Menos poesía y más concentración fue siempre lo que me hizo falta a la hora de sentarme a estudiar para mis exámenes. “Habrá poesía”, era una frase a la que le temía en esas noches limítrofes y aparentemente cortas, en esas noches de libros gruesos por leer y pocas ganas de hacerlo. Aún me pregunto porque esos momentos fueron de los más fecundos. No es que me gustara divagar, de eso estoy segura. Pero había algo. Por eso, aún te culpo por aquellos exámenes en los que me fue mal y te agradezco la poesía (o sus vagos intentos) y tanta inspiración.
Creo que es necesario detener mi estudio por un momento;
¡De nuevo tú vuelves a irrumpir en mi pensamiento!¡De nuevo imagino estar contigo, de nuevo, que siento y toco tu piel!(Ya estoy contando los días que faltan para volverte a ver).
Estoy aquí y al mismo tiempo no; mi cuerpo, sin más remedio,se quedó conmigo, pero mi pensamiento se ha escapado, allá donde tu estás. Trato de concentrarme pero en cada instante, cada minuto, cada segundo, este insistente y loco pensamiento de pensarte, no me deja en paz. Solamente quiere hablar de ti, no interesa nada de administración, matemáticas o economía, sólo importamos tú y yo y nuestro amor.
Y mira el grado al que ha llegado todo esto que sucumbí una vez más:Dejé todo para después y me senté a escribir, y a pensar un rato en ti.No puedo evitarlo, siempre estás en mi mente y aunque a veces trato de ignorarte, no resulta, tal pareciera que a ti no te molesta importunarme así.¡Mírame, me siento como tonta cada vez que peleo contigo de esta manera!Dejemos ya esto, que tengo cosas por hacer.Te he dedicado el tiempo que no tengo. No, no me pidas un minuto más.¡Vamos no seas celoso, que no pienso en nadie más!Es sólo que… ¡tú sabes, tengo que estudiar!
Pronto nos veremos,¡No se diga más!Quizá en otra sesión de estudio nos volvamos a encontrar,Tal vez me robarás unos minutos pero... ¡nada más¡ Ya vete que la noche acaba, se ha hecho corta y yo debo terminar. Uno de estos días nos volveremos a encontrar...
JKO
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domingo, 27 de julio de 2008
miércoles, 13 de febrero de 2008
NECESITAMOS VALOR…
Nada me ha sorprendido más esta semana, que la respuesta de la gente a mi último escrito "Todo pasa, todo pasa". Varios fueron los que se identificaron con él y me escribieron para hacerme algún comentario o para compartir conmigo una anécdota al respecto. Me siento muy agradecida de que sientan esa confianza para acercarse a mí, pero sobretodo, me alegra que el escrito les haya servido o dado alguna palabra de aliento o motivación (como muchos me comentaron). Al haberlos escuchado con mucha atención y teniendo en mente una frase particular y repetitiva, me inspiré a escribir unas palabras más en forma de poesía.
SE NECESITA VALOR
Se necesita valor para sobrellevar los males del corazón.
Se necesita valor para hablar claro y con la verdad.
Se necesita valor para entender cuando una persona no te ama.
Se necesita valor para no volver a caer en la tentación que se sabe, será tu perdición.
Se necesita valor para entender que hay promesas que se las lleva el viento.
Se necesita valor para esperar algo que se sabe nunca llegará.
Se necesita valor para aguantar el dolor, cuando no queda de otra.
Se necesita valor para salir a delante cuando todos los sueños edificados se deshicieron como castillos de arena cuando los soplo el viento.
Se necesita valor para decirle a adiós a la persona que se quiso ir.
Se necesita valor para no llorar aunque te hayan arrancado el corazón y lo hayan hecho añicos.
Se necesita valor para decir adiós cuando no se quiere, pero es necesario.
Se necesita valor para continuar cuando se ha perdido el sentido.
Se necesita valor para aceptar que la palabra nosotros, nunca volverá a ser lo que una vez se deseo: para siempre.
Se necesita mucho valor para sobrellevar los males del corazón.
Junto con este poema, quisiera compartirles uno de los comentarios que recibí, muy acertado por cierto, de una de mis lectoras habituales: "Hace falta mucha presencia de animo y valentía, para salir adelante después de haber perdido al ser amado (por el motivo que sea). Pero tengo la impresión, de que cualquier ser humano es capaz de soportar mucho más de lo que creemos".
Yo creo que ella tiene mucha razón. Todo ser humano es, no sólo capaz de soportar mucho más de lo que cree, si no que además, cuando "todo pasa", se da cuenta, que no sólo no lo mato, si no que lo hizo más fuerte. Cuando todo pasa, todo también, pasa. ¡Nunca lo olviden! Y sobre todo, no pierdan los ánimos.
YO NECESITO VALOR
Después de repetir tantas veces la frase "Se necesita valor", no pude evitar recordar un pensamiento que tuve no hace mucho, una tarde que me encontré frente a una pila de platos sucios de varias semanas. Fue una frase que me salio directa del alma: ¡Se necesita valor para lavar todo eso! En verdad, fue un pesar para mí cuando lo dije. Pero he descubierto que no hay nada mejor, como que uno se burle de sus propias desgracias. Yo sé que nada tiene que ver con lo que les pasa, sin embargo, me dio por cambiar drásticamente el sentido del poema y adecuarlo a lo que yo considero, son mis pesares del momento. Me gustaría compartirlo con ustedes esperando robarles una sonrisa y lograr que sus penas se mitiguen, aunque sea, un poquito.
YO NECESITO VALOR
Yo necesito valor para lavar la pila de platos que se acumula cada dos semanas.
Yo necesito valor para entender que la ropa no se lava, ni se guarda sola y peor aun, aceptar que no puedo ir a comprar paquetes de calzones nuevos, cada vez que mi cajón se queda vació.
