lunes, 28 de enero de 2008

EN MEMORIA DE AQUELLOS QUE YA NO ESTÁN

EN MEMORIA DE AQUELLOS QUE YA NO ESTÁN

En memoria:
De ”La abue”, que al partir, dejó a Roberto sin quien lo regañe.
De su hijo a quien yo recuerdo con ojos brillosos y una hermosa sonrisa, mis queridos Tío Luís Carlos y Tía Marielena
De mi Tía Nelly, porque no dejo de imaginar lo maravilloso que hubiera sido todo, si no te hubieras ido tan pronto.
De tu papá, querido Manuel porque no importa l a religión, el cielo es para todos
De tu hermanito, Querido Lucas (Miguel Ángel) quien jugando entre nubes debe encontrarse con los pequeños ángeles.
Y de tu abuelita, Carlos (Porque ella poca o nula culpa se tuvo, que tú conmigo fueras medio patán).

Siete meses han pasado ya, desde que mí abuelita cerro los ojos para no volverlos a abrir más. Cuando recibí la noticia recuerdo haberme quedado en shock. Uno nunca esta preparado para perder a un ser querido, por muy enfermo que éste se encuentre (Y mucho menos cuando la muerte viene de sorpresa) Yo, una vez más, como en cada velorio que he asistido, volví a preguntarme acerca de por qué la gente muere.

-¿Por qué tuvo que morir, Señor?- Quizás todos los que hemos perdido a un ser querido alguna vez hicimos esta pregunta, un tanto más con cierto tono de reclamo que esperando una respuesta. Una pregunta muy sencilla de contestar, si volviéramos a nuestros días de educación primaria, donde nos enseñaron que morir correspondía a la última etapa del desarrollo de todo ser humano. La muerte es un fenómeno natural e inherente a cualquiera ser vivo, bien nos enseñaron desde pequeños, aunque sin duda alguna no entendiéramos la realidad del concepto como tal.También llamada necrosis, en una definición un tanto más científica, es la incapacidad de un miembro de sostener sus funciones homeostáticas locales. ¡Ah! Éste último concepto, en vez de esclarecer mis dudas las oscurece más y me hace preguntarme acerca del por qué de esta incapacidad.

Considerando que mi abuelita era una persona mayor, esa respuesta debería satisfacer mi cuestionamiento acerca de la ineludible muerte, sin embargo muertes aparentemente absurdas e injustas al ojo humano me hacen querer filosofar un poco más al respecto. Por ejemplo: Si es la última etapa del desarrollo de todo ser humano por qué mueren niños y gente joven que no han completado las primeras etapas de vida. ¿Y si es la ultima etapa de desarrollo porque Fidel Castro sigue vivo? (¡Bueno esa es harina de otro costal! ¿Verdad? Perdón, creo que me desvié). Sí, voy a filosofar un rato, a volar (En mi mente descongestionada y desintoxicada, no piensen mal) para tratar de hallar alguna respuesta, ya que no creo que estas puedan ser dadas por los científicos o médicos más ilustres del planeta.

¿Filosofar, yo? Corro a mis libros de filosofía y…¡Diablos! no hay mucho subrayado. En estos momentos de búsqueda sin respuesta desearía haberme mostrado un poco más interesada en mi clase de filosofía de la preparatoria y haberle prestado más atención a mis libros y no, a las aventuras amorosas de la profesora con el maestro del fabuloso mundo de la literatura.

No quiero sonar una falsa erudita en el tema ni tampoco sonar charlatana. La realidad es: ¡No sé nada de la muerte! La Tanatología es algo nuevo para mí como para muchos. No tengo respuestas consoladoras o iluminadoras por el momento. Ni tengo una respuesta maravillosa que bien se acople a nuestro sentir.

Pero les comparto, un recuerdo que me viene a la mente de una tarde, en la que mi abuelita ya estaba muy enferma. Por circunstancias extrañas del destino y sin motivo aparente, me nació ese día ir a misa-¡No, nadie me obligó!-. Uno de esos días en los que los herejes entran a una iglesia sin que esta se derrumbe. ¡Sí, no se derrumbó! Y heme ahí, escuchando una misa entre semana que ni siquiera me contaría para cumplir con los mandamientos del Señor.

Puedo recordar dos cosas esa tarde: Primero, el Padrecito era un gordito, joven, muy simpático que, a pesar del lenguaje sencillo y una manera poco rebuscada o rimbombante de hablar, por primera vez en mi vida logró captar mi atención para hacerme escuchar de principio a fin (bueno casi) una misa. Segundo, con la ecuanimidad, y el sosiego que no solo a mí, si no a muchos hubiera sorprendido, anunció que hacia un par de días atrás, su madre había fallecido.

Mi cerebro, ante tal desconcierto, voló inevitablemente por un momento (como siempre suele ocurrirme en las misas) hacia una visualización un poco más atinada a ese anuncio: un cuate tirado en el piso maldiciendo y llorando a cantaros, pataleando boca arriba y lamentando sus desgracias. Bueno, o haciendo esto un poco menos dramático, que al menos, al decirlo se le hubiera resquebrajado la voz o se le salieran un par de lagrimitas. Pero esto no ocurrió así. Y yo, regrese a la realidad cuando lo escuché hablando al respecto.

