sábado, 26 de enero de 2008

ACERCA DE MIS DOTES DE ESCRITORA


Hoy, atiborrada de libros de filosofía, varios diccionarios, un libro en inglés de reglas para escritores y varias paginas de Internet abiertas, me disponía a terminar un escrito que inicié hace un par de semanas atrás. Una vez más, por considerarme neófita y con falta de información, deje a un lado mi escrito, proponiéndome investigar un poco mas al respecto antes de concluirlo. Ese fue el pretexto y la justificación perfecta que me permitieron cerrar el archivo, para iniciar otro sin culparme de ser una desidiosa que deja todo sin terminar.


Por un momento, olvidando lo grande que es la ciudad donde ahora vivo, deje que pensamientos de chica pueblerina (¿Qué van a pensar de mí?), junto con la voz constante y sonante de mi hermanita en mi cabeza (¡Di que no fue cierto!, que estas provocando polémica aquí), interrumpieran mis tan disfrutadas y tan sagradas horas de escritura.


Mi madre, me salió con una historia confusa acerca de los futuribles y los pasibles. Intentó, con una parábola de un sándwich, explicarme que ni el pasado ni el futuro podrían cambiarse y, que, lo único que en realidad teníamos era nuestro presente. Explicó, que los seres humanos siempre nos comíamos el pan del sándwich (pasado y futuro) y nos olvidábamos de la parte más importante: el queso y el jamón (o sea el presente). Yo sin entender aún el porque del mensaje le conteste, alegre y juguetonamente, que olvidaba lo tragoncita que yo solía ser, y que, aunque prefería torta de cochinita pibil, inclusive así, si me asentaban un sándwich calientito, me lo comería todo de principio a fin. También mencionó haber estado un poco enferma y pensé tratando de entenderla, que la gripa y la calentura, quizás la pudieron haber hecho delirar un poco más que a mi, el churro de marihuana que me eché el día anterior cuando me senté a escribir.


Mi cuñado decidió llamar a mi hermanita preguntando si me pensaba divorciar. Se cuestionó y discutió con ella el porqué de mi entrañable e inexplicable escrito, concluyendo, que los medicamentos que mi mamá tomaba para la gripa, probablemente me estaban haciendo efecto a mí.


Acto seguido, y antes que el pánico cundiera y se hiciera más polémica de la que ya se había hecho, mi hermana menor, cual autentica portavoz de la familia, decidió desesperadamente contactarme por todos los medios posibles (Teléfono, Celular, Mensajes, E-mail, Messenger) para esclarecer la situación acerca de mi ultimo escrito.


-¡Di que no fue cierto! Que estas provocando polémica con aquí .- Me dijo.


Por algún momento, yo misma en mis adentros me pregunté, dudosa, si se refería al tema del escrito o al comentario de haber fumado un inocente y poco adictivo cigarrito de marihuana.
Mi primo me preguntó qué me había fumado, lo cual, me pareció fuera de lugar puesto que, en mi pequeño y tan despreocupado prefacio, claramente lo había yo mencionado: un churro de marihuana, aunque claro, conociendo al bandido y sus turbias intenciones, no tuve mas que esperarme un par minutos para que, bajando la voz y volteando a ver por todos lados, como si ocultara algo, me preguntara acerca de la calidad y el precio del estupefaciente, y las dificultades para haberlo conseguido; sin mencionar un comino acerca de mi último escrito y si este, le había parecido bueno o no.


No faltó la amiga chismosa y desconfiada que me escribió con tono de reproche: Querida cookie, te perdono no habérmelo confiado, pero ahora con detalles, fechas y nombres, cuéntamelo todo.


Mi amigo el resentido tampoco tardó en aparecer. Después mencionar, con dejo de reclamo, un par de veces que ni si quiera el anillo le habían devuelto, de llamarme insensible y cuestionarme, como si fuera yo de piedra y él tuviera el derecho, por qué todas las mujeres éramos unas zorras convenencieras, yo muy amablemente le anuncié que no se ofendiera, pero que estaba a punto de bloquearlo no sólo de mi Messenger si no también de mi vida (un consejo que un día me dieron y yo bien lo tome: Alejarte de la gente que hace daño ); no sin antes hacerle hincapié que lo sentía mucho, pero que no era mi culpa sino, probablemente, la de su pie tan pequeño y su ego tan grande, lo que había ocasionado que su ex lo haya dejado en el altar.