Yo necesito valor para lavar el baño.
Yo necesito valor para aceptar que la comida no se va a cocinar sola. También para aceptar que la única manera de calmar mis ansias de comida mexicana, es comiendo en "Taco Bell".
Yo necesito valor para entender que no puedo mentarle la madre a todo el mundo que se lo merece, ni debo dudar acerca de mi capacidad para resolver las diferencias por la vía pacifica.
Yo necesito valor para pretender que no soy amable, hablar menos de lo que siempre lo hago y negar mi teléfono (aunque me esté sonando en la bolsa) a la gente que se acerca a mí fingiendo amistad pero que, a los cinco minutos, me dejan saber sus intenciones de querer probar los manjares de mi cuerpecito. ¿Eh, y el cine y la cena? Sobre todo en estos momentos, necesito mucho valor para recordar el punto anterior.
Yo necesito valor para no comer chocolate todos los días, para ignorar todas las propuestas indecorosas que recibo en los supermercados de los diferentes paquetes y sobre todo, evitar guiarme por sus apariencias físicas y sucumbir a la tentación de comerlos completitos.
Yo necesito valor para aceptar que cuando intento hablar por teléfono en ingles, mis muecas, ademanes y demás movimientos con el cuerpo no sirven para nada.
Yo necesito valor para no poner cara de estúpida y fingir que entiendo todo lo que me dicen cuando me hablan en "cubano".
Yo necesito valor para atreverme a decir tanta idiotez.
Si, para muchas cosas en esta vida: ¡Se necesita valor! ¿O no?
JKO
SE NECESITA VALOR
Se necesita valor para sobrellevar los males del corazón.
Se necesita valor para hablar claro y con la verdad.
Se necesita valor para entender cuando una persona no te ama.
Se necesita valor para no volver a caer en la tentación que se sabe, será tu perdición.
Se necesita valor para entender que hay promesas que se las lleva el viento.
Se necesita valor para esperar algo que se sabe nunca llegará.
Se necesita valor para aguantar el dolor, cuando no queda de otra.
Se necesita valor para salir a delante cuando todos los sueños edificados se deshicieron como castillos de arena cuando los soplo el viento.
Se necesita valor para decirle a adiós a la persona que se quiso ir.
Se necesita valor para no llorar aunque te hayan arrancado el corazón y lo hayan hecho añicos.
Se necesita valor para decir adiós cuando no se quiere, pero es necesario.
Se necesita valor para continuar cuando se ha perdido el sentido.
Se necesita valor para aceptar que la palabra nosotros, nunca volverá a ser lo que una vez se deseo: para siempre.
Se necesita mucho valor para sobrellevar los males del corazón.
Junto con este poema, quisiera compartirles uno de los comentarios que recibí, muy acertado por cierto, de una de mis lectoras habituales: "Hace falta mucha presencia de animo y valentía, para salir adelante después de haber perdido al ser amado (por el motivo que sea). Pero tengo la impresión, de que cualquier ser humano es capaz de soportar mucho más de lo que creemos".
Yo creo que ella tiene mucha razón. Todo ser humano es, no sólo capaz de soportar mucho más de lo que cree, si no que además, cuando "todo pasa", se da cuenta, que no sólo no lo mato, si no que lo hizo más fuerte. Cuando todo pasa, todo también, pasa. ¡Nunca lo olviden! Y sobre todo, no pierdan los ánimos.
YO NECESITO VALOR
Después de repetir tantas veces la frase "Se necesita valor", no pude evitar recordar un pensamiento que tuve no hace mucho, una tarde que me encontré frente a una pila de platos sucios de varias semanas. Fue una frase que me salio directa del alma: ¡Se necesita valor para lavar todo eso! En verdad, fue un pesar para mí cuando lo dije. Pero he descubierto que no hay nada mejor, como que uno se burle de sus propias desgracias. Yo sé que nada tiene que ver con lo que les pasa, sin embargo, me dio por cambiar drásticamente el sentido del poema y adecuarlo a lo que yo considero, son mis pesares del momento. Me gustaría compartirlo con ustedes esperando robarles una sonrisa y lograr que sus penas se mitiguen, aunque sea, un poquito.
YO NECESITO VALOR
Yo necesito valor para lavar la pila de platos que se acumula cada dos semanas.
Yo necesito valor para entender que la ropa no se lava, ni se guarda sola y peor aun, aceptar que no puedo ir a comprar paquetes de calzones nuevos, cada vez que mi cajón se queda vació.
Yo necesito valor para lavar el baño.
Yo necesito valor para aceptar que la comida no se va a cocinar sola. También para aceptar que la única manera de calmar mis ansias de comida mexicana, es comiendo en "Taco Bell".
Yo necesito valor para entender que no puedo mentarle la madre a todo el mundo que se lo merece, ni debo dudar acerca de mi capacidad para resolver las diferencias por la vía pacifica.
Yo necesito valor para pretender que no soy amable, hablar menos de lo que siempre lo hago y negar mi teléfono (aunque me esté sonando en la bolsa) a la gente que se acerca a mí fingiendo amistad pero que, a los cinco minutos, me dejan saber sus intenciones de querer probar los manjares de mi cuerpecito. ¿Eh, y el cine y la cena? Sobre todo en estos momentos, necesito mucho valor para recordar el punto anterior.
Yo necesito valor para no comer chocolate todos los días, para ignorar todas las propuestas indecorosas que recibo en los supermercados de los diferentes paquetes y sobre todo, evitar guiarme por sus apariencias físicas y sucumbir a la tentación de comerlos completitos.
Yo necesito valor para aceptar que cuando intento hablar por teléfono en ingles, mis muecas, ademanes y demás movimientos con el cuerpo no sirven para nada.
Yo necesito valor para no poner cara de estúpida y fingir que entiendo todo lo que me dicen cuando me hablan en "cubano".
Yo necesito valor para atreverme a decir tanta idiotez.
