miércoles, 13 de febrero de 2008

NECESITAMOS VALOR…

Nada me ha sorprendido más esta semana, que la respuesta de la gente a mi último escrito "Todo pasa, todo pasa". Varios fueron los que se identificaron con él y me escribieron para hacerme algún comentario o para compartir conmigo una anécdota al respecto. Me siento muy agradecida de que sientan esa confianza para acercarse a mí, pero sobretodo, me alegra que el escrito les haya servido o dado alguna palabra de aliento o motivación (como muchos me comentaron). Al haberlos escuchado con mucha atención y teniendo en mente una frase particular y repetitiva, me inspiré a escribir unas palabras más en forma de poesía.

SE NECESITA VALOR

Se necesita valor para sobrellevar los males del corazón.
Se necesita valor para hablar claro y con la verdad.
Se necesita valor para entender cuando una persona no te ama.
Se necesita valor para no volver a caer en la tentación que se sabe, será tu perdición.
Se necesita valor para entender que hay promesas que se las lleva el viento.
Se necesita valor para esperar algo que se sabe nunca llegará.
Se necesita valor para aguantar el dolor, cuando no queda de otra.
Se necesita valor para salir a delante cuando todos los sueños edificados se deshicieron como castillos de arena cuando los soplo el viento.
Se necesita valor para decirle a adiós a la persona que se quiso ir.
Se necesita valor para no llorar aunque te hayan arrancado el corazón y lo hayan hecho añicos.
Se necesita valor para decir adiós cuando no se quiere, pero es necesario.
Se necesita valor para continuar cuando se ha perdido el sentido.
Se necesita valor para aceptar que la palabra nosotros, nunca volverá a ser lo que una vez se deseo: para siempre.
Se necesita mucho valor para sobrellevar los males del corazón.

Junto con este poema, quisiera compartirles uno de los comentarios que recibí, muy acertado por cierto, de una de mis lectoras habituales: "Hace falta mucha presencia de animo y valentía, para salir adelante después de haber perdido al ser amado (por el motivo que sea). Pero tengo la impresión, de que cualquier ser humano es capaz de soportar mucho más de lo que creemos".

Yo creo que ella tiene mucha razón. Todo ser humano es, no sólo capaz de soportar mucho más de lo que cree, si no que además, cuando "todo pasa", se da cuenta, que no sólo no lo mato, si no que lo hizo más fuerte. Cuando todo pasa, todo también, pasa. ¡Nunca lo olviden! Y sobre todo, no pierdan los ánimos.

YO NECESITO VALOR

Después de repetir tantas veces la frase "Se necesita valor", no pude evitar recordar un pensamiento que tuve no hace mucho, una tarde que me encontré frente a una pila de platos sucios de varias semanas. Fue una frase que me salio directa del alma: ¡Se necesita valor para lavar todo eso! En verdad, fue un pesar para mí cuando lo dije. Pero he descubierto que no hay nada mejor, como que uno se burle de sus propias desgracias. Yo sé que nada tiene que ver con lo que les pasa, sin embargo, me dio por cambiar drásticamente el sentido del poema y adecuarlo a lo que yo considero, son mis pesares del momento. Me gustaría compartirlo con ustedes esperando robarles una sonrisa y lograr que sus penas se mitiguen, aunque sea, un poquito.

