Para k. koosh,
la extraordinaria “pulga” que se ha robado mi corazón y no me lo quiere
devolver
Me parece que a ti no te importó mucho mi presencia el primer día que
nos conocimos. Yo nunca olvido esos “primeros días”: Tú estabas medio
dormida, mientras Mayte, la señora que
te cuida, te vestía y te peinaba con dos
colitas de caballo, una en cada lado. Tal vez no habían grandes expectativas
acerca de nada, incluso me atrevo a decir, que habían realmente muy pocas expectativas
acerca de lo que mi presencia podía
traerle a tu vida. Pero a mí me ese sentir no me incomodó.
Yo tenía muy claro mi propósito contigo; vine a hacer lo mejor posible,
a dar lo mejor de mí. Pero porfita,
no malinterpretes esta frase porque ese primer día, yo estaba muy lejos de ser
esa maestra perfecta que ya sabía todo lo que venía a enseñarte. De hecho,
estoy demasiado lejos de esa perfección, mi niña: yo soy un aprendiz como lo es
usted, señorita K. Créeme cuando te digo que yo estoy aprendiendo contigo:
todos somos aprendices en esta aventura llamada vida. Pero quiero que sepas que
vine a ti con la sóla idea de hacer todo lo que en mi estuviera posible para
ayudarte. Vine a ti, inspirada por otros niños que como tu tienen autismo. Vine
a darte lo mejor de mí, teniendo a Dios como motivo y motor: “Dios mueve
montanas” y también, me mueve a mí. Hago este trabajo con amor y paciencia
(tanta paciencia que Él me regala cada día). ¿Quieres saber mi secreto? Mi
único secreto es que guardo a Dios en mi corazón.
Yo no me espanté fácilmente con esos llantos tuyos (me reúso a llamarlos
berrinches porque la palabra “berrinche” me suena a malcriadez y yo entiendo la
función tan importante que esos llantos tenían para ti: eran el único medio de comunicación a tu alcance), pero
vaya que podías tener algunos de esos llantos verdaderamente grandes. Sin
embargo, yo no me dejé intimidar por ellos. ¡De ninguna manera! Estábamos en
esta aventura juntas las dos, todavía lo estamos. Quiero
que sepas que yo guardar é en mi corazón los momentos que han sido difícil entre
nosotras; cada llanto que has tenido, cada momento de frustración, enojo,
irritación, cada ocasión en la que hiciste volar tus juguetes al otro lado del
cuarto o jugaste nerviosamente con tus manos porque rebasé tus limites o te
exigí demasiado. Todos y cada uno de ellos los guardo porque son sutiles
recordatorios de la razón por la cual yo trabajo contigo y también, grandes
recordatorios de qué tan lejos has llegado desde que empecé a trabajar contigo
hace ya un poco más de un año atrás.
¡Cuánto has avanzado, K! Yo nunca voy a olvidar la primera vez que tú
dijiste: ¡Bye, mamá! Y mami empezó a llorar (y seguro sintió como no querer
irse nunca) y a Mayte se le llenaron los ojos de lágrimas y ¿a mí?, a mí tú por
dentro me hiciste llorar también porque todas nos sentimos tan emocionadas de
escuchar tu hermosa vocecita. O aquella vez que llamaste a Mayte a través de la ventada como cien
veces, repitiendo su nombre incansablemente porque tú querías estar con ella,
porque querías estar en el chisme y ella, ella no te llevó consigo. Ese día
cuando te escuche llamándola, no te reconocí, al principio, no podía creer que
eras tú la que la hablaba…ese día yo grabé
tu hermosa voz en mi corazón y aprendí a reconocerla también. Tampoco olvidaré aquel día en el que me
atraganté mientras tomaba agua y empecé a toser y tú te acercaste a mí y de manera espontanea,
me preguntaste en tu particular y divino modo: “¿Tú bien?” Mientras me dabas
dóciles palmaditas en la rodilla (porque no te había caído “el veinte” de que
las palmadas se dan en la espalda); tú me diste una mirada de sincera
preocupación y tu gesto me derritió por completo. Especialmente bello fue el día en el que me