Si, para muchas cosas en esta vida: ¡Se necesita valor! ¿O no?
JKO
martes, 5 de febrero de 2008
TODO PASA, TODO PASA
A mi queridísima amiga “Sabritona”
Mucha gente piensa por lo alegre que soy, que mi vida siempre ha sido “color de rosa”, que a mí nunca me ha tocado sufrir. Si me pidieran ponerle titulo a mi vida, como si fuera una película, creo que le pondría: “Las bonitas igual lloran”. No es que sea la mujer más hermosa del mundo, pero sin duda mi autoestima y mi vanidad femenina simplemente no me permite bajarme a más. Tampoco es que mi vida sea tan dramática como el titulo lo sugiere, pero qué puedo hacer si lloro con facilidad.
Por eso, lloré cuando la gata, de un salto, cazó al pajarito azul que venía todos los días a comer alpiste; o cuando supe que a mi perro lo tuvieron que dormir porque le había llegado su hora; o cuando tuve que entregar al gatito que recogí de la calle, porque yo no tenia el dinero que se necesitaba para cuidar de él como se merecía; o cuando el chico del que estaba enamorada, me dejó porque se había fastidiado de jugar conmigo. Pero no sólo lloro por animales. Por eso, también lloré cuando mi mejor amiga de la secundaria se mudo a otro estado, cuando troné mi primera materia en la “prepa” y me sentí la más tonta de todo el colegio, cuando “Don senor” me prohibió llevarme con su hija porque pensaba que yo era una mala influencia para ella, cuando papá decidió irse de la casa aunque me haya heredado su televisión gigante y cuando descubrí que el amor podía tener mil caras e igual numero de máscaras y a veces, era pagado con desamor. Mi memoria no me falla en esta, por eso me recuerdo llorando también, cuando descubrí que el amor lo podía todo, incluso “cagarla”. Así que lloré inconsolablemente, como tantas veces, a pesar que mi mejor amigo me pidió que no lo hiciera, desde el otro lado del teléfono.
Creo que es algo normal para una chica joven como yo. Nada que haya amargado mi existir eternamente. Eso sí, ese dolor me ha dejado ver que tengo corazón, aunque algunas veces quisiera no tenerlo. A veces, quisiera ser una mujer frívola y práctica, como alguna gente que conozco. Desgraciadamente, no tuve el gusto de conocer a Sanders Peirce ni a Nietzsche. Quizá un poco de su pragmatismo me hubiera servido bien. Creo que me ha tocado llorar más de la cuenta por tener siempre los sentimientos “a flor de piel”. No es que me guste sufrir por gusto, pero simplemente no puedo evitarlo. Soy así: una chica sensible y “chechona” .
En mi corta experiencia de vida, puedo decir que no hay nada peor, que no poder estar con la persona amada. Por el motivo que sea. Bien lo dice Pablo Neruda: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Es tan largo el olvido. Sí, yo lo sé bien. Por eso entiendo por lo que estas pasando, mi querida amiga. ¡Claro que te entiendo cuando me dices que te duele! Después de todo, alguna vez sufrí lo mismo que tú.
Sé que poco se puede hacer o decir para consolar un corazón herido, un corazón tan herido como lo está el tuyo. No te digo que no llores, ¿con qué cara haría eso? A veces, hace falta llorar una tempestad entera para curar el alma o al menos para tranquilizarla. Pero tú estate segura de algo, créeme cuando te digo: Todo pasa, todo pasa, aunque a veces se tenga que sentir un diluvio para que la calma llegue y se pueda ver todo con claridad. Todo pasa, todo pasa y esto como todo, pasará también.
El mejor consuelo, yo lo hallé escribiendo. Fue la mejor medicina y la mejor catarsis para mi alma atribulada. Con el paso del tiempo, de mi adolescencia a mi juventud, descubrí que después de todo, un poco de sufrimiento no nos cae nada mal. Yo creo que nos hace ser mejores “seres humanos” al permitirnos tener: la empatía necesaria para entender el sentir y sufrimiento de los demás, y la misericordia necesaria para compadecerse de los sufrimientos y pesares ajenos.
Un toque de sufrimiento en nuestras vidas, es como la sal a la comida. No es necesaria, pero le deja mejor sabor. La sal de la vida sin embargo, hay que tomarla con medida y precaución, puesto que corremos el riesgo de que se nos pase y nos sale nuestro existir. La comida salada se tira a la basura, aunque se peque tremendamente por el derroche. Pero, ni modos de tirarnos al bote porque dejamos que el sufrimiento nos invadiera de más. Ciertamente, esta opción no resulta muy viable para nosotros.
Uno no ama para ser herido, pero hay que correr el riesgo. Yo no me arrepiento nunca de haber amado, a pesar de que algunas veces, sufrí. Por eso, me permito compartir contigo este verso que escribí alguna vez que mi alma se encontraba acongojada. En aquellos tiempos cuando algunos de los primeros amores fueron, en vez de azúcar, como granitos de sal.
Aquella noche
Aquella noche quise arrancarte de mi alma,
Quise arrancar tu amor y tirarlo a la basura,
Quise que se ahogara entre tanta lágrima.
Fuiste fantasía que había perdido su lisura
Aquella noche decidí dejar de amarte
Porque sin duda tú ya me habías dejado.
Cerré los ojos y lloré al pensarte,
Al comprender que no me habías amado
Aquella noche intente borrar las palabras
Que escribiste lentamente en mi alma
Porque ya me había cansado de leerlas,
Sin que estas me dijeran nada.
Aquella noche me enfermé de ti
Dolor de cabeza de tanto pensarte
Dolor al ver que no eras bueno para mí.
Cuando entendí que no era bueno amarte
Aquella noche quise odiarte
Y me odie un poco por quererte así,
Quise abrir la jaula de mi amor y liberarte
para así, dejarte volar cual colibrí
Aquella noche fue la última
Que hiciste cachitos mi integridad
Porque entendí que nunca sería bueno
Amarte así, entre tanta soledad.
