y menos que la bese.

¡Violet no! ¡Violet bájate! ¡Violet deja! ¡Violet no muerdas eso! ¡Violet, mis zapatos nuevos! ¡Violet nooooo! ¡Chingadita salte de ahí! ¡Ve que hace tu gata! ¡Violet qué haces en la mesa! ¡Coooonio ve que hizo! ¡VIIIIOLET!... Violet me saca canas de colores al tiempo que destruye la casa a la que decidí llamarle hogar. ¡Pero que tierna y tranquilita luce cuando duerme sobre mi cama, la cual ocupó tan serena y placidamente, como si fuera suya! Nadie creería lo terrible que es.

Me sale un anuncio de error de Windows en la pantalla de mi lap top. Es culpa de Charly, que se ha venido a encaramar en ella y ha apretado los botones con las gomitas de sus patas. ¡Es un boludo! Bueno, al menos eso me deja ver. Así que lo digo, con toda la extensión que la palabra pueda tener y con todas sus acepciones Luego se sienta en el teclado, como si no le importara que lo estuviera yo usando. Le gustan las páginas coloridas y con movimiento. También le gusta perseguir el cursor de la pantalla. A veces, por maldad, me gusta marearlo moviendo el cursor rápidamente con el Mouse pero nunca logra atraparlo, pobrecito inocente. Se queda mirando la pantalla sin entender y cuando se cansa se echa junto de mí, o más bien, sobre mí.

A Charly le encanta que lo apapache y que lo quiera. Yo lo abrazo, lo beso y le hablo bonito, y entonces, prende su motorcito interno: brrrrr rrrrrrrrrrrrr brrrrrrr rrrrrrr brrrrrr. Le tiembla todo su pechito. Mi amiga la experta en gatos me dijo: ¡Jajaja! Eres una boba, de qué motorcito hablas, está ronroneando. ¿Ronroneando? ¡Mmmm! Yo prefiero decir que prende su motorcito. Y el gatito se estira, se acomoda y duerme placenteramente, sabiendo lo seguro que se encuentra aquí junto de mí.

La gatita se sigue posando en el jardín, quizá por la sombra, quizá por costumbre, quizá porque sabe que es su jardín. Pero ya no es callejera. Lo sabe porque ha aprendido lo que es dormir tranquila y ahora come mejor. Cuando se cansa de estar en la calle o empieza a llover, se posa en la puerta del jardín y no tiene que hacer, más que un par de maullidos para que yo la voltee a ver: ¿Mamita que haces ahí afuera? Le grito, al tiempo que le abro la puerta y la dejo pasar. Ella entra corriendo a su casa, como si siempre hubiera vivido aquí.

Nunca pensé que me gustarían tanto los gatos, especialmente porque antes los aborrecía. Sin duda alguna, mientras más trato al hombre-sobre todo si es algún burócrata del gobierno americano- más quiero a los animales. He descubierto que a veces pueden llegar a ser más nobles que el ser humano.

JKO

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DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Miami, la ciudad de todos y de nadie. Muchos de sus habitantes son extranjeros de nacimiento, pero eso no ha impedido a la gente arreglárselas para hacer de esta tierra de lagos y pantanos un hogar. Rara vez vislumbras a un gringo alrededor. Me da mucha risa eso. Ya no es tierra gringa más: siete de cada diez personas que viven aquí son latinos, por eso, no me extraña que el ambiente latino se haya apoderado del lugar y se deje sentir por todos lados.

Lo que si me extraña y me sorprende mucho, es ver que las tradiciones gringas prevalecen fuertemente en esta comunidad. El jueves 22 de noviembre se celebró Thanksgiving en este país. Día de acción de gracias –me pregunto quién habrá hecho tan terrible traducción al español. A mi gusto sonaría más bonito “Día para dar gracias” o inclusive, creo que “Día del agradecimiento” estaría mejor-. El ambiente aquí se disfrazó de color siena otoñal, de imágenes de pavos danzantes felices de morir por esta fiesta, de aroma de pie de calabaza con canela y por su puesto, de la cornucopia rebosante de la cosecha de frutas y verduras del mes de noviembre.

El bombardeo publicitario tampoco esperó. ¡Y cómo hacerlo en esta ciudad, digna representante y merecedora del premio Nóbel del consumismo puro! Las compañías empezaron a atosigarme y martirizarme con sus anuncios estúpidos y sin gracia, para tratar de convencerme de hacer mis compras para la dichosa cena, con ellos. Yo no haría cena. Me negué a celebrar una tradición que desconocía por completo, por el simple hecho de celebrar. Me sentí la Grinch del Thanksgiving, especialmente cuando pasaban tantos anuncios en la televisión americana y yo, hacía corajes y maldecía una y otra vez, por lo tontos que me parecían. Debo confesar los instintos asesinos que surgieron de mi algunas veces y, pedir perdón en prensa nacional al televisor, por la amenaza de muerte que proferí un par de ocasiones al estarlo mirando. En esta etapa de amargura inminente, me puse a reflexionar seriamente, no sólo acerca del porqué de esta tradición, sino también, en la decadencia de los publicistas de este país.

Yo ni siquiera sabía cuál era la razón de la celebración. Pero tampoco me quedé con la duda, así que decidí averiguar. Mi amigo el italiano me explicó. O sea, deja veo si entendí, le dije. A los peregrinos los sorprende el frió y empiezan a morir. Los indios nativos alimentan a los peregrinos. Los peregrinos sobrevivientes, una vez que se establecen, deciden compartir su primera cosecha con los indios nativos. Unos años mas adelante, empiezan a tener enfrentamientos, que los llevan a la exterminación casi total de los nativos. Le resumí. Entonces, ¡Celebran que los peregrinos, después de ser recibidos con banquetes, asesinaron a los indios para quedarse con sus tierras! Puntualicé, al tiempo que deslizaba suavemente, de una oreja a la otra y pasando sobre mi cuello, el dedo índice. Añadí un poco de dramatismo a la actuación, sacando la lengua de lado. Se rió mi querido amigo, Francesco. Se río y no me dijo más, no tuvo que, pero yo pude leer su expresión. Cree que estoy loca, lo sé. Pero eso, no es nada nuevo.

El sentimiento de emoción, a mí, no me había invadido aquel día. Pero me vestí apropiadamente y me reuní con la familia postiza. “Al país que fueras, has lo que vieras”, me dijo doña Vicky. Entonces, me acordé de mi vecino de arriba que fuma marihuana y sonreí maliciosamente. Sacudí mi cabeza y corregí: “Al país que fueras, has todo lo apropiado y correcto que vieras”. No puedo negar que me la pasé bien.

Pero lo mejor vino al día siguiente. Le llaman a ese día “Black Friday” (Viernes negro). Suena terrorífico, pero no lo es, todo lo contrario. El viernes negro indica la apertura de la temporada de compras navideñas. Las tiendas abren a partir de las 4:00 A.M. ese día. ¿El ambiente? Locura generalizada. Las tiendas repletas. ¿La razón? Las ofertas tan magnificas ese único día. Verdaderamente insano y sobre todo, difícil el pensar en tanta gente despierta a esa hora, comprando como desquiciada. ¡Ofertas por todos lados y tanta gente queriendo lo mismo que tú!, la locura nos invadió a nosotros también: ultrajamos y robamos los artículos del carrito de un comprador despistado-no llegamos tan temprano a la tienda-; acaparamos un anaquel completo, hasta seleccionar lo que queríamos- el trabajo en equipo siempre es mejor-; atosigamos a la dependiente de la tienda de los zapatos y la perseguimos sin descanso, hasta que nos atendió satisfactoriamente; robamos un carrito que a nuestro parecer había sido abandonado con un par de artículos en su interior; usamos nuestros cupones indebidamente, aprovechándonos de la confusión aparente y el cansancio que demostraban las cajeras; nos colamos en la fila disimuladamente; comimos un chocolate, en la cola, que olvidamos pagar; y sobregiramos nuestras tarjetas de crédito sin darnos cuenta.

Las ventajas del capitalismo, me pensé. Compré cosas que no necesitaba, con dinero que no tenía. ¡Pero que diablos!, me consuelo, ¡estaban en oferta! ¡Viva el tarjetazo y el poder de la firma! Probablemente lo único terrorífico, a punto del infarto, de estas compras será cuando llegue mi estado de cuenta a fin de mes. Pero eso no importa si al ritmo de la firma de mi autógrafo y de la impresión de mis cuentas por pagar, aprendí a decir: ¡Happy Thanksgiving, everyone!

JKO

MI AMIGO Y YO

Hermanita, ¿Qué no sabes qué se dice?, me preguntó mi canalla, hermano mayor cuando le conté que esta noche saldría con uno de mis amigos que es homosexual. Viniendo de él, se puede esperar de todo: albur, chiste, cuento o aventura imaginaria; menos una respuesta sensata, así que, lo mire con los ojos entornados y le respondí a la expectativa de alguna de sus respuestas habituales: No, Kire, no sé. Ahora resulta, que los “amigos” con los que salen las “zorras”, todos son gays!, me contó. ¿Ya no salen con heterosexuales más, o qué onda? Pregunto irónicamente al tiempo que encogió los hombros y las manos y luego sonrió burlonamente. ¡Ah bueno…supongo que eso me convierte, de manera oficial, en una de ellas!, le contesté de una manera juguetona que no se esperaba. Luego lo cavilé y me reí cuando recordé que muchas de mis amigas, les dicen a sus papas que el amigo con el que quieren salir es gay, para que les den permiso de llegar tarde. ¡Por el amor de Dios, “zorritas”, tengan el valor de decir que van a salir a “zorrear”, es inteligente pero, quizá, no del todo prudente usar el nombre de los gays en vano!