Bien claras recuerdo sus palabras:“Ustedes han de pensar que yo no quería a mi madre por la calma con la que ahora hablo de ella y la fortaleza que me invade y hace que no me quiebre. Dios bien sabe, cuánto amaba yo, a esa mujer. Yo soy un ser humano como cualquier otro y mi primera reacción fue de reclamo ante nuestro Señor: Sentí coraje, tristeza, dolor. Y entonces, una respuesta: ¡Que egoísta soy! Y Dios me permitió darme cuenta de ello. (En ese momento, todos [los ocho individuos que nos encontrábamos en misa ese día] nos quedamos viendo con cara de asombro y luego, un poco de entendimiento, como si la razón de su calma aparente fuera la locura que lo había trastornado). Primero, todo lo que tenemos en esta vida es prestado, nada ni nadie es nuestro y Dios es el único que decide cuando tomarlo de vuelta. Agradecido debiera estar, por el tiempo que me permitió tenerla conmigo. Segundo, como católicos que somos, creemos en la vida eterna después de la muerte. ¿Quién soy yo para tratar de retenerla y privarla de una vida eterna, sin sufrimiento alguno y junto a nuestro Dios, en paz eterna ?Y entiendo ahora que ella no murió, sólo pasó a una mejor vida. Pobre, no él que partió, si no el que se quedó. Pidámosle al Señor, si no, por el entendimiento, por la aceptación de sus designios para así, encontrar la paz y la templanza que se necesita en los momentos de mayor dolor. Dios me ha permitido aceptar lo que Él tiene preparado para mí. Por eso me encuentro en tanta paz y sé ahora, que ella también.”

Sus palabras, sabias e iluminadas, me cayeron como bomba, por eso no las olvido. Y en honor a esa gracia que albergan- y la poca gente que estuvo ahí para escucharlas-, me atrevo a transcribirlas con el afán de que, a través de esta facilidad de escribir que Dios me ha dado y la retentiva - poco usual que me caracteriza- para recordar de principio a fin aquél discurso, éstas palabras lleguen a aquellas personas para las que en realidad fueron hechas y brinden ese mismo conforte y paz inexplicables que invadían a este clérigo, ese bendito señor que tantas respuestas me dio.

De mis libros poco usados de filosofía escasa información pude hallar. Pero recordé unas palabras de San Agustín, que no por su exceso de uso en esquelas y tumbas deja de ser hermoso: “Una lágrima se evapora, una flor sobre mi tumba se marchita, mas una oración por mi alma la recoge Dios. No lloréis, amados míos, Voy a unirme con Dios y los espero en el cielo. Yo muero, pero mi amor no muere, yo os amaré en el cielo como los he amando en la tierra. A todos los que me habéis querido os pido que roguéis por mí, que es la mayor prueba de cariño.”

Cuando aparentemente nada queda, pero hay Fe, todo queda. Esa es la razón por la cual, yo aprendí a orar. No hace mucho aprendí una sabia frase: “La oración es la omnipotencia del hombre y la debilidad de Dios”. A quien sea que la haya inventado: ¡Yo le creo!, tanto como creo en el poder de la oración. Esta, es una pequeña y bien intencionada oración, en memoria de aquellos que ya no están y que tanta falta nos hacen.

Señor:
De esa debilidad tuya yo me cuelgo y me aprovecho con benevolencia, mi Dios. Con un poco de conveniencia y mucha humildad, me acerco hoy a ti, para pedirte por todas aquellas almas que has llamado a tu reino , aunque nosotros aquí en tu tierra no hemos querido, ni hemos estado de acuerdo (pensando que los llamaste antes de tiempo).

Te pido en especial por mí (No quiero sonar egocéntrica, pero de los pocos consejos que he tomado de un sacerdote, fue precisamente ese: ¡Pidan por los demás, pero también pidan por ustedes! y los consejos acertados yo siempre les pongo atención), por mis seres queridos y por los seres queridos de mis seres queridos, para que en los momentos de tribulación y pena, no nos gane la desesperanza y el dolor se mitigue o se haga minúsculo al pensar que aquellos a quienes te has llevado, Tú los cuidaras mejor que nosotros.

Danos la fortaleza y la templanza que se necesita para seguir adelante sin ellos y mucha humildad para aceptar con benevolencia los designios que tienes para nosotros y nuestros seres queridos. Nunca sacies esta sed que tengo de ti y nunca me abandones ni te alejes de mí ni de la gente que yo amo.

Todo esto te lo pido, por la intersección de la Virgen María, tu madre a quién no le niegas nada.

Para terminar este escrito, quiero compartir un pequeño extracto de un poema que me llegó por Internet, que únicamente reafirma lo que ya se ha dicho. De un autor desconocido:

…No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelanto,porque para allá vamos todos.Además, lo mejor de él: el amor, sigue en tu corazón.

¿Quien podría decir que Jesús esta muerto?No hay muerte... hay mudanza.Y del otro lado te espera gente maravillosa:Gandhi, Miguel Angel, Whitman, San Austin,La Madre Teresa, tu abuelo y mi madre…

Con mucho cariño y mi más sentido pésame por aquellas muertes recientes y las no tan recientes pero que todavía duelen como si hubieran sido ayer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque es muy doloroso perder a un ser querido deberia tranquilizarnos el saber que solamente estan descansando en la muerte como en un sueño profundo asi lo comparo Jesucristo cuando una niña habia muerto el dijo en Lucas 8:52 "Dejen de llorar porque no murio' sino que duerme".Si, Jesus resisito ala niña de la muerte y asi lo hara en el futuro en Juan 5:28,29 "todos los que estan en las tumbas conmemorativas oiran su voz y saldran".Sinduda que todos anhelamos ver a nuestros seres queridos que han muerto y vivir para siempre en la tierra hecha un paraiso lo cual pronto sera realidad segun Salmos 37:9-11,29,34 Atentamente ;lucero brillante, de facebook

JOHANNA dijo...

Gracias Lucero de nuevo por tu comentario. Perdona en haber tardado tanto en contestar.

Saludos