Aquella noche quise arrancarte de mí…
JKO
Mucha gente piensa por lo alegre que soy, que mi vida siempre ha sido “color de rosa”, que a mí nunca me ha tocado sufrir. Si me pidieran ponerle titulo a mi vida, como si fuera una película, creo que le pondría: “Las bonitas igual lloran”. No es que sea la mujer más hermosa del mundo, pero sin duda mi autoestima y mi vanidad femenina simplemente no me permite bajarme a más. Tampoco es que mi vida sea tan dramática como el titulo lo sugiere, pero qué puedo hacer si lloro con facilidad.
Por eso, lloré cuando la gata, de un salto, cazó al pajarito azul que venía todos los días a comer alpiste; o cuando supe que a mi perro lo tuvieron que dormir porque le había llegado su hora; o cuando tuve que entregar al gatito que recogí de la calle, porque yo no tenia el dinero que se necesitaba para cuidar de él como se merecía; o cuando el chico del que estaba enamorada, me dejó porque se había fastidiado de jugar conmigo. Pero no sólo lloro por animales. Por eso, también lloré cuando mi mejor amiga de la secundaria se mudo a otro estado, cuando troné mi primera materia en la “prepa” y me sentí la más tonta de todo el colegio, cuando “Don senor” me prohibió llevarme con su hija porque pensaba que yo era una mala influencia para ella, cuando papá decidió irse de la casa aunque me haya heredado su televisión gigante y cuando descubrí que el amor podía tener mil caras e igual numero de máscaras y a veces, era pagado con desamor. Mi memoria no me falla en esta, por eso me recuerdo llorando también, cuando descubrí que el amor lo podía todo, incluso “cagarla”. Así que lloré inconsolablemente, como tantas veces, a pesar que mi mejor amigo me pidió que no lo hiciera, desde el otro lado del teléfono.
Creo que es algo normal para una chica joven como yo. Nada que haya amargado mi existir eternamente. Eso sí, ese dolor me ha dejado ver que tengo corazón, aunque algunas veces quisiera no tenerlo. A veces, quisiera ser una mujer frívola y práctica, como alguna gente que conozco. Desgraciadamente, no tuve el gusto de conocer a Sanders Peirce ni a Nietzsche. Quizá un poco de su pragmatismo me hubiera servido bien. Creo que me ha tocado llorar más de la cuenta por tener siempre los sentimientos “a flor de piel”. No es que me guste sufrir por gusto, pero simplemente no puedo evitarlo. Soy así: una chica sensible y “chechona” .
En mi corta experiencia de vida, puedo decir que no hay nada peor, que no poder estar con la persona amada. Por el motivo que sea. Bien lo dice Pablo Neruda: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Es tan largo el olvido. Sí, yo lo sé bien. Por eso entiendo por lo que estas pasando, mi querida amiga. ¡Claro que te entiendo cuando me dices que te duele! Después de todo, alguna vez sufrí lo mismo que tú.
Sé que poco se puede hacer o decir para consolar un corazón herido, un corazón tan herido como lo está el tuyo. No te digo que no llores, ¿con qué cara haría eso? A veces, hace falta llorar una tempestad entera para curar el alma o al menos para tranquilizarla. Pero tú estate segura de algo, créeme cuando te digo: Todo pasa, todo pasa, aunque a veces se tenga que sentir un diluvio para que la calma llegue y se pueda ver todo con claridad. Todo pasa, todo pasa y esto como todo, pasará también.
El mejor consuelo, yo lo hallé escribiendo. Fue la mejor medicina y la mejor catarsis para mi alma atribulada. Con el paso del tiempo, de mi adolescencia a mi juventud, descubrí que después de todo, un poco de sufrimiento no nos cae nada mal. Yo creo que nos hace ser mejores “seres humanos” al permitirnos tener: la empatía necesaria para entender el sentir y sufrimiento de los demás, y la misericordia necesaria para compadecerse de los sufrimientos y pesares ajenos.
Un toque de sufrimiento en nuestras vidas, es como la sal a la comida. No es necesaria, pero le deja mejor sabor. La sal de la vida sin embargo, hay que tomarla con medida y precaución, puesto que corremos el riesgo de que se nos pase y nos sale nuestro existir. La comida salada se tira a la basura, aunque se peque tremendamente por el derroche. Pero, ni modos de tirarnos al bote porque dejamos que el sufrimiento nos invadiera de más. Ciertamente, esta opción no resulta muy viable para nosotros.
Uno no ama para ser herido, pero hay que correr el riesgo. Yo no me arrepiento nunca de haber amado, a pesar de que algunas veces, sufrí. Por eso, me permito compartir contigo este verso que escribí alguna vez que mi alma se encontraba acongojada. En aquellos tiempos cuando algunos de los primeros amores fueron, en vez de azúcar, como granitos de sal.
Aquella noche
Aquella noche quise arrancarte de mi alma,
Quise arrancar tu amor y tirarlo a la basura,
Quise que se ahogara entre tanta lágrima.
Fuiste fantasía que había perdido su lisura
Aquella noche decidí dejar de amarte
Porque sin duda tú ya me habías dejado.
Cerré los ojos y lloré al pensarte,
Al comprender que no me habías amado
Aquella noche intente borrar las palabras
Que escribiste lentamente en mi alma
Porque ya me había cansado de leerlas,
Sin que estas me dijeran nada.
Aquella noche me enfermé de ti
Dolor de cabeza de tanto pensarte
Dolor al ver que no eras bueno para mí.
Cuando entendí que no era bueno amarte
Aquella noche quise odiarte
Y me odie un poco por quererte así,
Quise abrir la jaula de mi amor y liberarte
para así, dejarte volar cual colibrí
Aquella noche fue la última
Que hiciste cachitos mi integridad
Porque entendí que nunca sería bueno
Amarte así, entre tanta soledad.