Yo sí tengo amigos gays y bisexuales, y aunque no tengo aventuras amorosas con ninguno de ellos, yo los adoro. Los adoro porque yo he aprendido a verlos de manera integral, esto es, ver todos y cada uno de los aspectos de su vida como seres humanos y NO, de manera aislada, prestando atención exclusivamente en su aspecto sexual y reproductivo (¿Quién termina siendo más depravado después de esta afirmación, yo me pregunto?). Yo adoro a mis amigos gays, por eso creí justo escribir esto.

Mi amigo y yo discutimos por Jaime y no precisamente porque nos lo estemos peleando. Bueno él piensa que discutimos. Yo le digo que intercambiamos ideas.

El piensa- y me lo dice muy orgulloso- que Jaime escribe basura (igual que la madre y el hermano de Jaime) y que además-peor aún-, se hace la victima y no asume las responsabilidades que su condición de homosexual le dan. Yo me pregunto cuáles podrían ser esas responsabilidades que por añadidura traería la homosexualidad y trato de imaginar los pensamientos que lo llevaron a decir tal barbaridad. Me da escalofríos sólo de pensarlo.

Yo creo que juzga a Jaime por sus preferencias sexuales y no por escribir bien o mal. A mi me enoja eso, al igual que le llame homosexual cuando bien claro está, que no lo es: Es BISEXUAL y conste, que no es lo mismo; los bisexuales no se privan, ni son exclusivos únicamente de un solo género de la especie humana a la hora de escoger a quien amar (porque mi amigo ¡CLARO! que son capaces de amar). ¡Que avorazados resultaron!, diría yo, pero más, nada.

Yo creo que mi amigo dice barbaridades y me enojo porque piensa que el homosexual debería acarrear con responsabilidades distintas al del heterosexual por el simple hecho de ser homosexual. También porque piensa que el ser homosexual no es pecado per se, si no pecado son los actos homosexuales: ¡Patrañas!, qué se supone que hagan, ¿Que se arranquen los ojos, el alma y el pito para no pecar? ¡Patrañas y más patrañas!

Me enojo y le digo que no sólo me da flojera (con una palabra mas vulgar) escuchar respuestas como las suyas sino que además me desagradan. Me enoja su estrechez mental - creo que ésta no le está permitiendo parir buenas ideas- al igual, que su puritanismo barato y su falta de tolerancia para con la gente que actúa, piensa y siente distinto a él.

Sin duda alguna, la iglesia católica ha influido en él para bien y para mal: se ha vuelto más bondadoso, compasivo (con el no-homosexual) y reza más. Creo que hasta pide por mí y eso se lo agradezco mucho porque, muy a pesar de mis buenas intenciones, a mí se me olvida rezar. Sin embargo, también creo que se ha vuelto un tanto mojigato, intransigente y prejuicioso de todo aquel que no sigues sus ideas: esto es, las ideas de la religión católica, apostólica y romana.

Yo no soy una conocedora a fondo del catecismo de la doctrina cristiana (A decir verdad pasé el examen de catequismo, gracias a Dios y al godito que iba todos los sábados conmigo y sentaba a lado mío -mi gemelo-, que amablemente me dejó mirar de su hoja y copiarle las respuestas que me hacían falta) pero si de algo estoy segura es que Jesucristo pregonó siempre el amor, el respeto y la tolerancia hacia los demás.

¡Oye, que apretado tienes el calzón, creo que eso no te esta dejando pensar clara y objetivamente!, le digo bromeando, pero a la vez, dejándole saber que sus ideas me parecen demasiado drásticas para un joven de su edad y peor aun, que vive en pleno siglo veintiuno. ¡Y tú que flojo lo tienes!, me alegó. ¡Jajaja, eres un menso! Me desternillé con su respuesta que sonaría maliciosa, pero que en verdad, no lo fue. ¡Pues lo tendré muy suelto pero al menos yo no juzgo ni cuestiono a nadie por sus inclinaciones sexuales y creo que tú tampoco deberías hacerlo!, concluí. ¡Déjalos! ¡Deja que cada quien haga libremente con su cu…erpo y con su vida lo que se le dé su reverenda gana! ¡No te metas al menos que estén haciendo daño!

Fue entonces que me acorde que en la universidad, mi querido maestro de clase de creatividad, me dijo un día una frase que recuerdo bien: “Dios a veces da pequeños golpecitos para hacerte entender, pero hay algunas personas que necesitan de unos buenos madrazos”.

Ojalá tú, mi amigo y toda la gente que piensa similar a ti, no necesiten más que unos golpecitos, para darse cuenta que los homosexuales y los bisexuales antes que nada, son seres humanos, seres que sienten y que piensan, y que tienen los mismos derechos y libertades, así como también, las mismas obligaciones que cualquier otro ser humano pudiera tener. Confío en Dios, que algún día no muy lejano, el cerebro se les ilumine, aunque sea de manera mínima, para que, SI ACASO, SE ATREVEN A JUZGAR A ALGUIEN, sea por la pureza o la mezquindad que pueda existir en su alma y NO por las inclinaciones sexuales que éste pudiera tener. Y digo “Si acaso” recalcando la importancia que merece, ya que sin ser una aprensiva ni fanática religiosa, me queda clara la enseñanza de Cristo y a sabiendas de los colosales piedrones que yo me merecería, yo me abstengo, de manera complaciente y voluntaria, de lanzar piedrita alguna hacia cualquier pecador empedernido que pudiera llevarme ventaja visible en la competencia mundial para perder el cielo.

Ojalá no hiciera falta, pero si a consideración divina fuera necesario unos buenos golpazos, no dudo que no hagan falta matones para ello, empero y de una manera merecida, todos los homosexuales, bisexuales, travestís, transexuales y toda gente juzgada sin derecho, creo se ofrecerían amablemente a colaborar en esa celestial misión y yo, entre el tumulto y la confusión, estoy dispuesta a ofrecerme también. ¡Mandato divino! ¡Si, Señor, obedezco humildemente!

Mi querido amigo, quizás después de todo una buena “madrina” no les caería nada mal. Aunque estoy segura, que luego me sentiré un poquito mal, no por promover la violencia contra aquellos que se lo merecen, si no más bien porque te quiero y posiblemente, seas tú seas el único amigo que le pide a Dios que interceda por mí.

JKO

ACERCA DE JAIME

Hace 8 meses, recién llegada y desempacada a este país, conocí y me enamoré de un hombre, que no es mi marido. Sí, pongan atención que no miento. Lo he visto desde entonces, todos los días de 10 a 11-antes de que mi esposo salga de trabajar-, menos sábado y domingo porque el viaja a Perú y entonces, ya no se deja ver. Pero se deja leer, así que fines de semana y algunos otros días entre semana me extasió con su lectura y sus palabras.

Él es figura pública aquí en Miami y conduce un programa televisivo del canal local, aunque antes de describirse como conductor, él se prefiere escritor y escribe exquisito, debo constatarlo, como pocos. Tiene una magia descriptiva combinada con toques especiales de un sentido del humor muy característico, y sin duda a la vez, mordaces y, con miedo a equivocarme diría, malintencionados.

Es una pena que aun no sepa de mí, pero a mí no me importa y mucho menos si él esta más interesado en hombres que en mujeres. A mi me importa un bledo, o como diríamos en México, un cacahuate, su condición bisexual. Yo tengo esta afirmación: Déjenlo un rato conmigo y yo lo vuelvo hombre otra vez, je je je . Pero bueno, ese no es el punto del que quiero hacer relevancia, ya me desvié un poco. Aun peor que él no sepa de mí, esta el que no ustedes no sepan de él, escribiendo tan bien como lo hace, es una lastima que no sea conocido en nuestro país como se merece. Sí, sí se lo merece. El amor no me ha cegado. Con el debido respeto que los colombianos se merecen, yo le quitaría tantos premios y reconocimientos al vejete de García Márquez, empezando por el premio Nóbel, y se los daría a él, que escribe mil veces mejor.

Por eso es que esta semana he decidido darle un espacio a él. Adjuntare uno de sus escritos que me tope por Internet. Les pido que lo lean para empezar con una mente abierta. Sin prejuicios (Nada de: Es un maricón que escribe mierdas homosexuales, por favor) Vean más allá de lo evidente. Lean entre líneas, todo el amor y a la vez el dolor que hay en este escrito. Vean al ser humano que esta escribiendo sin juzgar su persona. A mí, me encantó. Como todo lo que él escribe. Su nombre es Jaime Bayly. Sin duda alguna, mientras siga escribiendo y hablando como lo hace, continuare teniendo encuentros con él, aunque solo sean a través de sus libros y la TV.