pediste un abrazo y me dijiste “te quero, Juana” y me hiciste la terapista más
feliz sobre la faz de la tierra cuando escuche tus palabras, TUS palabras que
sin duda alguna, no sólo expresaron afecto si no que también, me hicieron
sentir que debía estar haciendo algo bien contigo. O uno de esos múltiples días
en los que trabajamos tanto y tan duro, en el que recuerdo que trataba de
enseñarte a tocar objetos en secuencia y tú hiciste un pequeño error al final;
yo te sonreí y te di una mirada expresiva como diciendo “casi lo logras,
pequeña” mientras ligeramente negué con mi cabeza. ¿Quieres saber que fue lo
que tú hiciste? Me sorprendiste de regreso con una mirada cómplice y una
sonrisa que denotaba un “Si, si, ya sé que me salió mal”. Tú me robaste el corazón en ese momento, ese
maravilloso momento que fue tan importante porque te encontré hermosamente
despierta y consciente de lo que pasaba a tu alrededor; porque ese día aun que
no te encontrabas perdida, yo sentí que
encontré a la K. que desde hace tiempo esperaba hallar. O como ayer, cuando
sentada al lado tuyo mientras terminaba de llenar papeleo del trabajo, extendiste
tu manita para que yo la sostuviera mientras tú tratabas fallidamente de dormir
tu siesta (pero no podías porque estabas demasiado emocionada por tu fiesta de
cumpleaños que estaba a unas escazas horas de empezar). Todos esos bellos momentos y todas esas risas
que me has provocado con esas pequeñas y tontas cosas que has hecho o dicho son
incontables (no tienes idea de lo graciosa que eres) y han valido la pena todos
y cada uno de esos momentos difíciles que hemos tenido y que todavía nos faltan
por tener.
Yo sé que todavía tenemos un largo camino por recorrer; tú aun necesitas
hablar más y ambas tenemos mucho por aprender.
Pero quería que sepas que estoy orgullosa de ti, mi pequeña pulga, de
todos tus logros, de todos esos momentos cuando tratas de decir lo que tienes
en la mente y tratas de entender lo que pasa a tu alrededor. Estoy muy
orgullosa de esa voz tuya tan entusiasta a la constantemente se le “traba la
lengua” con un lenguaje que pareciera no
ser tu lenguaje natal, pero que trata incansablemente de expresarse, hasta
llegar al grado de frustrarse. Yo entiendo tu frustración y tu nerviosismo
cuando esas palabras no salen bien dichas. Créeme, te entiendo perfectamente
porque te enseño en un lenguaje que no es el mío, que tampoco me sale de manera
natural (O Dios mío, si hasta ahora tú sigues pronunciando la palabra “tortuga”
mal, puedes echarme toda la culpa). Estoy muy complacida con tus logros porque
cada palabra nueva que tú dices, cada nueva expresión que eres capaz de leer de
nuestras caras, cada pequeño paso que das hacia adelante son mi mejor
recompensa, mi mejor refuerzo positivo, la mejor afirmación de que éste es el
lugar donde Dios quiere que yo esté. Tú eres parte de la razón por la cual yo
amo tanto mi trabajo y estoy extremadamente feliz de dedicar esta parte de mi
vida a tu pequeña y maravillosa persona.
Sé que no leerás esto pronto ya que estas a punto de cumplir sólo cuatro
añitos mañana. Pero yo espero que algún
día cuando puedas leer esto, tú te enteres de cuando yo te quiero y de lo
importante que tú eres para mí.
Con muchísimo
amor,
Johanna
To k, the extraordinary kiddo that stole my heart and does
not want to give it back!
It seems to me that you did not
care much about my presence the first day that we met. I never forget those “first days”. You were
half asleep and Mayte was dressing you up and doing your hair in two ponytails.
There were no high expectations about anything and I daresay, there were
indeed, really low expectations about what my presence could do in your life.
But I was fine with it.