Aquella noche quise arrancarte de mí…
JKO
martes, 29 de enero de 2008
A OTRA COSA MARIPOSA
Ellas se divierten jugando con el viento. Al viento no le enoja en lo más mínimo porque se encuentra cautivado por ellas: por su belleza, por su alegría, por su elegancia y por su fragilidad. Ni si quiera cuando lo dejan, puede molestarse porque sabe que volverán, y lo harán bien perfumadas. Ellas vienen y van; libres, tan libres como el viento mismo.
También tienen debilidades: los
aromas florales. Son delicadas y frágiles como una flor, por eso, no son capaces de romperlas cuando se posan en ellas para robar su néctar. ¡Pequeñas ladronzuelas!, tienen debilidad por las flores y por los aromas que emiten, pero nadie las culpa, ni las acusa porque son todo un espectáculo en el jardín.
No cabe duda lo maravillosas que son. Por eso, el viento las adora y yo también. Si las mariposas hablaran, me gustaría enviar secretos y mensajes con ellas. Es una pena que no sea así. Pero quedaras muy sorprendido cuando descubras, a todo lo que accedieron de lo que les pedí.
MARIPOSAS
Dime si te han visitado mariposas
inquietas, aleteando con locura.
Hoy te las mandé ¿Las puedes ver?
¡Van cargadas de amor y de dulzura!
Te pensé cuando las vi por el jardín
por eso las llene de besos para ti,
besos cariñosos, en excesos y sinfín
que por algún motivo, olvide y no te di.
Les pedí también que te llevaran flores
pero ellas se dicen ligeras de vuelo,
con tantos brotes a los alrededores,
llevaron sólo esencias para cumplir mi anhelo.
Deja que tersas, se posen en tu piel,
te estoy mandando igual unas caricias,
aletearán con mucho esfuerzo y a granel,
delicadamente, te darán esas delicias.
No te preocupes del “efecto mariposa”
que nuestro sistema no es nada complejo.
Si mi alma aletea alborotada y contagiosa,
recibe mi afecto y también, forma parte del festejo
Manda un poco de amor de regreso
para hacer su venida menos ociosa .
¡No las retengas!, no son ni del viento.
Y cuando alcen vuelo, a otra cosa mariposa…
JKO
También tienen debilidades: los
aromas florales. Son delicadas y frágiles como una flor, por eso, no son capaces de romperlas cuando se posan en ellas para robar su néctar. ¡Pequeñas ladronzuelas!, tienen debilidad por las flores y por los aromas que emiten, pero nadie las culpa, ni las acusa porque son todo un espectáculo en el jardín.
No cabe duda lo maravillosas que son. Por eso, el viento las adora y yo también. Si las mariposas hablaran, me gustaría enviar secretos y mensajes con ellas. Es una pena que no sea así. Pero quedaras muy sorprendido cuando descubras, a todo lo que accedieron de lo que les pedí.
MARIPOSAS
Dime si te han visitado mariposas
inquietas, aleteando con locura.
Hoy te las mandé ¿Las puedes ver?
¡Van cargadas de amor y de dulzura!
Te pensé cuando las vi por el jardín
por eso las llene de besos para ti,
besos cariñosos, en excesos y sinfín
que por algún motivo, olvide y no te di.
Les pedí también que te llevaran flores
pero ellas se dicen ligeras de vuelo,
con tantos brotes a los alrededores,
llevaron sólo esencias para cumplir mi anhelo.
Deja que tersas, se posen en tu piel,
te estoy mandando igual unas caricias,
aletearán con mucho esfuerzo y a granel,
delicadamente, te darán esas delicias.
No te preocupes del “efecto mariposa”
que nuestro sistema no es nada complejo.
Si mi alma aletea alborotada y contagiosa,
recibe mi afecto y también, forma parte del festejo
Manda un poco de amor de regreso
para hacer su venida menos ociosa .
¡No las retengas!, no son ni del viento.
Y cuando alcen vuelo, a otra cosa mariposa…
JKO
lunes, 28 de enero de 2008
NO ME TOQUES
A mi querida amiga, sabiendo que te tomas todo esto, de la mejor manera posible.
Cuando yo era niña recibí de mis papas un libro infantil, para colorear titulado “No me toques”, donde aprendí, entre otras cosas, que si un hombre, feo y de aspecto maleante, trataba de acercarse demasiado a mí, tocarme o incomodarme de alguna manera, yo me alejara lo antes posible y les informara de lo ocurrido. También recuerdos unos anuncios en la televisión, poco elaborados, pero muy pegajosos; “Cuéntaselo a quien mas confianza le tengas” y mucho ojo ¿Eh?
Cuando creces, no sólo descubres a lo que se refería los libros y los anuncios exactamente y aquello en lo que tanto hincapié hacían tus papás, si no además, que no es siempre, un hombre feo y de aspecto maleante-como el del libro-, aquél que hace las propuestas indecorosa y pide ser tocado por ahí, “en sus partes más interesantes”.
Desgraciadamente, también descubres que no todo el mundo recibió los mismos libros y la misma educación que tú. Aquí es donde comienza mi historia. Tenemos algunos actores: La persona a quien mas confianza se le tuvo-Aunque no fuera la mejor indicada para dar un buen consejo-,o sea, yo (por eso soy capaz de contar la historia); el lascivo-casado-profesor-guapetón (En ese orden); y por último, la persona tontamente-enamorada-afectada, mi amiga.