PD: Para los que quieran leer un poco más de Jaime Bayly, en la sección “algunos vínculos que me parecen interesantes”, he agregado la página de Internet donde el señor Jaime publica sus escritos semanales.

JKO


UN SILENCIO CONVENIENTE
Por: Jaime Bayly

Mi madre y yo dejamos de hablarnos hace más de dos años. El silencio se instaló entre nosotros cuando besé a un querido amigo en la televisión de Barcelona. Pocos días después ella vio las imágenes y me escribió un correo electrónico que decía: “Estoy de luto profundo. Siento que he perdido a un hijo”. Obviamente, ese hijo era yo. Desde entonces no nos hemos visto ni cruzado palabras, aunque en mi último cumpleaños me escribió brevemente deseándome felicidades...

Mi madre es muy buena y generosa. Tiene diez hijos. Es una santa, si alguien puede ser una santa. Va a misa todos los días. Cree que Escrivá es santo y le reza con devoción. Sueña con ir al cielo y cree que los hombres que besan hombres, como yo, no iremos al cielo. Por eso está triste. Porque su hijo mayor no irá al cielo con ella. Por eso está o estaba de luto profundo. Porque siente que me ha perdido para toda la eternidad.

Yo también estoy triste porque no puedo dejar de besar hombres y tampoco puedo dejar de querer a mi madre.

Hace cuatro años la invité a pasar una semana conmigo. Fueron días inolvidables. Ella me contó su vida.

Comprendí cuánto había sufrido. La acompañé a misa todos los días. Me confesé con un cura obeso y amanerado. Lloré. Comulgué. Me propuse fervorosamente cambiar para que mi madre estuviese orgullosa de mí. Durante un par de meses, fui a misa los domingos, evité besar hombres y traté de ser el varón católico y heterosexual que mamá siempre quiso que fuese. Me alegro de confesar que fracasé bien pronto: el celo religioso duró menos que un verano. Cuando publiqué mi primera novela, "No se lo digas a nadie", hace ya diez años, mi madre, angustiada, vino a verme a Miami y me dijo en mi casa: “Ese libro es basura”. No dijo: “Es una basura”. Dijo: “Es basura”. Me dolió en el alma, si es que tengo alma. Lo cierto es que me dolió. Le pregunté si lo había leído y me contestó secamente que no.

Años después publiqué una novela, "Yo amo a mi mami", con la ilusión de que le gustase o al menos de que no le pareciese una basura. Por eso ilustré la portada con una fotografía en la que aparecemos ambos: ella muy joven, guapa, espléndida, delgada, en pantalones apretados; yo de niño, en mi uniforme escolar, con saco y corbata. Cuando veo esa foto me parece recordar que éramos felices. Mi madre sonreía porque estaba orgullosa de mí. Yo sonreía porque amaba a mi madre, la amaba más que a nadie en todo el mundo. Esa novela, para mi sorpresa, tampoco le gustó. Me dijo que sólo leyó los primeros capítulos y que le molestó mucho que me burlase de una amiga suya que tenía un trasero muy grande.

Indignado conmigo, uno de mis hermanos fue entonces a un programa de televisión y se jactó de no haber leído ninguno de mis libros. “Yo no leo libros de maricones”, afirmó con modales ásperos. (Pudo haber dicho simplemente: “Yo no leo libros”, pero al parecer quiso ser más preciso). Poco después dio una entrevista a un diario peruano y reveló que él sí amaba a nuestra madre, pero que yo de ninguna manera la amaba, y añadió que por eso le indignaba el título de mi novela, que, en su opinión, era deshonesto, fraudulento. Cuando leí esas sorprendentes reflexiones en el periódico más tradicional de Lima, llamé a mamá y le pedí que amonestase a mi hermano. Sin embargo, ella lo defendió porque él se casó en una iglesia, es heterosexual, va a misa los domingos y educa a sus hijos en un colegio del Opus Dei. No hace mucho, apenas publiqué "La mujer de mi hermano", él, sin haber leído la novela, y quizá ofuscado por el título, se tomó el trabajo de mandarme un mail diciéndome: “Todos tus libros son basura”. No dijo: “Son una basura”. Dijo, como mi madre: “Son basura”. De nuevo, me quejé en vano ante mamá: ella dijo que mi crispado hermano tenía razón y que no pensaba leer ese libro basura.

Cierta vez publiqué un poemilla diciendo que sentía celos del difunto Escrivá porque me gustaría que mi madre me quisiera tan incondicionalmente como lo adora a él. A mamá no le gustó ese poema cursilón. Comprendí sus razones: ella no hará nada que ponga en riesgo su travesía al cielo y le impida reunirse en la vida eterna con su santo Escrivá.

Si mi queridísima madre tiene razón y Dios existe y Escrivá fue un santo y ella irá al cielo pero yo no debido a que me gusta besar hombres o a un hombre en particular, tal vez deberíamos vernos ocasionalmente ahora que podemos, porque después, en la eternidad con que ella sueña, me temo que ya no será posible, dado que yo, está escrito, arderé con los pecadores, los blasfemos y los impíos. Si, como a menudo sospecho, mamá está equivocada y sólo tenemos esta vida y lo demás es muy incierto, también deberíamos vernos de vez en cuando, porque después, cuando la muerte nos sorprenda, es obvio que ya no será posible.

Pero mi madre, tan buena ella, sufre porque me gusta besar a un hombre y porque además lo hago en público y me permito hacer alarde de ello y yo también sufro porque no puedo dejar de besar a ese hombre por amor a mi madre. Por eso ambos respetamos este silencio conveniente que es, de momento, la mejor manera de querernos o al menos de no lastimarnos.

MI DIVORCIO

Con cariño, nené

Muy joven sufrí los estragos de un divorcio. Mi hermanita no lo podía creer, o mas bien, aceptar. Había mucho amor, pero esta separación era inminente y, tarde o temprano, ambas no sólo presagiábamos, si no que estábamos seguras que esto pasaría.

Era hora ya de divorciarnos, de separarnos, de que cada quien hiciera su camino como el corazón le dictaba. Era tiempo de crecer y tomar cada cual su rumbo. Y así, cuando termine mi carrera, tome la decisión de mudarme a otro país para hacer algo serio con mi vida. No hubo pleitos: solo tristeza. Eran muchos años de convivencia. Toda una vida, corta, pero vida al fin, siempre inseparables.

Mi hermanita y yo, nos divorciamos. La separación – el hecho de estar lejos la una de la otra- ha sido dura. ¡Y como no serlo! Fuimos compañeritas de vida durante 23 años. Y nosotras dos hemos sentimos como un divorcio con todas las de la ley: hubo separación con su debida emancipación, división de bienes y común acuerdo de la patria potestad: ¡De mi querida perra! Y entonces nos tomamos a relajo lo inevitable: ¡Nos estamos divorciando! Anunciábamos jocosas pero con tristeza en el alma.

Lo peor parte del proceso –para mi, aunque para ti, mi hermanita, yo no estoy tan segura- fue la separación de bienes. Compartíamos todo -así son los hermanos- y dividir la ropa, las bolsas, los accesorios y las alhajas de oropel, fue lo peor. Aprovecho el espacio si no para denunciar, para externar lo injusta que fue la división. Claro, tu siempre fuiste más perspicaz y avispada que yo, así que terminaste con más…¡De todo! Pero, te perdono mi querida hermanita. Te perdono porque las hermanas mayores siempre somos condescendientes con las hermanas menores. Eso si, dicen las malas lenguas que te has apoderado de mi cuarto: ¡Ese, ese si lo quiero de vuelta, para cuando vaya de vacaciones!

Nosotras no cargamos con el estigma de ser divorciadas- estamos, no somos- y sin duda, creo que nadie debería cargarlo, en mi humilde opinión y mi poca experiencia, creo que esos son accidentes del ser que no deben definirlo como parte de su esencia.

Quedamos en los mejores términos –y lo seguiremos claro, siempre y cuando haya la devolución debida de la habitación mencionada, dicho sea de paso, que fue usurpada de la manera más pilla y con exceso de confianza que pudiera haber: durante mi ausencia- y estoy segura que la distancia no opacara ni desgastara todo el cariño, el amor y la amistad – sin mencionar la hermandad que nuestra condición de familiares trae por añadidura-, que nos une.

A diferencia de mucha gente que se ha divorciado y no quiere saber nada de la otra personas, nosotras dos estamos en la espera de volver a vernos para disfrutar de nuestra compañía – ¿Y por qué no? de nuestros pleitos- como lo hemos hecho siempre, desde que éramos niñas.

JKO

NO ME TOQUES

A mi querida amiga, sabiendo que te tomas todo esto, de la mejor manera posible.

Cuando yo era niña recibí de mis papas un libro infantil, para colorear titulado “No me toques”, donde aprendí, entre otras cosas, que si un hombre, feo y de aspecto maleante, trataba de acercarse demasiado a mí, tocarme o incomodarme de alguna manera, yo me alejara lo antes posible y les informara de lo ocurrido. También recuerdos unos anuncios en la televisión, poco elaborados, pero muy pegajosos; “Cuéntaselo a quien mas confianza le tengas” y mucho ojo ¿Eh?

