viernes, 4 de julio de 2014

Para k. koosh, la extraordinaria “pulga” que se ha robado mi corazón y no me lo quiere devolver


 



Para k. koosh, la extraordinaria “pulga” que se ha robado mi corazón y no me lo quiere devolver

Me parece que a ti no te importó mucho mi presencia el primer día que nos conocimos. Yo nunca olvido esos “primeros días”: Tú estabas medio dormida,  mientras Mayte, la señora que te cuida,  te vestía y te peinaba con dos colitas de caballo, una en cada lado. Tal vez no habían grandes expectativas acerca de nada, incluso me atrevo a decir, que habían realmente muy pocas expectativas acerca  de lo que mi presencia podía traerle a tu vida. Pero a mí me ese sentir no me incomodó.

Yo tenía muy claro mi propósito contigo; vine a hacer lo mejor posible, a dar lo mejor de mí. Pero porfita, no malinterpretes esta frase porque ese primer día, yo estaba muy lejos de ser esa maestra perfecta que ya sabía todo lo que venía a enseñarte. De hecho, estoy demasiado lejos de esa perfección, mi niña: yo soy un aprendiz como lo es usted, señorita K. Créeme cuando te digo que yo estoy aprendiendo contigo: todos somos aprendices en esta aventura llamada vida. Pero quiero que sepas que vine a ti con la sóla idea de hacer todo lo que en mi estuviera posible para ayudarte. Vine a ti, inspirada por otros niños que como tu tienen autismo. Vine a darte lo mejor de mí, teniendo a Dios como motivo y motor: “Dios mueve montanas” y también, me mueve a mí. Hago este trabajo con amor y paciencia (tanta paciencia que Él me regala cada día). ¿Quieres saber mi secreto? Mi único secreto es que guardo a Dios en mi corazón. 

Yo no me espanté fácilmente con esos llantos tuyos (me reúso a llamarlos berrinches porque la palabra “berrinche” me suena a malcriadez y yo entiendo la función tan importante que esos llantos tenían para ti: eran el único  medio de comunicación a tu alcance), pero vaya que podías tener algunos de esos llantos verdaderamente grandes. Sin embargo, yo no me dejé intimidar por ellos. ¡De ninguna manera! Estábamos en esta  aventura  juntas las dos, todavía lo estamos. Quiero que sepas que yo guardar é en mi corazón los momentos que han sido difícil entre nosotras; cada llanto que has tenido, cada momento de frustración, enojo, irritación, cada ocasión en la que hiciste volar tus juguetes al otro lado del cuarto o jugaste nerviosamente con tus manos porque rebasé tus limites o te exigí demasiado. Todos y cada uno de ellos los guardo porque son sutiles recordatorios de la razón por la cual yo trabajo contigo y también, grandes recordatorios de qué tan lejos has llegado desde que empecé a trabajar contigo hace ya un poco más de un año atrás.