También tenemos un escenario: Donde, los código de ética y moral, y la inocencia de la vez primera, resultan trasgredidos con un amorío a escondidas, a deshoras y a prisas, entre profesor-casado y alumna-“soltera”. Un espacio donde, la recomendación infantil “Mucho ojo” terminó siendo mal interpretada y reafirmada en una manera que no lo esperaría: ¿“Mucho ojo”? “Claro, ya se lo eché y la verdad, ¡Esta muy bien! Y por último, un mensaje del libro “No me toques” que resultó convertido, impensablemente, en una orden más que de índole preventivo y acusador, en una de índole sexual y direccional: ¡No me toques ahí, pendejo, más abajo!
Las consecuencias finales de esta situación resultan muy predecibles y poco tranquilizadoras: Un embarazo “accidental” que le hará pensar a mucha gente en la teoría de la generación espontánea (¡Pero si ni novio tenía!); una criatura que crecerá sin padre - por cierto, el cual ayudará en su manutención en lo que buenamente pueda (Cabrón, pero a la hora de "ponerle duro", bien que contribuyo)-; los sueños y el corazón de una adolescente partidos a la mitad y un poema poco consolador… (No me agites más el alma).
¡A LOS HIJOS EN VEZ DE “CUIDARLOS” (ENCERRARLOS), MEJOR EDUCARLOS Y HABLARLES CLARO!
NO ME AGITES MAS EL ALMA
No me agites más el alma
si sólo es para jugar con ella
y divertirte, haciendo
con tus dedos remolinos.
No me agites más
en este mar tormentoso,
si tu cuerpo sólo busca
liberarse en el mío.
No me agites los sentimientos,
ni me pidas que te quiera
mientras me haces el amor.
¡Porque más, no puedo!
No agites este torrencial nocturno
después de amarme.
¡Por qué no hay tiempo
para mis lágrimas de pleamar!
No me agites en esta vorágine
de sueños de arena
que se desmoronan
cuando finges no saber de mi.
No agites más en tus mentiras
¡Ya sé que no me amas!
¡Solo cierra la puerta cuando salgas!
Y vuelve… ¡Allá con quien te espera!
Cuando yo era niña recibí de mis papas un libro infantil, para colorear titulado “No me toques”, donde aprendí, entre otras cosas, que si un hombre, feo y de aspecto maleante, trataba de acercarse demasiado a mí, tocarme o incomodarme de alguna manera, yo me alejara lo antes posible y les informara de lo ocurrido. También recuerdos unos anuncios en la televisión, poco elaborados, pero muy pegajosos; “Cuéntaselo a quien mas confianza le tengas” y mucho ojo ¿Eh?
Cuando creces, no sólo descubres a lo que se refería los libros y los anuncios exactamente y aquello en lo que tanto hincapié hacían tus papás, si no además, que no es siempre, un hombre feo y de aspecto maleante-como el del libro-, aquél que hace las propuestas indecorosa y pide ser tocado por ahí, “en sus partes más interesantes”.
Desgraciadamente, también descubres que no todo el mundo recibió los mismos libros y la misma educación que tú. Aquí es donde comienza mi historia. Tenemos algunos actores: La persona a quien mas confianza se le tuvo-Aunque no fuera la mejor indicada para dar un buen consejo-,o sea, yo (por eso soy capaz de contar la historia); el lascivo-casado-profesor-guapetón (En ese orden); y por último, la persona tontamente-enamorada-afectada, mi amiga.
También tenemos un escenario: Donde, los código de ética y moral, y la inocencia de la vez primera, resultan trasgredidos con un amorío a escondidas, a deshoras y a prisas, entre profesor-casado y alumna-“soltera”. Un espacio donde, la recomendación infantil “Mucho ojo” terminó siendo mal interpretada y reafirmada en una manera que no lo esperaría: ¿“Mucho ojo”? “Claro, ya se lo eché y la verdad, ¡Esta muy bien! Y por último, un mensaje del libro “No me toques” que resultó convertido, impensablemente, en una orden más que de índole preventivo y acusador, en una de índole sexual y direccional: ¡No me toques ahí, pendejo, más abajo!
Las consecuencias finales de esta situación resultan muy predecibles y poco tranquilizadoras: Un embarazo “accidental” que le hará pensar a mucha gente en la teoría de la generación espontánea (¡Pero si ni novio tenía!); una criatura que crecerá sin padre - por cierto, el cual ayudará en su manutención en lo que buenamente pueda (Cabrón, pero a la hora de "ponerle duro", bien que contribuyo)-; los sueños y el corazón de una adolescente partidos a la mitad y un poema poco consolador… (No me agites más el alma).
¡A LOS HIJOS EN VEZ DE “CUIDARLOS” (ENCERRARLOS), MEJOR EDUCARLOS Y HABLARLES CLARO!
NO ME AGITES MAS EL ALMA
No me agites más el alma
si sólo es para jugar con ella
y divertirte, haciendo
con tus dedos remolinos.
No me agites más
en este mar tormentoso,
si tu cuerpo sólo busca
liberarse en el mío.
No me agites los sentimientos,
ni me pidas que te quiera
mientras me haces el amor.
¡Porque más, no puedo!
No agites este torrencial nocturno
después de amarme.
¡Por qué no hay tiempo
para mis lágrimas de pleamar!
No me agites en esta vorágine
de sueños de arena
que se desmoronan
cuando finges no saber de mi.
No agites más en tus mentiras
¡Ya sé que no me amas!
¡Solo cierra la puerta cuando salgas!
Y vuelve… ¡Allá con quien te espera!
NO LO OLVIDES, MUJER
-¿Quién entiende a las viejas?- Me preguntaba mi amigo Manuel, confundido y adolorido.
Yo encogiendo los hombros y poniéndole una mueca, que le daba a entender que no tenia respuesta, le contesté: “Ni yo misma me entiendo, no me preguntes por las demás”
-¿Qué opinas de la carta?- Me cuestionó.
-¡Dásela! Se la merece.- Le dije. - ¡Le vas a romper el corazón!... Si es que tiene-
No me arrepiento haberte dicho que te amaba, mujer.