Cuando creces, no sólo descubres a lo que se refería los libros y los anuncios exactamente y aquello en lo que tanto hincapié hacían tus papás, si no además, que no es siempre, un hombre feo y de aspecto maleante-como el del libro-, aquél que hace las propuestas indecorosa y pide ser tocado por ahí, “en sus partes más interesantes”.

Desgraciadamente, también descubres que no todo el mundo recibió los mismos libros y la misma educación que tú. Aquí es donde comienza mi historia. Tenemos algunos actores: La persona a quien mas confianza se le tuvo-Aunque no fuera la mejor indicada para dar un buen consejo-,o sea, yo (por eso soy capaz de contar la historia); el lascivo-casado-profesor-guapetón (En ese orden); y por último, la persona tontamente-enamorada-afectada, mi amiga.

También tenemos un escenario: Donde, los código de ética y moral, y la inocencia de la vez primera, resultan trasgredidos con un amorío a escondidas, a deshoras y a prisas, entre profesor-casado y alumna-“soltera”. Un espacio donde, la recomendación infantil “Mucho ojo” terminó siendo mal interpretada y reafirmada en una manera que no lo esperaría: ¿“Mucho ojo”? “Claro, ya se lo eché y la verdad, ¡Esta muy bien! Y por último, un mensaje del libro “No me toques” que resultó convertido, impensablemente, en una orden más que de índole preventivo y acusador, en una de índole sexual y direccional: ¡No me toques ahí, pendejo, más abajo!

Las consecuencias finales de esta situación resultan muy predecibles y poco tranquilizadoras: Un embarazo “accidental” que le hará pensar a mucha gente en la teoría de la generación espontánea (¡Pero si ni novio tenía!); una criatura que crecerá sin padre - por cierto, el cual ayudará en su manutención en lo que buenamente pueda (Cabrón, pero a la hora de "ponerle duro", bien que contribuyo)-; los sueños y el corazón de una adolescente partidos a la mitad y un poema poco consolador… (No me agites más el alma).

¡A LOS HIJOS EN VEZ DE “CUIDARLOS” (ENCERRARLOS), MEJOR EDUCARLOS Y HABLARLES CLARO!

NO ME AGITES MAS EL ALMA

No me agites más el alma
si sólo es para jugar con ella
y divertirte, haciendo
con tus dedos remolinos.

No me agites más
en este mar tormentoso,
si tu cuerpo sólo busca
liberarse en el mío.

No me agites los sentimientos,
ni me pidas que te quiera
mientras me haces el amor.
¡Porque más, no puedo!

No agites este torrencial nocturno
después de amarme.
¡Por qué no hay tiempo
para mis lágrimas de pleamar!

No me agites en esta vorágine
de sueños de arena
que se desmoronan
cuando finges no saber de mi.

No agites más en tus mentiras
¡Ya sé que no me amas!
¡Solo cierra la puerta cuando salgas!
Y vuelve… ¡Allá con quien te espera!

EN EL OTOÑO

¿Has escuchado alguna vez los secretos que el viento murmura mientras caminas? ¿Los árboles te ofrecieron refugio y abrigo como a los otros amantes? ¿Qué hay de las canciones, las compusieron para ti con su ramaje? ¿Suspiro junto contigo el otoñal atardecer cuando lo miraste fijamente, como si él disfrutara de ti también? ¿El viento acarició tu piel, jugueteó con tu cabello? ¿La brisa otoñal erizó tu cuerpo al recorrerlo? ¿Alguna vez te contaron las hojas los secretos de amor que se llevan consigo al caer? A mí sí, me lo contaron ayer …

AUTUMN / OTOÑO
Let the leaves fall and go away / Deja las hojas que caigan y se vayan /
Let God decide the color of them / Deja que Dios decida sus colores /
If he chose burnt sienna, let it be that way / Si escogió un siena quemado déjalo así/
It’s His painting and isn’t time for green. / Es su pintura y no es época del verde /

If He wants to blow from the North / Si quiere soplar del norte/
Enjoy the leaves dancing with its sway. / disfruta las hojas bailar con su vaivén/
Let’s make a party with the music / ¡Hagamos una fiesta con la música/
composed by the fresh air! / compuesta por el aire fresco!/

Nudity in trees is not ill-conceived / La desnudez de los árboles no es mal vista/
That’s why branches shake / es por eso que las ramas se sacuden /
And dance with the rhythm / y bailan con el ritmo /
As if they were not ashamed / como si no tuvieran pena alguna./

It’s a party which begins / Es una fiesta que comienza/
with the yellow ochre season / con la estación amarillo ocre/
the silence broken by the rustling / el silencio roto por el sonido de las hojas /
and the dyed skies in pastel crimson / y los cielos teñidos de carmesí pastel/

Is the wind between the falling of / Esta el viento entre la caída /
the leaves whispering a secrete? / de las hojas susurrando un secreto?/
Can’t you hear it out loud? / No puedes oírlo se oye alto?/
He doesn’t want to be discreet / él no quiere ser discreto/

Does the sunset shows himself /¿El atardecer se muestra/
All proud and good looking / orgulloso y apuesto/
As if fall were its best seasons / como si el otoño fuera su mejor estación/
To find outside some loving? / para encontrar afuera algún amor?/


It’s autumn, time to let all fall! / Es otoño, tiempo para dejar todo caer/
If the love that falls apart / Si el amor que se desvanece/
Wants to say good bye, / Quiere decir adios/
As the leaves, let it depart. / Como las a las hojas, déjalo partir./

It’s autumn, time to let all fall , / Es otoño tiempo de dejar todo caer/
All change, all leave, all free. / Todo cambiar, todo irse, todo libre/
Enjoy God’s picture of today / Disfruta la foto que Dios hizo hoy/
He made fall marvelous, didn’t he? / Hizo el otoño maravilloso, ¿No es así?/

LA PEQUEÑA CAJA DE LOS RECUERDOS


“Los amores vienen y van, se los lleva el viento: como las palabras y los pensamientos, excepto, cuando los escribimos. Y entonces, estarán presentes ahí, para la posteridad: como los recuerdos. Algunos como azúcar, otros como sal, pero sin ellos la vida seria pura sinsabor. ¿O no? ”

Uno de esos días de poca lucidez mental, tuve una de las más brillantes ocurrencias: Atreverme a amar de nuevo. Claramente recuerdo mis palabras: El amor, a mi parecer, es el sentimiento más sublime, exquisito y majestuoso, que puede sentir un ser humano, por otro ser humano: Ahora, ese sentimiento sublime lo siento por ti. Indisputablemente, el amor nos hace sentir engrandecidos, nos hace dar lo mejor de nosotros mismos-en el mayor de los casos- y, en cierta-o mucha- medida, nos hace enloquecer. Recalco este último punto: bien dicen que todo aquel que ama, tiene algo de loco. Mas la locura, en mi: a su máximo esplendor, que me creí capaz de sanar tu alma herida, con mi amor.

Siento mucho haberme equivocado así: Un corazón hecho añicos, es más difícil de reparar, de lo que pensé. Y tu, eso lo sabías mejor que yo, pero nunca dijiste nada. Yo, con el tiempo-un poco tarde quizá-, vine a darme cuenta de ello. Nuestro amor nunca supo que era decadencia, pero tampoco supo lo que era la paz: siempre un amor impaciente, desasosegado y tormentoso. ¿Por qué no podíamos amarnos sanamente, como todos los demás? Si, conozco bien tu respuesta: A nosotros nos gustaba amarnos así.

Pero esa forma de amarnos no podía terminar bien; ambos estábamos conscientes de eso. Me viene a la mente una (la última) de las tantas tardes habituales, caracterizadas por nuestras acaloradas discusiones. Tus palabras las recuerdo tan clara y vivadamente, que todavía me duelen: ¡Te odio!, ¡Te odio!, me gritaste cuando te dije que no podíamos continuar así. Yo aprendí a conocerte demasiado bien y sé, que en verdad, no las dijiste con esa intención-tu no estabas, ni lo mas cerca posible de odiarme-, pero nunca supiste-ni tampoco yo te enseñé- controlar la rabia que puede escupir un corazón recién herido. El daño, desgraciadamente, sólo lo notabas después de haberlo hecho. No, mi amor. ¿Cómo podría odiarte?, si sabes lo mucho que te adoro. Yo, si de algo tenia certeza, era de dos cosas: del amor tan profundo que tú me tenías y de tus arrebatos desquiciados, patológicos -tan desquiciados y patológicos como los míos mismos-y tan lastimeros. Aún a sabiendas de ellos a la perfección, yo nunca estuve preparada para evitar que me lastimaran. Debo admitirlo, como tu, yo tampoco fui nunca dueña de mis emociones y nos hicimos mucho mal, aunque no lo hubiéramos querido así.

Por nuestra salud física, mental y emocional nos separamos. Por eso un día, mi pequeña caja de madera tuvo que ser abierta de nuevo- con muy pocas ganas, sabrás-. Quise llamarle sudor a esa lágrima que se me escapo del ojo, cuando desprendí tu amor de mi alma. No me enjugue la cara, como cualquier persona lo hubiera hecho, yo deje esa lágrima recorrer mi rostro triste, y caer, como si fuera algo sin importancia-pero tu bien sabes lo importante que fue.