Recibí una llamada de mi tía Ramona “la solterona”, (¡Que horror hasta su nombre y su apodo riman!) quien me animaba a recuperar aquel amor del pasado y en forma imperativa y enérgica me dijo, que no dejara que pasara lo mismo que a ella le pasó. Me sentí un poco mal conmigo misma al sonreír burlonamente desde el otro lado del teléfono, pensando que a mi querida tía, a medida que pasaba el tiempo sobre ella, los medios de transporte le iban quedando fuera de alcance ya que, aparentemente, no sólo se le había ido el tren si no que ahora se le estaba yendo el avión también. ¿Acaso había olvidado que yo ya era casada?

Recibí también, algunas críticas un poco mas objetivas al escrito que a mi vida amorosa y sentimental:


La peor de todas fue la de mi esposo que con aire despreocupado, que probablemente infartaría a la mitad de mis 6 lectores, y con un tono burlesco por la conmoción tan grande que había ocasionado mi escrito, me dijo, sacando al malvado que lleva dentro de sí, en ingles: “You need to get a job”. ¡Debieron de haber visto mi cara de muñequito de Messenger =/! Y haciéndole mención de la frase: “Conecto, luego existo…si no conecto, luego insisto”, de la querida filosofa moderna Isabel Salazar, para demostrarle la relevancia del Internet, como medio de supervivencia social y el Messenger, como punto de reunión y comunicación, lo amenace en tono infantil: -¡Mereces que te bloquee a ti también! -


La respuesta que más me hizo reír y me consoló un poco (debo admitir) fue la de mi papa que, con ese humor que lo caracteriza y que, seguramente, herede de él, respondió sencilla pero halagadoramente a mi artículo: “La carta no se envió, probablemente, porque estabas bien drogada. ¡Felicidades! Papá”


Un par de amigos, que me quieren y me aprecian mucho, y unos familiares más me dijeron que fue un escrito muy bonito; no se si por el cariño tan grande que me tienen o porque en realidad lo hayan sentido así.


Otro amigo, que pareciera no siente tanto cariño por mí, me sorprendió por su extremada sinceridad: -¡Tu escrito estuvo horrible! No lo entendí. ¿Estabas borracha cuando lo escribiste?-Preguntó. Yo, aunque le rebatí diciendo que para entenderlo, se necesitaba conocer el significado de las palabras y le sugerí el uso del diccionario, le agradecí su comentario, sintiendo que había sido, auque no el mas conocedor ni alentador, si uno de los mas críticos a la obra y no al autor.


Después de analizar y darme cuenta que la única revuelta fuera ocasionada por la “aparente confusión” de mi estado emocional y sentimental y no por la exaltación de los sentidos a causa del poema; me he cuestionando, seriamente, acerca de mis dotes de escritora. Es mas, no sé, si estoy mas sorprendida por eso o porque, en una frase que pudiendo ser tan cierta o falsa como mi poema, confesando que: con premeditación, alevosía y ventaja, tuve un encuentro cercano con las drogas, a nadie le haya importado un reverendo cacahuate y nadie, ni siquiera un mayor, haya dicho nada al respecto. ¿Qué en estos tiempos modernos, ya nadie se preocupa por la juventud?


Pero bueno como cada día me repito: Este es un mundo extraño donde nos toco vivir.

-¡Di que no fue cierto!, que estas provocando polémica aquí- La frase de mi hermanita me atosiga y me retumba el cerebro.


-¡Coño! ¿Que de irrelevante tiene todo eso?-me cuestiono al tiempo que recuerdo cuánto odié siempre el chisme de pacotilla de mi pequeña ciudad.


-Lo único de vital importancia, es que, quien me lea no se mantengan impasible, indiferente y abúlico a mis escritos; que al leerlos ellos roben suspiros, evoquen recuerdos o personas que nos hicieron sufrir o gozar; provoquen sonrisas, alegrías o por qué ¿no? llanto y sufrimiento; que hagan recordar sueños, aventuras, pasiones; que se pueda hallar en sus palabras amor o desamor, aliento de vida, esperanza o enajenamiento causado por la vehemencia y arrebato de alguna pasión; no importa si fueran las más sublimes, las más reprochables, las más tiernas o las más temibles.¡Si! Eso es lo principal y de lo demás… ¡Nada importa!-Me respondí al tiempo que daba por concluido mi escrito y me determinaba a escribir siempre lo que me viniera en gana.

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