Ni de ofrecerte un amor, que el tiempo no marchitaría:
¡Perenne primavera, siempre, para ti florida!
Ni siquiera lamente, haber desatrancado
las puertas de mi corazón para albergarte ahí,
y dejarte, a tu antojo invariablemente, entrar y salir
¡Pero de amarte ahora con este sufrir…!
Si tu sonreír timorato, tu humildad fingida,
Tus miradas, con supuesto amor, alborotadoras y expresivas
y esa vocecita tierna, enloquecedora, y contrastante
con ese cuerpo tan exquisito que me provocaba amarte,
fueron tus armas para desmantelarme… ¡Lo conseguiste!
Y ahora dime, ¿Qué quieres hacer de mí, así?
Lo único que hice fue darte amor y ternura,
y tú, me correspondiste mal, mujer;
pagando los frutos de mi apego, con desdén.
Dime, ¿Por qué me abandonaste así?
¿Por qué sólo dejaste noches cargadas
de insomnio y amarga soledad?
Si tuvieras respuesta, dime por qué, mi bien.
La gente piensa que sólo los hombres podemos
ser viles, infames, canallas o truhanes.
Yo lo pensaba también… ¡Hasta que te conocí!
Veo, que, contigo mujer: ¡Me equivoqué!
“El ruin, delante.” Con enojo, me advertí.
Mi vida hoy, se ha tornado indiferente; te lo debo a ti.
Es por ti, esta enfermedad de amor;
Tengo anemia de alegría y voluntad.
El espejo me ha hecho recodar
Que con barbilla luzco, verdaderamente, mal;
pero… ¡Qué más da!
Ahora en vez de besos: cigarrillos.
Mi corazón se cansó de perdonar tanta doblez.
¿Mas quien soy yo para juzgarte? Ese no es mi deber.
Mejor que yo, tus motivos sabrás. Yo no te juzgo, no soy quien;
Que te juzgue y (si acaso lo mereces),
Dios, perdone tu infame proceder.
Si tu corazón no me pertenece,
por mí mujer: ¡Que te vaya bien!
¡Te deseo siempre la mejor de las suertes!
Y si rendida estas a los pies de un hombre casado,
sus migajas, tal vez, son todo lo mereces.
Mas no olvides nunca el amor sincero y entregado,
de este que no es nadie; solo el hombre que más te ha amado.
Yo encogiendo los hombros y poniéndole una mueca, que le daba a entender que no tenia respuesta, le contesté: “Ni yo misma me entiendo, no me preguntes por las demás”
-¿Qué opinas de la carta?- Me cuestionó.
-¡Dásela! Se la merece.- Le dije. - ¡Le vas a romper el corazón!... Si es que tiene-
No me arrepiento haberte dicho que te amaba, mujer.
Ni de ofrecerte un amor, que el tiempo no marchitaría:
¡Perenne primavera, siempre, para ti florida!
Ni siquiera lamente, haber desatrancado
las puertas de mi corazón para albergarte ahí,
y dejarte, a tu antojo invariablemente, entrar y salir
¡Pero de amarte ahora con este sufrir…!
Si tu sonreír timorato, tu humildad fingida,
Tus miradas, con supuesto amor, alborotadoras y expresivas
y esa vocecita tierna, enloquecedora, y contrastante
con ese cuerpo tan exquisito que me provocaba amarte,
fueron tus armas para desmantelarme… ¡Lo conseguiste!
Y ahora dime, ¿Qué quieres hacer de mí, así?
Lo único que hice fue darte amor y ternura,
y tú, me correspondiste mal, mujer;
pagando los frutos de mi apego, con desdén.
Dime, ¿Por qué me abandonaste así?
¿Por qué sólo dejaste noches cargadas
de insomnio y amarga soledad?
Si tuvieras respuesta, dime por qué, mi bien.
La gente piensa que sólo los hombres podemos
ser viles, infames, canallas o truhanes.
Yo lo pensaba también… ¡Hasta que te conocí!
Veo, que, contigo mujer: ¡Me equivoqué!
“El ruin, delante.” Con enojo, me advertí.
Mi vida hoy, se ha tornado indiferente; te lo debo a ti.
Es por ti, esta enfermedad de amor;
Tengo anemia de alegría y voluntad.
El espejo me ha hecho recodar
Que con barbilla luzco, verdaderamente, mal;
pero… ¡Qué más da!
Ahora en vez de besos: cigarrillos.
Mi corazón se cansó de perdonar tanta doblez.
¿Mas quien soy yo para juzgarte? Ese no es mi deber.
Mejor que yo, tus motivos sabrás. Yo no te juzgo, no soy quien;
Que te juzgue y (si acaso lo mereces),
Dios, perdone tu infame proceder.
Si tu corazón no me pertenece,
por mí mujer: ¡Que te vaya bien!
¡Te deseo siempre la mejor de las suertes!
Y si rendida estas a los pies de un hombre casado,
sus migajas, tal vez, son todo lo mereces.
Mas no olvides nunca el amor sincero y entregado,
de este que no es nadie; solo el hombre que más te ha amado.
sábado, 26 de enero de 2008
EL AMOR PLASMADO EN LETRAS

El amor, a mi parecer, es el sentimiento más sublime, exquisito y majestuoso que puede sentir un ser humano por otro ser humano. Es un sentir que idiotiza, pero que feliz nos hace.
No hay un sentimiento más profundo que este y a lo largo de la historia el hombre siempre ha tratado de manifestarlo de diferentes maneras: música, poesía, literatura, películas, escultura, teatro, etc.
Yo puedo entender como es que películas como Casa Blanca, Moulin Rouge, Los amantes del circulo polar, DR. Zhivago o Ghost (por mencionar algunas) han logrado estrujarnos el corazón, al grado de sentir que se nos va estallar o a salir del cuerpo.