A tu amor, no lo tire a la basura, como juré que lo haría -presa de la misma rabia que solía corroerte a ti- en nuestro último pleito que presagiaba ya, la despedida. ¿Como podría hacer semejante barbaridad? Sabes lo boca grande que suelo ser y me conoces bien: nunca me atrevería a tratar tu amor así, con esa vileza que no se merecía. En realidad, intacto como estaba todavía, lo tome con mucho cuidado, como si su integridad estuviera amenazada (Y es que en esos tiempos turbulentos, creo que siempre lo estuvo). Antes de doblarlo, has de saber que lo imprimí de besos tiernos y caricias múltiples, y lentamente, como si no estuviera decidida a guardarlo aún, lo metí en la cajita de los recuerdos; pensando que, tal vez, algún día lo sacaría de ahí para volverlo a usar, como todo aquello que se encontraba guardado ahí.

Encontré varios amores y sus recuerdos resguardados, incluso, algunos de los que ya me había olvidado. Aquel que fue mi primer amor, siempre lo situaba encima porque era muy difícil de olvidar: ¡Así son los primeros amores! Pero aquel que entraba por primera vez, ocupa siempre el sitio especial: El lugar del ex; acolchonado- sugiriendo su fragilidad latente- y, a la vez, el más cercano al cerrojo, por si había que sacarlo de emergencia de ahí.

Antes de asegurar aquella caja vieja de madera, suspire profunda y pausadamente. Después de girar la llave: exhalé, como si acabara de terminar una tarea difícil de realizar. En ese suspiro, lamente no haber cumplido la promesa de sanar tu alma e inclusive haberla herido-sin querer- un poco más. Hesité -no un instante, sino miles- en volver a abrir dicho cerrojo. Sin embargo, bien lo sabía: No debía retirar lo último que metí. Aunque debo confesar, que deseé en primera instancia -como con todos los amores ahí guardados- no haberlo tenido que situar ahí.

Y así, es como le puse punto final a nuestro amor. Un punto final obligado, pero necesario; tu bien lo sabías. Por favor, no pienses que fuiste un simple devaneo para mí: No lo fuiste, mi amor. Tampoco que me arrepentí de haberte amado así, con un amor que tanto dolió-Por favor, tú conoces bien mis tendencias masoquistas-. No fue fácil sacarte de mi alma y mucho menos de mi vida, ni sencillo decirte adiós.

¿Sabes? Para desprender tu amor de mi alma y que pareciera que esa herida no dolió, antes recordé: Primero, se me desgarró el corazón entero. Quise llamarle sudor a esas lágrimas que se me escaparon de los ojos, cuando desprendí tu amor de mi alma y de mi vida. Quise llamarle sudor a esas gotas, aunque en el fondo, tú y yo sabemos, que fueron lágrimas de llanto, por nuestro fallido amor.

JKO

CONVIRTIÉNDOME EN LA NIÑA MALA


No hace mucho tiempo mi hermanita y yo tuvimos la oportunidad de leer un fabuloso libro de Mario Vargas Llosa titulado “Travesuras de la niña mala”. Copiado de su parte trasera: Creando una admirable tensión entre lo comido y lo trágico, Mario Vargas Llosa juega con la realidad y la ficción para liberar una historia en la que el amor se nos muestra indefinible, dueño de mil caras, como la niña mala. Pasión y distancia, azar y destino, dolor y disfrute… ¿Cuál es el verdadero rostro del amor?

Una historia emocionante que te deja sin respirar y no te permite soltar el libro un segundo: por un lado, amor puro e inocente; por el otro, el amor más vil y canalla que pudiera existir. Yo tengo dudas si se le pudiera, incluso, llamar amor. Pero bueno, Yo no juzgo; Yo he aprendido que hay toda clase de especimenes en la viña del Señor y como tal, mil y una formas-por extrañas que parezcan-de amar.

Gracias al libro pudimos conjeturar, claramente, dos situaciones:

Punto numero uno. En la vida real (como en el libro), el bueno no es como el superhéroe de las películas: galán, popular, que todas las chicas se mueren por él. Por lo general esos atributos los tienen los malos. Al contrario, el bueno siempre es desapercibido, poco reconocido y cuando es tan bueno, pero tan bueno, no sólo raya en lo pendejo-con plumón negro permanente- sino que además, lo termina siendo.

Punto numero dos. En la vida real los chicos malos (chicas malas) no son catalogados como tal, pero existe un término apropiado, a mi gusto, para ellos: Los Cabrones. Esto no puede ser tan malo después de todo: son los que se la pasan de fiesta en fiesta, populares con todo el mundo- y no necesariamente tienen que ser guapos del todo- y ¡claro! ¿Por qué, no? Si por algo, resultan no ser los más adinerados, al menos tienen todas las cosas que se proponen de una manera fácil y rápida. ¡Malditos!

Mucho tiempo mi lema fue: “El que se apendeja, Dios lo deja”. Frase utilizada siempre para infundir ánimos y deseos de acción en mis amigos que se encontraban un poco atontados. Basándonos en esta lógica, puedo entender que les vaya bien a los malos: Porque Dios se fue de su lado y a los tontitos los olvidó. ¡Pero no! Es un sofisma en el que no creo y por lo tanto no me puedo dar el lujo de enarbolar.

Sabemos que ante los ojos de Dios, la bondad debe predominar. Eso es lo que nos han enseñado desde muy pequeños: ¡Pórtate bien, que nada te cuesta!, ¡No digas mentiras!, ¡Haz el bien sin mirar a quien!, ¡Trata de perdonar!...bla bla bla. Y muy Claro está: En las películas los malos siempre tienen su merecido y los buenos resultan ser los triunfadores.

Mi hermanita y yo tenemos claro los conceptos de bondad y maldad. Sabemos que estos, en la vida real no son como polos opuestos: La gente no es del todo mala ni del todo buena. Inclusive, nuestras conclusiones fueron que no hay gente buena ni mala, si no gente que realiza acciones buenas y gente que realiza acciones malas. Y que, por inverosímil y duro que les parezca la realidad, la mayoría de la gente realiza diariamente acciones de los dos tipos. Entonces ¿Cómo catalogarlos: Buenos o malos? Seria muy difícil ¿verdad?

No entendimos de una manera errónea el mensaje del libro. Tan claro como el agua. Sin embargo creemos, no se puede ser tan bueno en este mundo vil, así que, a votación popular-esto fue como la democracia: Mayoría gana. Dos votos de dos. ¡Ya está! - lo decidimos: Un poco de maldad no nos caería mal. No seremos unas malditas, pero al menos si un poco más alivianadas al respecto. Es por eso que creamos nuestra propia teoría acerca de cómo prepararse para este mundo vil y de cómo sobrevivir en él. Nuestro nuevo lema: ¡Si no podemos ser malas por naturaleza, lo seremos por convicción!

PASOS IMPORTANTES PARA SER NIÑA MALA

PASO 1: SACAR AL SER MALVADO QUE TODOS LLEVAN DENTRO DE SÍ. Antes yo creía que toda la gente era buena, algunos en el fondo, pero buenos al fin. Ahora creo todo lo contrario. Todos tienen a un ser malvado dentro de sí mismos, no hay excepciones a esta regla. Así que: ¡A liberarlo!

PASO 2: LIBERARSE DEL REMORDIMIENTO DE CONSCIENCIA Y LA CULPA: PUROS ESTORBOS. Ahora a la conciencia y a la culpa las hemos convencido y la tenemos de nuestro lado. Se ha demostrado científicamente que las mentiras piadosas, las mentiras pequeñas que no dañan a nadie, las palabras malintencionadas y las maldades no mas por jo…fregar, poco a poco, crean laxitud en la conciencia y la culpa. Por favor no olviden esta realidad: Tener la conciencia limpia, sólo puede ser síntoma de mala memoria.

PASO 3: HACER LO QUE SE ME VENGA EN GANA. MEJOR PEDIR PERDÓN QUE PERMISO. RECORDAR: A LAS BONITAS TODO SE NOS PERDONA. Por eso, lo primero aquí es la desobediencia. Cuando te digan: Pórtate bien que nada te cuesta, ¡No hagas caso! Si las circunstancias te lo permiten, rezonga rápido y sin pensar mucho: ¿Quién diablos dijo que portarse bien nada cuesta? Siéntete libre de hacer lo que mejor-o peor- te parezca.

Un recuerdo me viene a la mente. Mi madre diciéndonos, a mi hermanita y a mí: “Hijas, la belleza interior es la que cuenta. La del alma, la de la mente; cultívenla que es la más importante”. Nosotras, pequeñas pero vivarachas, desde entonces ya sabíamos lo equivocada que estaba. Por eso, siempre le respondíamos de la misma manera: ¡Mamá, eso sólo lo dicen las feas!

La belleza exterior es muy importante. No solo sirve para conquistar sino, también, cuando las cosas no salen según lo planeado. Las bonitas tenemos privilegios: ¡Hagamos uso de ellos! Pongan cara de arrepentimiento, parpadeen un par de veces los ojos y pidan pendón como si lo sintieran: ¡Eso siempre funciona!

