martes, 13 de octubre de 2009

¡DIOS SE PERDIÓ!

Esta es una carta abierta a todo aquel que se le dé la gana de leerla. No es romántica, no tiene poesía, no está bonita, ni tiene intenciones de divertir. En realidad es sólo un intento desesperado para hacer algo bueno de este mundo que poco a poco se está yendo a la mierda.

¡Calma! No es para alarmarse. Bueno, sí lo es, pero tratemos de tomar las cosas con ecuanimidad. No corran, no empujen, caminen, por favor. No hay prisa para irse al infierno. Si es necesario, que alguien abofetee al par de histéricos de allá atrás. Si, díganles que es de mi parte.

Ahora sí. Tratemos de encontrar la calma, donde no la hay. No es noticia oficial. Tampoco tengo la certeza, pero me lo parece: ¡Dios está perdido! O por lo menos, yo no sé dónde está. Yo creo que por eso no se ha enterado de lo que pasa, pero no dudo del tremendo problemón en el que estamos metidos los seres humanos. Se los resumo en dos palabras: crueldad animal.

No hay inventos. Un mapache despellejado, aún vivo, levanta la cabeza un par de veces y abre y cierra los ojos, tratando de aferrarse a la vida que lo ha dejado sin esperanzas (y sin piel). Un chango bebé se queja y llora como un niño de 2 años, mientras hacen experimentos con él. Las facciones de su cara con miedo y dolor se graban en mi mente, especialmente porque se asemejan a las facciones de un ser humano. Una vaca, lista en el matadero, amarrada de las patas y puesta boca arriba, parpadea un par de veces como esperando la muerte, resignándose a ella sin entender que ha hecho, antes de que su verdugo la degollé. Un zorro tensa de dolor las patas delanteras y la lengua mientras un chino arranca la piel desde sus patas traseras, luego de haber sido golpeado contra el suelo sin haber muerto. Animales que quedan ciegos, con quemaduras o heridas en la piel a causa de experimentos realizados por grandes compañías( no se imaginan la cantidad de empresas que realizan experimentos con animales); animales que son echados vivos a cacerolas con agua o peor aún, aceite hirviendo; animales que son golpeados con palos, herramientas de metal sólo por sus pieles o siendo más terrible que esto, por diversión o tradición (háblese de circos, corridas, caza, etc.); animales encerrados en jaulas que mueren aplastados, que llegan a mataderos con huesos rotos, agonizando…Como dirían los cubanos: ¡ñooo! ¿Qué diablos le pasa al ser humano? No hay inventos: escribe las palabras crueldad animal en youtube.com o visita las paginas http://www.peta.org/, http://www.wspa-usa.org/, http://www.wspa-international.org/, http://www.petaenespanol.com/, www.uga.edu/sos y veras que no.
La cantidad de animales que sufre diariamente (y muere) es increíble. Me la he pasado investigando al respecto por los últimos dos meses: Leyendo toda la información que recibo de PETA, visitando las páginas de internet que anteriormente mencioné, viendo videos de cómo la gente maltrata y mata a sangre fría a animales en nombre de la moda, la alimentación, la diversión. Es deprimente. Muchas noches me quede llorando en vez de escribir. Me ganó la tristeza, la impotencia. Se me partió el alma. Con todo esto, no he podido evitar preguntarme dónde está Dios para ayudar a esos animalitos, dudar de él, de su omnipotencia. ¿Por qué deja que pasen estas cosas?, ¿Por qué no castiga a toda esa gente? ¿Por qué no hace nada para evitarlo? ¿Por qué? Quisiera saber ¿Por qué?

También descubro que en el fondo no hay pureza ni bondad en mi alma. Me pregunto cómo puede existir gente en este planeta con un alma tan llena de maldad (si acaso tuvieran alma) y deseo que Dios se entere pronto y sea un Dios castigador, vengativo, cruel. Por eso le rezo, le cuento, le pido lo peor. Espero que me escuche, que aparezca pronto. Deseo que la gente que lastima animales sufra lenta y dolorosamente, sin piedad, sin consideraciones. Luego después de haber sufrido lo que se merecen, deseo que Dios los llame de manera pronta a su reino, si acaso pudieran merecerlo; sino, que sus almas se hagan carbón en el infierno, como dirían los gringos ASAP (“as soon as possible”, lo que quiere decir, tan pronto como sea posible). Espero, que nadie rece ni pida por ellos, para que sus almas nunca sean salvas.

