domingo, 27 de julio de 2008

CREO QUE ES NECESARIO DETENER

Menos poesía y más concentración fue siempre lo que me hizo falta a la hora de sentarme a estudiar para mis exámenes. “Habrá poesía”, era una frase a la que le temía en esas noches limítrofes y aparentemente cortas, en esas noches de libros gruesos por leer y pocas ganas de hacerlo. Aún me pregunto porque esos momentos fueron de los más fecundos. No es que me gustara divagar, de eso estoy segura. Pero había algo. Por eso, aún te culpo por aquellos exámenes en los que me fue mal y te agradezco la poesía (o sus vagos intentos) y tanta inspiración.

Creo que es necesario detener mi estudio por un momento;
¡De nuevo tú vuelves a irrumpir en mi pensamiento!¡De nuevo imagino estar contigo, de nuevo, que siento y toco tu piel!(Ya estoy contando los días que faltan para volverte a ver).

Estoy aquí y al mismo tiempo no; mi cuerpo, sin más remedio,se quedó conmigo, pero mi pensamiento se ha escapado, allá donde tu estás. Trato de concentrarme pero en cada instante, cada minuto, cada segundo, este insistente y loco pensamiento de pensarte, no me deja en paz. Solamente quiere hablar de ti, no interesa nada de administración, matemáticas o economía, sólo importamos tú y yo y nuestro amor.

Y mira el grado al que ha llegado todo esto que sucumbí una vez más:Dejé todo para después y me senté a escribir, y a pensar un rato en ti.No puedo evitarlo, siempre estás en mi mente y aunque a veces trato de ignorarte, no resulta, tal pareciera que a ti no te molesta importunarme así.¡Mírame, me siento como tonta cada vez que peleo contigo de esta manera!Dejemos ya esto, que tengo cosas por hacer.Te he dedicado el tiempo que no tengo. No, no me pidas un minuto más.¡Vamos no seas celoso, que no pienso en nadie más!Es sólo que… ¡tú sabes, tengo que estudiar!

Pronto nos veremos,¡No se diga más!Quizá en otra sesión de estudio nos volvamos a encontrar,Tal vez me robarás unos minutos pero... ¡nada más¡ Ya vete que la noche acaba, se ha hecho corta y yo debo terminar. Uno de estos días nos volveremos a encontrar...

JKO

viernes, 25 de julio de 2008

AL CHINITO



¡Qué alegría da decir que tengo un gemelo!
Bueno, más bien yo diría que es como mi abuelo:
¡Gruñón, cascarrabias y calvo!
Pero es mi chinito y con pelo o sin pelo,
no deja de ser mi gemelito.

JKO

A MI MADRE

Yo no quiero hablar diciendo
cuán perfecta y cuán excelente
es mi madre, pues la Perfección
y la Excelencia sólo Dios las tiene,
mas mi madre acercóse en tal manera,
pues un ángel caída es del cielo
y simulando entre la gente ser humana,
en el fondo, lleva el alma,
cual celestial mensajero.

Madre, conversión
que de un momento a otro sucedió,
siendo vida has convertido en vida,
algo que en tu vientre se formó,
mas privilegiada eres de este modo,
pues el Don que llevas en el cuerpo,
nuestro Dios sólo a las madres se los dio.

Y sé que no eres perfecta
y también que no eres excelente,
mas para mí: ¡Perfecta y excelente!
por el simple hecho
de permitirme llamarte ‘mamá’.

martes, 15 de julio de 2008

domingo, 6 de julio de 2008

EN UNA TARDE DE LLUVIA NOSTALGICA Y DESCONECTADA




No es la ventana con gotas aplastadas y nubes llorosas, es el refugio obligado, la soledad de la tarde desvanecida, su tono mate. Es la tristeza que se siente si se mira a través de ella cuando no hay nadie afuera. Es el ruido del aguacero que ahoga mis plantas y las quiebra.

No es el calor y mucho menos el bochorno de mi tierra; es el afecto lo que se extraña, la compañía de todos y de nadie. Es el bullicio que mata al silencio cuando rara vez existe; son los secretos en voz baja de la gente chismosa, que son malintencionados, pero que divierten; son los desayunos sabatinos con exceso de necedades y dolor de estomago de tanto reír; las comidas de los domingos familiares donde todos hablan y nadie se escucha, y sobretodo, donde se come rico y a montón. No es que no me gusten los domingos gringos, es sólo que no me caen bien, porque te hacen trabajar, por negreros, porque son todo, menos familiares.

No es que no me lleve bien con tus amigos raros, es que extraño a los míos. No es el vecino que no saluda aunque ya me conoce, no es el gordito nuevo que no pasa desapercibido y tira clandestinamente sus restos de comida en el jardín de su vecino, ni el vejete cubano que se cuela descaradamente delante de mí en la cola de la farmacia y que lleva en la mano medicinas para la próstata. Tampoco es la llamada de la tarde que me canceló y frustro mis planes de salir. Son las manos desconocidas que deje de ver, que antes me saludaban o me abrían la puerta amablemente o inclusive, me cedían el lugar. Es recibir la invitación de la fiesta de cumpleaños a la que no podré ir o el mensaje del la reunión que sin duda me perderé. Es desear estar ahí cuando se juntan. Es saber que no llegaré.

No es dieta, ni ganas de no cocinar, tampoco es pereza, es falta de amor propio porque no me gusta cocinar para mí. No me motiva. Además, no me gusta la lechuga sin preparar y el tomate de la Florida tiene salmonella y te enferma cuando lo comes. No es no necesitar un buen baño, son ganas de ayudar al planeta cuidando el agua que ya casi no hay. No es flojera de arreglar la casa que está de cabeza y pide a gritos auxilio, son más bien las intenciones de ahorrar ganas y dejarlas para luego, ahora que estamos en recesión.

Llueve a cantaros, pero no es la ventana con gotas aplastadas y nubes llorosas. Tampoco es estar sin perro que me ladre (con el perro del vecino del tercer piso tengo suficiente). Es la tarde nostálgica con gatos dormidos y silenciosos. Es la tarde solitaria y silente. Es el ruido de mi i-pod que se quedo sin audífonos porque los gatos los mordieron antes de dormir. Son los libros que no tienen ganas de ser leídos porque hay poca luz. Es la música que no toca porque se hace nada con el ruido de los truenos, porque se pierde en el estruendo que provocan. Es la computadora apagada porque le da miedo quemarse con los rayos y, que los bomberos no lleguen a tiempo para rescatarla.

No es la tarde lluviosa que en otras ocasiones puede encantarme más, si no la tarde lluviosa sin compañía con quien disfrutarla y sin aparatos eléctricos funcionando. Es la tarde lluviosa que sin ti se ha vuelto melancólica, que sin electricidad, se ha vuelto taciturna. No es que no me guste el silencio, si no que es tanto, que yo sola no me doy abasto para acabar con él. No es el encierro que otros días no molesta, son las ganas de salir por saber que no se puede salir. Es sentirme obligada. No es depresión, es nostalgia. (Eso dice mi vecinita alegre).Quisiera culparte (siempre es mejor tener a alguien a quien culpar), pero no puedo. De verdad no eres tú, no podrías serlo, si tú ni si quiera estás. No eres tú, soy yo cuando estoy desconectada, porque es cuando resulta que no se cómo lidiar con mi soledad…

JKO