PASO 4: A CO…MER Y TOMAR Q EL MUNDO SE VA A ACABAR.No hay mucho que explicar al respecto. Pero seguimos al pide de la letra los sabios consejos de Les Luthiers. La nueva recomendaciones son: “Hazlo, bien sin mirar con quien”, “El alcohol -como todos sabemos- mata lentamente… ¡No importa!, no tenemos prisa”. ¡Ah si!, y por favor, atención que en este apartado no mencionamos nada de drogas. Este vicio no lo promovemos. No somos tan libertinas después de todo: “¡No te metas en el mundo de las drogas, Ya somos muchos y hay poca!”

-Anoche tuve un sueño muy extraño. Soñé que quería convertirme en mala. Como en las películas ¿Ya sabes? Creé, junto contigo, una teoría que intentábamos postular, para crear un ejercito de gente malvada- Fue lo primero que le dije a mi hermanita cuando escuché su voz por el auricular.
-Que raro- Respondió al otro lado del teléfono.-Yo soñé algo similar.-
-¿Habrá sido el libro que leímos?- Le cuestioné.
-Noooooo- Nos contestamos al unísono y soltamos un par de risas como si fuéramos cómplices de la misma fechoría.
-¿Cómo esta la gata y sus crías?-Me preguntó para cambiar el tema.
-No vas a creer lo que me hizo, hoy. Tú sabes que todos los días, después de que desayuno, le abro la puerta para que entre a comer- Le respondí. Ajá contesto con un gemido mi hermanita. -Sin embargo, hoy vino a mi puerta, mucho antes que de costumbre, con uno de sus bebés en el hocico como si fuera un rehén y se postro con cara de ábreme la puerta, ¿Qué no ves, que este pobre indefenso quiere entrar?
- Ja ja ja.- Rió mi hermanita y me preguntó incrédula.- ¿De verdad? ¿Y qué hiciste?
-Pues...La dejé entrar con todo y animalito en la boca y metí al resto de sus crías con ella. ¿Qué más iba yo a hacer? ¡Seguro estaba muerta de hambre y no quería dejarlos afuera!- Respondí para justificar mi derrota contra esa gata manipuladora y zalamera
-¿Te piensas quedar con ella? ¡Esa gata si te hace como quiere! ¿Eh?- Me dijo en tono burlón.
-Si bueno, ¡Pobrecita gata! Estoy pensando, seriamente, en adoptarla. A ella y a sus crías. Ya no será más callejera. Al menos aquí tiene comida y un lugar donde estar.- Contesté.
-¡Pero, a ti ni te gustan los gatos!-Exclamó asustada mi hermanita. ¡Ja ja ja! ¡Más bien, creo que ella te adoptó a ti!
-¡Mmm!- Gemí.
-Pero no seas tan buena con ella, no vaya a ser, que un día de estos, sin que te des cuenta, se apodere de tu casa y ya no te deje entrar.- Continúo burlándose.
-¡Vacilas! ¿Qué cosas dices? Los animales no tienen maldad. ¡Pobre criatura!-Dije indignada.
-Pues yo-Contestó orgullosa- prefiero dudar de todos, incluso de los animales.
-¡Yo no sé!- Dije dudosa. – Quizá repase los pasos principales de mi sueño, para convertirme en una niña mala y los ponga por escrito. ¡Sólo, por si las moscas cochinas!...

JKO

EN MEMORIA DE AQUELLOS QUE YA NO ESTÁN

EN MEMORIA DE AQUELLOS QUE YA NO ESTÁN

En memoria:
De ”La abue”, que al partir, dejó a Roberto sin quien lo regañe.
De su hijo a quien yo recuerdo con ojos brillosos y una hermosa sonrisa, mis queridos Tío Luís Carlos y Tía Marielena
De mi Tía Nelly, porque no dejo de imaginar lo maravilloso que hubiera sido todo, si no te hubieras ido tan pronto.
De tu papá, querido Manuel porque no importa l a religión, el cielo es para todos
De tu hermanito, Querido Lucas (Miguel Ángel) quien jugando entre nubes debe encontrarse con los pequeños ángeles.
Y de tu abuelita, Carlos (Porque ella poca o nula culpa se tuvo, que tú conmigo fueras medio patán).

Siete meses han pasado ya, desde que mí abuelita cerro los ojos para no volverlos a abrir más. Cuando recibí la noticia recuerdo haberme quedado en shock. Uno nunca esta preparado para perder a un ser querido, por muy enfermo que éste se encuentre (Y mucho menos cuando la muerte viene de sorpresa) Yo, una vez más, como en cada velorio que he asistido, volví a preguntarme acerca de por qué la gente muere.

-¿Por qué tuvo que morir, Señor?- Quizás todos los que hemos perdido a un ser querido alguna vez hicimos esta pregunta, un tanto más con cierto tono de reclamo que esperando una respuesta. Una pregunta muy sencilla de contestar, si volviéramos a nuestros días de educación primaria, donde nos enseñaron que morir correspondía a la última etapa del desarrollo de todo ser humano. La muerte es un fenómeno natural e inherente a cualquiera ser vivo, bien nos enseñaron desde pequeños, aunque sin duda alguna no entendiéramos la realidad del concepto como tal.También llamada necrosis, en una definición un tanto más científica, es la incapacidad de un miembro de sostener sus funciones homeostáticas locales. ¡Ah! Éste último concepto, en vez de esclarecer mis dudas las oscurece más y me hace preguntarme acerca del por qué de esta incapacidad.

Considerando que mi abuelita era una persona mayor, esa respuesta debería satisfacer mi cuestionamiento acerca de la ineludible muerte, sin embargo muertes aparentemente absurdas e injustas al ojo humano me hacen querer filosofar un poco más al respecto. Por ejemplo: Si es la última etapa del desarrollo de todo ser humano por qué mueren niños y gente joven que no han completado las primeras etapas de vida. ¿Y si es la ultima etapa de desarrollo porque Fidel Castro sigue vivo? (¡Bueno esa es harina de otro costal! ¿Verdad? Perdón, creo que me desvié). Sí, voy a filosofar un rato, a volar (En mi mente descongestionada y desintoxicada, no piensen mal) para tratar de hallar alguna respuesta, ya que no creo que estas puedan ser dadas por los científicos o médicos más ilustres del planeta.

¿Filosofar, yo? Corro a mis libros de filosofía y…¡Diablos! no hay mucho subrayado. En estos momentos de búsqueda sin respuesta desearía haberme mostrado un poco más interesada en mi clase de filosofía de la preparatoria y haberle prestado más atención a mis libros y no, a las aventuras amorosas de la profesora con el maestro del fabuloso mundo de la literatura.

No quiero sonar una falsa erudita en el tema ni tampoco sonar charlatana. La realidad es: ¡No sé nada de la muerte! La Tanatología es algo nuevo para mí como para muchos. No tengo respuestas consoladoras o iluminadoras por el momento. Ni tengo una respuesta maravillosa que bien se acople a nuestro sentir.

Pero les comparto, un recuerdo que me viene a la mente de una tarde, en la que mi abuelita ya estaba muy enferma. Por circunstancias extrañas del destino y sin motivo aparente, me nació ese día ir a misa-¡No, nadie me obligó!-. Uno de esos días en los que los herejes entran a una iglesia sin que esta se derrumbe. ¡Sí, no se derrumbó! Y heme ahí, escuchando una misa entre semana que ni siquiera me contaría para cumplir con los mandamientos del Señor.

Puedo recordar dos cosas esa tarde: Primero, el Padrecito era un gordito, joven, muy simpático que, a pesar del lenguaje sencillo y una manera poco rebuscada o rimbombante de hablar, por primera vez en mi vida logró captar mi atención para hacerme escuchar de principio a fin (bueno casi) una misa. Segundo, con la ecuanimidad, y el sosiego que no solo a mí, si no a muchos hubiera sorprendido, anunció que hacia un par de días atrás, su madre había fallecido.

Mi cerebro, ante tal desconcierto, voló inevitablemente por un momento (como siempre suele ocurrirme en las misas) hacia una visualización un poco más atinada a ese anuncio: un cuate tirado en el piso maldiciendo y llorando a cantaros, pataleando boca arriba y lamentando sus desgracias. Bueno, o haciendo esto un poco menos dramático, que al menos, al decirlo se le hubiera resquebrajado la voz o se le salieran un par de lagrimitas. Pero esto no ocurrió así. Y yo, regrese a la realidad cuando lo escuché hablando al respecto.

Bien claras recuerdo sus palabras:“Ustedes han de pensar que yo no quería a mi madre por la calma con la que ahora hablo de ella y la fortaleza que me invade y hace que no me quiebre. Dios bien sabe, cuánto amaba yo, a esa mujer. Yo soy un ser humano como cualquier otro y mi primera reacción fue de reclamo ante nuestro Señor: Sentí coraje, tristeza, dolor. Y entonces, una respuesta: ¡Que egoísta soy! Y Dios me permitió darme cuenta de ello. (En ese momento, todos [los ocho individuos que nos encontrábamos en misa ese día] nos quedamos viendo con cara de asombro y luego, un poco de entendimiento, como si la razón de su calma aparente fuera la locura que lo había trastornado). Primero, todo lo que tenemos en esta vida es prestado, nada ni nadie es nuestro y Dios es el único que decide cuando tomarlo de vuelta. Agradecido debiera estar, por el tiempo que me permitió tenerla conmigo. Segundo, como católicos que somos, creemos en la vida eterna después de la muerte. ¿Quién soy yo para tratar de retenerla y privarla de una vida eterna, sin sufrimiento alguno y junto a nuestro Dios, en paz eterna ?Y entiendo ahora que ella no murió, sólo pasó a una mejor vida. Pobre, no él que partió, si no el que se quedó. Pidámosle al Señor, si no, por el entendimiento, por la aceptación de sus designios para así, encontrar la paz y la templanza que se necesita en los momentos de mayor dolor. Dios me ha permitido aceptar lo que Él tiene preparado para mí. Por eso me encuentro en tanta paz y sé ahora, que ella también.”