YO NECESITO VALOR

Yo necesito valor para lavar la pila de platos que se acumula cada dos semanas.
Yo necesito valor para entender que la ropa no se lava, ni se guarda sola y peor aun, aceptar que no puedo ir a comprar paquetes de calzones nuevos, cada vez que mi cajón se queda vació.
Yo necesito valor para lavar el baño.
Yo necesito valor para aceptar que la comida no se va a cocinar sola. También para aceptar que la única manera de calmar mis ansias de comida mexicana, es comiendo en "Taco Bell".
Yo necesito valor para entender que no puedo mentarle la madre a todo el mundo que se lo merece, ni debo dudar acerca de mi capacidad para resolver las diferencias por la vía pacifica.
Yo necesito valor para pretender que no soy amable, hablar menos de lo que siempre lo hago y negar mi teléfono (aunque me esté sonando en la bolsa) a la gente que se acerca a mí fingiendo amistad pero que, a los cinco minutos, me dejan saber sus intenciones de querer probar los manjares de mi cuerpecito. ¿Eh, y el cine y la cena? Sobre todo en estos momentos, necesito mucho valor para recordar el punto anterior.
Yo necesito valor para no comer chocolate todos los días, para ignorar todas las propuestas indecorosas que recibo en los supermercados de los diferentes paquetes y sobre todo, evitar guiarme por sus apariencias físicas y sucumbir a la tentación de comerlos completitos.
Yo necesito valor para aceptar que cuando intento hablar por teléfono en ingles, mis muecas, ademanes y demás movimientos con el cuerpo no sirven para nada.
Yo necesito valor para no poner cara de estúpida y fingir que entiendo todo lo que me dicen cuando me hablan en "cubano".
Yo necesito valor para atreverme a decir tanta idiotez.

Si, para muchas cosas en esta vida: ¡Se necesita valor! ¿O no?

JKO

martes, 5 de febrero de 2008

TODO PASA, TODO PASA

A mi queridísima amiga “Sabritona”

Mucha gente piensa por lo alegre que soy, que mi vida siempre ha sido “color de rosa”, que a mí nunca me ha tocado sufrir. Si me pidieran ponerle titulo a mi vida, como si fuera una película, creo que le pondría: “Las bonitas igual lloran”. No es que sea la mujer más hermosa del mundo, pero sin duda mi autoestima y mi vanidad femenina simplemente no me permite bajarme a más. Tampoco es que mi vida sea tan dramática como el titulo lo sugiere, pero qué puedo hacer si lloro con facilidad.

Por eso, lloré cuando la gata, de un salto, cazó al pajarito azul que venía todos los días a comer alpiste; o cuando supe que a mi perro lo tuvieron que dormir porque le había llegado su hora; o cuando tuve que entregar al gatito que recogí de la calle, porque yo no tenia el dinero que se necesitaba para cuidar de él como se merecía; o cuando el chico del que estaba enamorada, me dejó porque se había fastidiado de jugar conmigo. Pero no sólo lloro por animales. Por eso, también lloré cuando mi mejor amiga de la secundaria se mudo a otro estado, cuando troné mi primera materia en la “prepa” y me sentí la más tonta de todo el colegio, cuando “Don senor” me prohibió llevarme con su hija porque pensaba que yo era una mala influencia para ella, cuando papá decidió irse de la casa aunque me haya heredado su televisión gigante y cuando descubrí que el amor podía tener mil caras e igual numero de máscaras y a veces, era pagado con desamor. Mi memoria no me falla en esta, por eso me recuerdo llorando también, cuando descubrí que el amor lo podía todo, incluso “cagarla”. Así que lloré inconsolablemente, como tantas veces, a pesar que mi mejor amigo me pidió que no lo hiciera, desde el otro lado del teléfono.

Creo que es algo normal para una chica joven como yo. Nada que haya amargado mi existir eternamente. Eso sí, ese dolor me ha dejado ver que tengo corazón, aunque algunas veces quisiera no tenerlo. A veces, quisiera ser una mujer frívola y práctica, como alguna gente que conozco. Desgraciadamente, no tuve el gusto de conocer a Sanders Peirce ni a Nietzsche. Quizá un poco de su pragmatismo me hubiera servido bien. Creo que me ha tocado llorar más de la cuenta por tener siempre los sentimientos “a flor de piel”. No es que me guste sufrir por gusto, pero simplemente no puedo evitarlo. Soy así: una chica sensible y “chechona” .