El problema es que la gente que lastima animales la hay por todos lados. Por eso me encuentro odiando a más de la mitad del planeta: odio a los canadienses que matan focas inocentes; odio a los españoles que disfrutan las corridas y para ser sinceros, me da gusto cuando veo en la tele que un toro lanza al aire como trapo a un torero; odio a los franceses que se disfrazan de animales y los portan con orgullo colgado a los hombros; odio a los daneses que matan ballenas y me prometo no volver a comer sus malditas galletitas deliciosas; odio a los chinos que hasta ahora, son los que más crueles me han parecido y deseo que todos ellos desaparezcan, al fin y al cabo este planeta, si de algo sufre, es de exceso poblacional. Odio a los mexicanos que hacen peleas de gallos. Odio a Costco cuando descubro que vende pieles de borrego y me da coraje no haber tenido mis calcomanías de PETA ( Personas en el trato por la ética en los animales, por sus siglas en inglés People for the Ethical Treatment of Animals) para pegarlas sobre ellas. Odio a la compañía que hace los M & M’s porque experimenta con animales y porque hace chocolates deliciosos que amo, pero ya nunca más volveré a comer. Odio a la gente de los circos que obliga a los animales a bailar al son que ellos tocan. Odio a la gente que le gusta la caza. También a los que les gusta la pesca como deporte. Odio a mi esposo cuando me dice que si no tuviera que comer, se comería a mis gatos. Odio a la gente que lastima animales y a la gente que nada le mueve para defenderlos. A decir verdad, odio a todos y me siento como Calamardo, el personaje de Bob esponja, que se la pasa odiando al mundo entero y sólo desea que Bob esponja y el tonto de Patricio desaparezcan del océano. El problema es que con odiar, no hago suficiente; por eso escribo.

Mahatma Gandhi bien dijo: “Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. Yo agrego: la grandeza del alma puede ser juzgada en el amor que se procura a otros seres vivos, especialmente a aquellos que no son capaces de defenderse por sí mismos, llámese niños, gente desvalida o animales.

Por favor no maltrates a los animales, ni dejes que otros lo hagan. Grábate esto: los animales, al igual que el ser humano, tienen capacidad de sentir dolor. Crea conciencia en tus hijos, para que ellos lo hagan con sus hijos. Si no amas a los animales, por lo menos respétalos. Ellos tienen el mismo derecho de vivir que nosotros. Si los amas, defiéndelos; firma peticiones para que se acabe este infierno que están viviendo, conviértete en miembro activo de las organizaciones que abogan por ellos, hay muchas maneras de ayudarlos incluso dando “clicks” desde tu computadora. Infórmate, no hay nada peor que vivir en la ignorancia. Afuera, la crueldad existe, quítate la venda. Aprende a reconocer la crueldad y no te tapes los ojos cuando la veas. Si a ti te duele ver esas imágenes, imagínate a ellos. Con que te de pena o sentimiento, no los ayudas: toma acciones urgentes. Averigua teléfonos importantes para llamar en caso de crueldad animal. No contribuyas a este maltrato: evita ir a circos y espectáculos donde usan animales. No uses objetos de piel, ni de cuero, existen muchos buenos sustitutos, recuerda que los animales necesitan más su piel que tú una bolsa, un abrigo o un cinturón. Lee las etiquetas de los productos que consumes; busca las palabras no probado en animales o libre de crueldad animal. Si consumen productos animales (carne, huevos, leche), reconoce la importancia de comer productos orgánicos. Lo más importante es que te informes: lee, pregunta, escríbele a las compañías de los productos que consumes diariamente, ellos están obligados a contestarte. Tú tienes derecho a saber qué comes y que usas: sé un consumidor informado. Hay tanto que se puede hacer para ayudar…y tan poca gente que esté dispuesta y comprometida a hacerlo.

Por favor, comprométete, haz de tu estilo de vida, un estilo libre de crueldad animal y si de casualidad en el camino te encuentra a Dios, dile. Cuéntale qué diablos estamos haciendo con todas sus pequeñas criaturas.