Sus palabras, sabias e iluminadas, me cayeron como bomba, por eso no las olvido. Y en honor a esa gracia que albergan- y la poca gente que estuvo ahí para escucharlas-, me atrevo a transcribirlas con el afán de que, a través de esta facilidad de escribir que Dios me ha dado y la retentiva - poco usual que me caracteriza- para recordar de principio a fin aquél discurso, éstas palabras lleguen a aquellas personas para las que en realidad fueron hechas y brinden ese mismo conforte y paz inexplicables que invadían a este clérigo, ese bendito señor que tantas respuestas me dio.

De mis libros poco usados de filosofía escasa información pude hallar. Pero recordé unas palabras de San Agustín, que no por su exceso de uso en esquelas y tumbas deja de ser hermoso: “Una lágrima se evapora, una flor sobre mi tumba se marchita, mas una oración por mi alma la recoge Dios. No lloréis, amados míos, Voy a unirme con Dios y los espero en el cielo. Yo muero, pero mi amor no muere, yo os amaré en el cielo como los he amando en la tierra. A todos los que me habéis querido os pido que roguéis por mí, que es la mayor prueba de cariño.”

Cuando aparentemente nada queda, pero hay Fe, todo queda. Esa es la razón por la cual, yo aprendí a orar. No hace mucho aprendí una sabia frase: “La oración es la omnipotencia del hombre y la debilidad de Dios”. A quien sea que la haya inventado: ¡Yo le creo!, tanto como creo en el poder de la oración. Esta, es una pequeña y bien intencionada oración, en memoria de aquellos que ya no están y que tanta falta nos hacen.

Señor:
De esa debilidad tuya yo me cuelgo y me aprovecho con benevolencia, mi Dios. Con un poco de conveniencia y mucha humildad, me acerco hoy a ti, para pedirte por todas aquellas almas que has llamado a tu reino , aunque nosotros aquí en tu tierra no hemos querido, ni hemos estado de acuerdo (pensando que los llamaste antes de tiempo).

Te pido en especial por mí (No quiero sonar egocéntrica, pero de los pocos consejos que he tomado de un sacerdote, fue precisamente ese: ¡Pidan por los demás, pero también pidan por ustedes! y los consejos acertados yo siempre les pongo atención), por mis seres queridos y por los seres queridos de mis seres queridos, para que en los momentos de tribulación y pena, no nos gane la desesperanza y el dolor se mitigue o se haga minúsculo al pensar que aquellos a quienes te has llevado, Tú los cuidaras mejor que nosotros.

Danos la fortaleza y la templanza que se necesita para seguir adelante sin ellos y mucha humildad para aceptar con benevolencia los designios que tienes para nosotros y nuestros seres queridos. Nunca sacies esta sed que tengo de ti y nunca me abandones ni te alejes de mí ni de la gente que yo amo.

Todo esto te lo pido, por la intersección de la Virgen María, tu madre a quién no le niegas nada.

Para terminar este escrito, quiero compartir un pequeño extracto de un poema que me llegó por Internet, que únicamente reafirma lo que ya se ha dicho. De un autor desconocido:

…No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelanto,porque para allá vamos todos.Además, lo mejor de él: el amor, sigue en tu corazón.

¿Quien podría decir que Jesús esta muerto?No hay muerte... hay mudanza.Y del otro lado te espera gente maravillosa:Gandhi, Miguel Angel, Whitman, San Austin,La Madre Teresa, tu abuelo y mi madre…

Con mucho cariño y mi más sentido pésame por aquellas muertes recientes y las no tan recientes pero que todavía duelen como si hubieran sido ayer.

NO LO OLVIDES, MUJER

-¿Quién entiende a las viejas?- Me preguntaba mi amigo Manuel, confundido y adolorido.

Yo encogiendo los hombros y poniéndole una mueca, que le daba a entender que no tenia respuesta, le contesté: “Ni yo misma me entiendo, no me preguntes por las demás”

-¿Qué opinas de la carta?- Me cuestionó.
-¡Dásela! Se la merece.- Le dije. - ¡Le vas a romper el corazón!... Si es que tiene-

No me arrepiento haberte dicho que te amaba, mujer.
Ni de ofrecerte un amor, que el tiempo no marchitaría:
¡Perenne primavera, siempre, para ti florida!
Ni siquiera lamente, haber desatrancado
las puertas de mi corazón para albergarte ahí,
y dejarte, a tu antojo invariablemente, entrar y salir
¡Pero de amarte ahora con este sufrir…!

Si tu sonreír timorato, tu humildad fingida,
Tus miradas, con supuesto amor, alborotadoras y expresivas
y esa vocecita tierna, enloquecedora, y contrastante
con ese cuerpo tan exquisito que me provocaba amarte,
fueron tus armas para desmantelarme… ¡Lo conseguiste!
Y ahora dime, ¿Qué quieres hacer de mí, así?

Lo único que hice fue darte amor y ternura,
y tú, me correspondiste mal, mujer;
pagando los frutos de mi apego, con desdén.
Dime, ¿Por qué me abandonaste así?
¿Por qué sólo dejaste noches cargadas
de insomnio y amarga soledad?
Si tuvieras respuesta, dime por qué, mi bien.

La gente piensa que sólo los hombres podemos
ser viles, infames, canallas o truhanes.
Yo lo pensaba también… ¡Hasta que te conocí!
Veo, que, contigo mujer: ¡Me equivoqué!
“El ruin, delante.” Con enojo, me advertí.

Mi vida hoy, se ha tornado indiferente; te lo debo a ti.
Es por ti, esta enfermedad de amor;
Tengo anemia de alegría y voluntad.
El espejo me ha hecho recodar
Que con barbilla luzco, verdaderamente, mal;
pero… ¡Qué más da!
Ahora en vez de besos: cigarrillos.

Mi corazón se cansó de perdonar tanta doblez.
¿Mas quien soy yo para juzgarte? Ese no es mi deber.
Mejor que yo, tus motivos sabrás. Yo no te juzgo, no soy quien;
Que te juzgue y (si acaso lo mereces),
Dios, perdone tu infame proceder.

Si tu corazón no me pertenece,
por mí mujer: ¡Que te vaya bien!
¡Te deseo siempre la mejor de las suertes!
Y si rendida estas a los pies de un hombre casado,
sus migajas, tal vez, son todo lo mereces.
Mas no olvides nunca el amor sincero y entregado,
de este que no es nadie; solo el hombre que más te ha amado.

¡CLARO QUE LAS PREFIEREN CABRONAS!



Volví a hacerlo, este vicio me va a matar. Hablo de los cigarrillos, de nada más. Estoy fumando otra vez: iracunda, furiosa, rabiosa. Esta vez no es culpa de mis desamores: esta vez, es culpa tuya, mi amigo falso. Te creí más inteligente, pero ¿sabes? Me equivoque. ¡Es una pena! Es una pena que existan hombres como tú. Habría que hablar con tus padres seriamente al respecto. Se les olvido enseñarte a decir la verdad, algo tan primordial e importante a los ojos, no sólo, de Platón sino a los míos también. A ti que tanto te gusta leer, de la manera más atenta, te suplico: Lee con urgencia el “Manual de urbanidad y buenas maneras”, de Manuel Antonio Carreño.

Las drogas destruyen -el alcohol es una de ellas- y creo que tú ya volaste demasiado alto con ellas. La imaginación es estupenda, maravillosa, plausible, pero sabes qué: mejor escribe un libro y a mí, no me metas en tus historias imaginarias y en tus fantasías eróticas mediocres. ¿Yo me pregunto en que momento tu cerebro primitivo le contó a tu pene que me gustabas, me atraías o peor aun que estuvimos juntos en algún momento?

Te lo voy a pintar claro, por si remotamente el cacahuate que tienes a cambio de cerebro, no vislumbra como debe ser: El que yo sea amable, cordial, simpática y risueña contigo, y, que incluso, disfrute tu compañía y/o tus pláticas, no significa que te estoy dando un pase directo para entrar a mi cuerpo. No te sientas especial: ¡No lo eres! No es bueno difamar a una mujer para reafirmar tu hombría. Por favor, no andes diciendo que fui tuya, que me dejas mal: ¿No ves qué tú, no te mereces a alguien como yo?