También, puedo comprender que existan canciones que por antonomasia son capaces de enchinarnos la piel al escucharlas como “I will always love you” de Whithey Houston, “My Heart will go on” de Celine Dione, “La Vie en rose” de Edit Piaf, “La diferencia” de Juan Gabriel o “El alma al aire” de Alejandro Saenz por mencionar unas pocas de las miles de canciones dedicadas al amor tan hermosas.
Incluso, no he dudado ni un instante en suspirar hondamente, cuando he leído frases arrobadoras y fascinantes de poesías como Volverán las oscuras golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer, “Detente sombra de mi bien esquivo” de Sor Juana Inés de la Cruz o “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” de Pablo Neruda (bueno si continuo no acabo). Yo estoy segura que la persona que dijo que la poesía es el espejo del alma, no se equivoco al hacer tal afirmación.
Y bueno, puedo mencionarles libros de amor apasionado que te deja el alma pendiendo de un hilo con el paso de una hoja tras la otra, libros que te estremecen como Romeo y Julieta de William Shakespeare, veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda (¡Otra vez este tipo!), Cumbres Borrascosas de Emily Bronte o la Dama de las Camelias de Alejandro Dumas.
Aún así con todo esto, creo que cuando se trata de hablar de la feria, cada quien habla como le va en ella. Yo he querido hablar de amor, pero no hallé versos que dijeran exactamente lo que quería. Por eso, me senté a escribir. Quizás, no escriba versos tan majestuosamente como los que ya se han escrito en los libros de poesía clásica. Quizás mis rimas no sean las más asonantes o peor aun, no le encuentren sentido a mi poesía. Pero si algo hay de cierto en todo esto, es que el día que escribí este poema, el amor se rebosaba de mi cuerpo y quería, de alguna manera, expresárselo a la persona que me provocaba esos sentimientos.
Quise un poema hallar
Quise, al pensarte con demasía vana
y sentir tu nombre recorrer mis venas,
hallar un poema que expresara
todas mis alegrías y mis penas.
Que expresara cuanto añoro
esas tardes que solíamos pasar,
el amor que se sentía en nuestras manos
cuando al fin se podrían entrelazar.
Uno que recordara aquellos besos
y caricias para sentir tu piel,
y de los suspiros que, en excesos,
al recordarte llegarían después.
Que dijera todo lo sentido
cuando tus labios pedían ser besados,
del aroma y los sueños edificados
que nacían al estar entre tus brazos.
De las risas que se escapaban
cuando me encontraba yo a tu lado
y de la felicidad que emanabas
al sentirte el hombre más amado.
Quise hallar un poema completo,
pero heme aquí sentada escribiendo;
el sentimiento que quise decir no pudo
ser encontrado en otros versos.
JKO
No hay un sentimiento más profundo que este y a lo largo de la historia el hombre siempre ha tratado de manifestarlo de diferentes maneras: música, poesía, literatura, películas, escultura, teatro, etc.
Yo puedo entender como es que películas como Casa Blanca, Moulin Rouge, Los amantes del circulo polar, DR. Zhivago o Ghost (por mencionar algunas) han logrado estrujarnos el corazón, al grado de sentir que se nos va estallar o a salir del cuerpo.
También, puedo comprender que existan canciones que por antonomasia son capaces de enchinarnos la piel al escucharlas como “I will always love you” de Whithey Houston, “My Heart will go on” de Celine Dione, “La Vie en rose” de Edit Piaf, “La diferencia” de Juan Gabriel o “El alma al aire” de Alejandro Saenz por mencionar unas pocas de las miles de canciones dedicadas al amor tan hermosas.
Incluso, no he dudado ni un instante en suspirar hondamente, cuando he leído frases arrobadoras y fascinantes de poesías como Volverán las oscuras golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer, “Detente sombra de mi bien esquivo” de Sor Juana Inés de la Cruz o “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” de Pablo Neruda (bueno si continuo no acabo). Yo estoy segura que la persona que dijo que la poesía es el espejo del alma, no se equivoco al hacer tal afirmación.
Y bueno, puedo mencionarles libros de amor apasionado que te deja el alma pendiendo de un hilo con el paso de una hoja tras la otra, libros que te estremecen como Romeo y Julieta de William Shakespeare, veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda (¡Otra vez este tipo!), Cumbres Borrascosas de Emily Bronte o la Dama de las Camelias de Alejandro Dumas.
Aún así con todo esto, creo que cuando se trata de hablar de la feria, cada quien habla como le va en ella. Yo he querido hablar de amor, pero no hallé versos que dijeran exactamente lo que quería. Por eso, me senté a escribir. Quizás, no escriba versos tan majestuosamente como los que ya se han escrito en los libros de poesía clásica. Quizás mis rimas no sean las más asonantes o peor aun, no le encuentren sentido a mi poesía. Pero si algo hay de cierto en todo esto, es que el día que escribí este poema, el amor se rebosaba de mi cuerpo y quería, de alguna manera, expresárselo a la persona que me provocaba esos sentimientos.
Quise un poema hallar
Quise, al pensarte con demasía vana
y sentir tu nombre recorrer mis venas,
hallar un poema que expresara
todas mis alegrías y mis penas.
Que expresara cuanto añoro
esas tardes que solíamos pasar,
el amor que se sentía en nuestras manos
cuando al fin se podrían entrelazar.
Uno que recordara aquellos besos
y caricias para sentir tu piel,
y de los suspiros que, en excesos,
al recordarte llegarían después.
Que dijera todo lo sentido
cuando tus labios pedían ser besados,
del aroma y los sueños edificados
que nacían al estar entre tus brazos.
De las risas que se escapaban
cuando me encontraba yo a tu lado
y de la felicidad que emanabas
al sentirte el hombre más amado.
Quise hallar un poema completo,
pero heme aquí sentada escribiendo;
el sentimiento que quise decir no pudo
ser encontrado en otros versos.
JKO
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