I was very clear about my purpose
with you and I came to do my best with you. But please, do not misinterpret
this phrase, because that first day I was far away to be the perfect teacher
that knew it all. Actually I am still
very distant from that perfection my little girl; I am just a learner as you
are, Miss K., believe me when I say that I am learning with you, we all are
learners in this journey called life. But please, know that I came to you with the
idea of doing whatever it was in my hands to help you, I came inspired by other
children like you that have autism, but I would do my best because I came to
you, moved by God. I do this job with
love and patience (so much patience that God grants me every day). Do you want
to know my secret? My only secret is kind of simple… I keep God in my heart!
I did not get scared easily by your
meltdowns: oh boy! You could have big ones!
But I was not getting intimidated by them. No way! We were in this together, we still are…Know
that I will keep every hard moment we have gone through in my heart; every cry, every moment when you got
irritated, mad, frustrated, every occasion when you made toys flew over the
other side of the room or when your hands fidgeted because maybe, I pushed your
limits too much. I will keep them because they are friendly reminders of the
reason why I am here with you, and also, of how far you have gone since I
started working with you a little bit more than a year ago.
How far have you gone K! I will
never forget the first time you said: Bye mama! And mami started crying (and I
am quite sure she felt like not leaving anymore), Mayte got teary eyes and
inside, you made me cry too, because we were all so excited to hear your
beautiful little voice. Or the time when you called Mayte by the window a
hundred times because she did not take you with her outside the house and you
wanted to be there because you have always been such a pretty little nosey; when I first heard that voice of yours I was astonished,
I couldn’t believe that was you the one speaking aloud, that day I recorded
your voice in my heart forever and I learnt to recognize it too. Or the time
when you spontaneously asked me , in your own and unique way, “you okay?” when
I started coughing because I swallowed my water the wrong way and you patted my
knee (very closed to my back ;) nice going, K! ); you were genuinely worried
about me and your gesture melted my heart.
Or when you asked me for a hug and you said: “I loliu, Yuana!” And you made me the happiest therapist on earth with
your words, YOUR words that not only expressed affection but also, were
conveying that I must have been doing something good with you. Or one of those multiple days when we worked
so hard, I remember I was teaching you to touch objects in sequence and you
made a small mistake at the end; I
smiled and looked at you like saying with my eyes “almost, kiddo” while I
slightly shook my head. Do you want to know what you did? You surprised me back
with this knowing look and that “I am so aware that I did a mistake, oopsy!”
smile. That moment you stole my heart, that sole moment was so important because I found you
beautiful awake at what was happening around you; because that day you weren’t
lost and yet, I felt awfully excited to found you there. Or yesterday, when I was sitting down right
next to you trying to finish some paperwork and you extended your tiny little
hand so I could hold it while you were trying to fall asleep (but you couldn’t
because you were so excited about your upcoming birthday party). All those
beautiful moments and all laughs I have had by the silly things you have done
or said are countless (you have no idea how hilarious you are!!!) and they are
worth every single hard moment we have had, and that we will still have.
I know our journey is not over yet,
we still have a long path to walk; you still need to talk a lot more and we
both have a ton to learn. But I wanted you to know that I am so proud of you,
my little one, of all of your accomplishments, of all the times when you try so
hard to speak out what you have in your mind and try to make sense of the
environment around you. I am proud of that enthusiastic little voice of yours
that gets tongue tied so often by a language that is not native to you, but
that keeps trying and trying, even to frustration. I understand your
frustration and your nervousness when those words do not come out right.
Believe me, I do very well as I teach you in a language that it is not mine,
that it does not come naturally to me (if by now you are still mispronunciating
“turtle, oh Lord, you can blame it on me) . I am pleased about your
accomplishments because every new word you say, every new expression you are
able to read from our faces, every little step you take forward are my best
reward, my positive reinforcers, the best affirmation that this is the place
where God wants me to be. You are part of the reason why I love my job so much
and I am extremely happy of dedicating this part of my life to you.
I know that you won’t read this any
time soon as you are just turning four tomorrow. But I hope one day, when you
can read this, you can know how much I love you and how much I care for you.
Happy Birthday K. Koosh! With so much love,
Johanna
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