Y por favor, si no lo quieres hacer por mí, hazlo por evitar la maldición yucateca. No olvides: El que obra mal, se le pudre el "pirix". Yo, en realidad, no es que sea mala, pero desearía se te pudra, se te encoja, se te arrugue o se te caiga con las pretensiones, poco mal intencionadas, de que tu que tu miembro, pierda el ego tan grande que tiene-probablemente lo único grande que tenga (“Dime de que presumes y te diré de que careces”)- y tu cabeza recupere su autonomía y, su capacidad de raciocinio y sentido común, que aparentemente perdió en aquella borrachera y nunca recuperó.

La próxima vez que nos veamos dímelo en mi cara… ¡A ver, si te atreves! Dime ¿Me prefieres cabrona? Tal pareciera que si.

JKO

sábado, 26 de enero de 2008

ACERCA DE MIS DOTES DE ESCRITORA


Hoy, atiborrada de libros de filosofía, varios diccionarios, un libro en inglés de reglas para escritores y varias paginas de Internet abiertas, me disponía a terminar un escrito que inicié hace un par de semanas atrás. Una vez más, por considerarme neófita y con falta de información, deje a un lado mi escrito, proponiéndome investigar un poco mas al respecto antes de concluirlo. Ese fue el pretexto y la justificación perfecta que me permitieron cerrar el archivo, para iniciar otro sin culparme de ser una desidiosa que deja todo sin terminar.


Por un momento, olvidando lo grande que es la ciudad donde ahora vivo, deje que pensamientos de chica pueblerina (¿Qué van a pensar de mí?), junto con la voz constante y sonante de mi hermanita en mi cabeza (¡Di que no fue cierto!, que estas provocando polémica aquí), interrumpieran mis tan disfrutadas y tan sagradas horas de escritura.


Mi madre, me salió con una historia confusa acerca de los futuribles y los pasibles. Intentó, con una parábola de un sándwich, explicarme que ni el pasado ni el futuro podrían cambiarse y, que, lo único que en realidad teníamos era nuestro presente. Explicó, que los seres humanos siempre nos comíamos el pan del sándwich (pasado y futuro) y nos olvidábamos de la parte más importante: el queso y el jamón (o sea el presente). Yo sin entender aún el porque del mensaje le conteste, alegre y juguetonamente, que olvidaba lo tragoncita que yo solía ser, y que, aunque prefería torta de cochinita pibil, inclusive así, si me asentaban un sándwich calientito, me lo comería todo de principio a fin. También mencionó haber estado un poco enferma y pensé tratando de entenderla, que la gripa y la calentura, quizás la pudieron haber hecho delirar un poco más que a mi, el churro de marihuana que me eché el día anterior cuando me senté a escribir.


Mi cuñado decidió llamar a mi hermanita preguntando si me pensaba divorciar. Se cuestionó y discutió con ella el porqué de mi entrañable e inexplicable escrito, concluyendo, que los medicamentos que mi mamá tomaba para la gripa, probablemente me estaban haciendo efecto a mí.


Acto seguido, y antes que el pánico cundiera y se hiciera más polémica de la que ya se había hecho, mi hermana menor, cual autentica portavoz de la familia, decidió desesperadamente contactarme por todos los medios posibles (Teléfono, Celular, Mensajes, E-mail, Messenger) para esclarecer la situación acerca de mi ultimo escrito.


-¡Di que no fue cierto! Que estas provocando polémica con aquí .- Me dijo.


Por algún momento, yo misma en mis adentros me pregunté, dudosa, si se refería al tema del escrito o al comentario de haber fumado un inocente y poco adictivo cigarrito de marihuana.
Mi primo me preguntó qué me había fumado, lo cual, me pareció fuera de lugar puesto que, en mi pequeño y tan despreocupado prefacio, claramente lo había yo mencionado: un churro de marihuana, aunque claro, conociendo al bandido y sus turbias intenciones, no tuve mas que esperarme un par minutos para que, bajando la voz y volteando a ver por todos lados, como si ocultara algo, me preguntara acerca de la calidad y el precio del estupefaciente, y las dificultades para haberlo conseguido; sin mencionar un comino acerca de mi último escrito y si este, le había parecido bueno o no.


No faltó la amiga chismosa y desconfiada que me escribió con tono de reproche: Querida cookie, te perdono no habérmelo confiado, pero ahora con detalles, fechas y nombres, cuéntamelo todo.


Mi amigo el resentido tampoco tardó en aparecer. Después mencionar, con dejo de reclamo, un par de veces que ni si quiera el anillo le habían devuelto, de llamarme insensible y cuestionarme, como si fuera yo de piedra y él tuviera el derecho, por qué todas las mujeres éramos unas zorras convenencieras, yo muy amablemente le anuncié que no se ofendiera, pero que estaba a punto de bloquearlo no sólo de mi Messenger si no también de mi vida (un consejo que un día me dieron y yo bien lo tome: Alejarte de la gente que hace daño ); no sin antes hacerle hincapié que lo sentía mucho, pero que no era mi culpa sino, probablemente, la de su pie tan pequeño y su ego tan grande, lo que había ocasionado que su ex lo haya dejado en el altar.


Recibí una llamada de mi tía Ramona “la solterona”, (¡Que horror hasta su nombre y su apodo riman!) quien me animaba a recuperar aquel amor del pasado y en forma imperativa y enérgica me dijo, que no dejara que pasara lo mismo que a ella le pasó. Me sentí un poco mal conmigo misma al sonreír burlonamente desde el otro lado del teléfono, pensando que a mi querida tía, a medida que pasaba el tiempo sobre ella, los medios de transporte le iban quedando fuera de alcance ya que, aparentemente, no sólo se le había ido el tren si no que ahora se le estaba yendo el avión también. ¿Acaso había olvidado que yo ya era casada?

Recibí también, algunas críticas un poco mas objetivas al escrito que a mi vida amorosa y sentimental:


La peor de todas fue la de mi esposo que con aire despreocupado, que probablemente infartaría a la mitad de mis 6 lectores, y con un tono burlesco por la conmoción tan grande que había ocasionado mi escrito, me dijo, sacando al malvado que lleva dentro de sí, en ingles: “You need to get a job”. ¡Debieron de haber visto mi cara de muñequito de Messenger =/! Y haciéndole mención de la frase: “Conecto, luego existo…si no conecto, luego insisto”, de la querida filosofa moderna Isabel Salazar, para demostrarle la relevancia del Internet, como medio de supervivencia social y el Messenger, como punto de reunión y comunicación, lo amenace en tono infantil: -¡Mereces que te bloquee a ti también! -


La respuesta que más me hizo reír y me consoló un poco (debo admitir) fue la de mi papa que, con ese humor que lo caracteriza y que, seguramente, herede de él, respondió sencilla pero halagadoramente a mi artículo: “La carta no se envió, probablemente, porque estabas bien drogada. ¡Felicidades! Papá”


Un par de amigos, que me quieren y me aprecian mucho, y unos familiares más me dijeron que fue un escrito muy bonito; no se si por el cariño tan grande que me tienen o porque en realidad lo hayan sentido así.


Otro amigo, que pareciera no siente tanto cariño por mí, me sorprendió por su extremada sinceridad: -¡Tu escrito estuvo horrible! No lo entendí. ¿Estabas borracha cuando lo escribiste?-Preguntó. Yo, aunque le rebatí diciendo que para entenderlo, se necesitaba conocer el significado de las palabras y le sugerí el uso del diccionario, le agradecí su comentario, sintiendo que había sido, auque no el mas conocedor ni alentador, si uno de los mas críticos a la obra y no al autor.


Después de analizar y darme cuenta que la única revuelta fuera ocasionada por la “aparente confusión” de mi estado emocional y sentimental y no por la exaltación de los sentidos a causa del poema; me he cuestionando, seriamente, acerca de mis dotes de escritora. Es mas, no sé, si estoy mas sorprendida por eso o porque, en una frase que pudiendo ser tan cierta o falsa como mi poema, confesando que: con premeditación, alevosía y ventaja, tuve un encuentro cercano con las drogas, a nadie le haya importado un reverendo cacahuate y nadie, ni siquiera un mayor, haya dicho nada al respecto. ¿Qué en estos tiempos modernos, ya nadie se preocupa por la juventud?


Pero bueno como cada día me repito: Este es un mundo extraño donde nos toco vivir.

-¡Di que no fue cierto!, que estas provocando polémica aquí- La frase de mi hermanita me atosiga y me retumba el cerebro.


-¡Coño! ¿Que de irrelevante tiene todo eso?-me cuestiono al tiempo que recuerdo cuánto odié siempre el chisme de pacotilla de mi pequeña ciudad.


-Lo único de vital importancia, es que, quien me lea no se mantengan impasible, indiferente y abúlico a mis escritos; que al leerlos ellos roben suspiros, evoquen recuerdos o personas que nos hicieron sufrir o gozar; provoquen sonrisas, alegrías o por qué ¿no? llanto y sufrimiento; que hagan recordar sueños, aventuras, pasiones; que se pueda hallar en sus palabras amor o desamor, aliento de vida, esperanza o enajenamiento causado por la vehemencia y arrebato de alguna pasión; no importa si fueran las más sublimes, las más reprochables, las más tiernas o las más temibles.¡Si! Eso es lo principal y de lo demás… ¡Nada importa!-Me respondí al tiempo que daba por concluido mi escrito y me determinaba a escribir siempre lo que me viniera en gana.