¡Cuánto has avanzado, K! Yo nunca voy a olvidar la primera vez que tú dijiste: ¡Bye, mamá! Y mami empezó a llorar (y seguro sintió como no querer irse nunca) y a Mayte se le llenaron los ojos de lágrimas y ¿a mí?, a mí tú por dentro me hiciste llorar también porque todas nos sentimos tan emocionadas de escuchar tu hermosa vocecita. O aquella vez que llamaste  a Mayte a través de la ventada como cien veces, repitiendo su nombre incansablemente porque tú querías estar con ella, porque querías estar en el chisme y ella, ella no te llevó consigo. Ese día cuando te escuche llamándola, no te reconocí, al principio, no podía creer que eras tú la que la hablaba…ese día yo grabé  tu hermosa voz en mi corazón y aprendí a reconocerla también.  Tampoco olvidaré aquel día en el que me atraganté  mientras tomaba agua y  empecé a toser y  tú te acercaste a mí y de manera espontanea, me preguntaste en tu particular y divino modo: “¿Tú bien?” Mientras me dabas dóciles palmaditas en la rodilla (porque no te había caído “el veinte” de que las palmadas se dan en la espalda); tú me diste una mirada de sincera preocupación y tu gesto me derritió por completo.  Especialmente bello fue el día en el que me pediste un abrazo y me dijiste “te quero, Juana” y me hiciste la terapista más feliz sobre la faz de la tierra cuando escuche tus palabras, TUS palabras que sin duda alguna, no sólo expresaron afecto si no que también, me hicieron sentir que debía estar haciendo algo bien contigo. O uno de esos múltiples días en los que trabajamos tanto y tan duro, en el que recuerdo que trataba de enseñarte a tocar objetos en secuencia y tú hiciste un pequeño error al final; yo te sonreí y te di una mirada expresiva como diciendo “casi lo logras, pequeña” mientras ligeramente negué con mi cabeza. ¿Quieres saber que fue lo que tú hiciste? Me sorprendiste de regreso con una mirada cómplice y una sonrisa que denotaba un “Si, si, ya sé que me salió mal”.  Tú me robaste el corazón en ese momento, ese maravilloso momento que fue tan importante porque te encontré hermosamente despierta y consciente de lo que pasaba a tu alrededor; porque ese día aun que no te encontrabas perdida, yo sentí  que encontré a la K. que desde hace tiempo esperaba hallar. O como ayer, cuando sentada al lado tuyo mientras terminaba de llenar papeleo del trabajo, extendiste tu manita para que yo la sostuviera mientras tú tratabas fallidamente de dormir tu siesta (pero no podías porque estabas demasiado emocionada por tu fiesta de cumpleaños que estaba a unas escazas horas de empezar).  Todos esos bellos momentos y todas esas risas que me has provocado con esas pequeñas y tontas cosas que has hecho o dicho son incontables (no tienes idea de lo graciosa que eres) y han valido la pena todos y cada uno de esos momentos difíciles que hemos tenido y que todavía nos faltan por tener.

Yo sé que todavía tenemos un largo camino por recorrer; tú aun necesitas hablar más y ambas tenemos mucho por aprender.  Pero quería que sepas que estoy orgullosa de ti, mi pequeña pulga, de todos tus logros, de todos esos momentos cuando tratas de decir lo que tienes en la mente y tratas de entender lo que pasa a tu alrededor. Estoy muy orgullosa de esa voz tuya tan entusiasta a la constantemente se le “traba la lengua”  con un lenguaje que pareciera no ser tu lenguaje natal, pero que trata incansablemente de expresarse, hasta llegar al grado de frustrarse. Yo entiendo tu frustración y tu nerviosismo cuando esas palabras no salen bien dichas. Créeme, te entiendo perfectamente porque te enseño en un lenguaje que no es el mío, que tampoco me sale de manera natural (O Dios mío, si hasta ahora tú sigues pronunciando la palabra “tortuga” mal, puedes echarme toda la culpa). Estoy muy complacida con tus logros porque cada palabra nueva que tú dices, cada nueva expresión que eres capaz de leer de nuestras caras, cada pequeño paso que das hacia adelante son mi mejor recompensa, mi mejor refuerzo positivo, la mejor afirmación de que éste es el lugar donde Dios quiere que yo esté. Tú eres parte de la razón por la cual yo amo tanto mi trabajo y estoy extremadamente feliz de dedicar esta parte de mi vida a tu pequeña y maravillosa persona. 

Sé que no leerás esto pronto ya que estas a punto de cumplir sólo cuatro añitos mañana.  Pero yo espero que algún día cuando puedas leer esto, tú te enteres de cuando yo te quiero y de lo importante que tú eres para mí.

Con muchísimo amor,

Johanna
 

 



To k, the extraordinary kiddo that stole my heart and does not want to give it back!


It seems to me that you did not care much about my presence the first day that we met.  I never forget those “first days”. You were half asleep and Mayte was dressing you up and doing your hair in two ponytails. There were no high expectations about anything and I daresay, there were indeed, really low expectations about what my presence could do in your life. But I was fine with it.

I was very clear about my purpose with you and I came to do my best with you. But please, do not misinterpret this phrase, because that first day I was far away to be the perfect teacher that knew it all.  Actually I am still very distant from that perfection my little girl; I am just a learner as you are, Miss K., believe me when I say that I am learning with you, we all are learners in this journey called life.  But please, know that I came to you with the idea of doing whatever it was in my hands to help you, I came inspired by other children like you that have autism, but I would do my best because I came to you, moved by God.  I do this job with love and patience (so much patience that God grants me every day). Do you want to know my secret? My only secret is kind of simple… I keep God in my heart!

I did not get scared easily by your meltdowns: oh boy! You could have big ones!  But I was not getting intimidated by them. No way!  We were in this together, we still are…Know that I will keep every hard moment we have gone through in my heart;  every cry, every moment when you got irritated, mad, frustrated, every occasion when you made toys flew over the other side of the room or when your hands fidgeted because maybe, I pushed your limits too much. I will keep them because they are friendly reminders of the reason why I am here with you, and also, of how far you have gone since I started working with you a little bit more than a year ago.

How far have you gone K! I will never forget the first time you said: Bye mama! And mami started crying (and I am quite sure she felt like not leaving anymore), Mayte got teary eyes and inside, you made me cry too, because we were all so excited to hear your beautiful little voice. Or the time when you called Mayte by the window a hundred times because she did not take you with her outside the house and you wanted to be there because you have always been such a  pretty little nosey;  when I first heard that voice of yours I was astonished, I couldn’t believe that was you the one speaking aloud, that day I recorded your voice in my heart forever and I learnt to recognize it too. Or the time when you spontaneously asked me , in your own and unique way, “you okay?” when I started coughing because I swallowed my water the wrong way and you patted my knee (very closed to my back ;) nice going, K! ); you were genuinely worried about me and your gesture melted my heart.  Or when you asked me for a hug and you said: “I loliu, Yuana!” And you made me the happiest therapist on earth with your words, YOUR words that not only expressed affection but also, were conveying that I must have been doing something good with you.  Or one of those multiple days when we worked so hard, I remember I was teaching you to touch objects in sequence and you made a small mistake at the end;  I smiled and looked at you like saying with my eyes “almost, kiddo” while I slightly shook my head. Do you want to know what you did? You surprised me back with this knowing look and that “I am so aware that I did a mistake, oopsy!” smile. That moment you stole my heart, that sole moment  was so important because I found you beautiful awake at what was happening around you; because that day you weren’t lost and yet, I felt awfully excited to found you there.  Or yesterday, when I was sitting down right next to you trying to finish some paperwork and you extended your tiny little hand so I could hold it while you were trying to fall asleep (but you couldn’t because you were so excited about your upcoming birthday party). All those beautiful moments and all laughs I have had by the silly things you have done or said are countless (you have no idea how hilarious you are!!!) and they are worth every single hard moment we have had, and that we will still have.

I know our journey is not over yet, we still have a long path to walk; you still need to talk a lot more and we both have a ton to learn. But I wanted you to know that I am so proud of you, my little one, of all of your accomplishments, of all the times when you try so hard to speak out what you have in your mind and try to make sense of the environment around you. I am proud of that enthusiastic little voice of yours that gets tongue tied so often by a language that is not native to you, but that keeps trying and trying, even to frustration. I understand your frustration and your nervousness when those words do not come out right. Believe me, I do very well as I teach you in a language that it is not mine, that it does not come naturally to me (if by now you are still mispronunciating “turtle, oh Lord, you can blame it on me) . I am pleased about your accomplishments because every new word you say, every new expression you are able to read from our faces, every little step you take forward are my best reward,  my positive reinforcers,  the best affirmation that this is the place where God wants me to be. You are part of the reason why I love my job so much and I am extremely happy of dedicating this part of my life to you.

I know that you won’t read this any time soon as you are just turning four tomorrow. But I hope one day, when you can read this, you can know how much I love you and how much I care for you.

Happy Birthday K. Koosh! With so much love, 

Johanna

 
 

 

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