En mi corta experiencia de vida, puedo decir que no hay nada peor, que no poder estar con la persona amada. Por el motivo que sea. Bien lo dice Pablo Neruda: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Es tan largo el olvido. Sí, yo lo sé bien. Por eso entiendo por lo que estas pasando, mi querida amiga. ¡Claro que te entiendo cuando me dices que te duele! Después de todo, alguna vez sufrí lo mismo que tú.

Sé que poco se puede hacer o decir para consolar un corazón herido, un corazón tan herido como lo está el tuyo. No te digo que no llores, ¿con qué cara haría eso? A veces, hace falta llorar una tempestad entera para curar el alma o al menos para tranquilizarla. Pero tú estate segura de algo, créeme cuando te digo: Todo pasa, todo pasa, aunque a veces se tenga que sentir un diluvio para que la calma llegue y se pueda ver todo con claridad. Todo pasa, todo pasa y esto como todo, pasará también.

El mejor consuelo, yo lo hallé escribiendo. Fue la mejor medicina y la mejor catarsis para mi alma atribulada. Con el paso del tiempo, de mi adolescencia a mi juventud, descubrí que después de todo, un poco de sufrimiento no nos cae nada mal. Yo creo que nos hace ser mejores “seres humanos” al permitirnos tener: la empatía necesaria para entender el sentir y sufrimiento de los demás, y la misericordia necesaria para compadecerse de los sufrimientos y pesares ajenos.

Un toque de sufrimiento en nuestras vidas, es como la sal a la comida. No es necesaria, pero le deja mejor sabor. La sal de la vida sin embargo, hay que tomarla con medida y precaución, puesto que corremos el riesgo de que se nos pase y nos sale nuestro existir. La comida salada se tira a la basura, aunque se peque tremendamente por el derroche. Pero, ni modos de tirarnos al bote porque dejamos que el sufrimiento nos invadiera de más. Ciertamente, esta opción no resulta muy viable para nosotros.

Uno no ama para ser herido, pero hay que correr el riesgo. Yo no me arrepiento nunca de haber amado, a pesar de que algunas veces, sufrí. Por eso, me permito compartir contigo este verso que escribí alguna vez que mi alma se encontraba acongojada. En aquellos tiempos cuando algunos de los primeros amores fueron, en vez de azúcar, como granitos de sal.

Aquella noche

Aquella noche quise arrancarte de mi alma,
Quise arrancar tu amor y tirarlo a la basura,
Quise que se ahogara entre tanta lágrima.
Fuiste fantasía que había perdido su lisura

Aquella noche decidí dejar de amarte
Porque sin duda tú ya me habías dejado.
Cerré los ojos y lloré al pensarte,
Al comprender que no me habías amado

Aquella noche intente borrar las palabras
Que escribiste lentamente en mi alma
Porque ya me había cansado de leerlas,
Sin que estas me dijeran nada.

Aquella noche me enfermé de ti
Dolor de cabeza de tanto pensarte
Dolor al ver que no eras bueno para mí.
Cuando entendí que no era bueno amarte

Aquella noche quise odiarte
Y me odie un poco por quererte así,
Quise abrir la jaula de mi amor y liberarte
para así, dejarte volar cual colibrí

Aquella noche fue la última
Que hiciste cachitos mi integridad
Porque entendí que nunca sería bueno
Amarte así, entre tanta soledad.

Aquella noche quise arrancarte de mí…

JKO

sábado, 2 de febrero de 2008

CUANDO MI INSPIRACIÓN HUYE

A mi inspiración le gusta la soledad y la tranquilidad para salir. Cuando hay gente alrededor o visita de mis queridos paisanos yucatecos, ansiosos por ir a tiendas a gastar su dinero y sacarle el mejor provecho posible a su fajo de billetes verdes, ella suele ser corrediza y asustadiza. Es un poco penosa, por eso, es así. A ella no le gusta ir de compras, me lo ha advertido. Eso no necesita decírmelo, pero yo sé que ella siente recelo cuando no le presto mi atención al cien por ciento. Se indigna conmigo si socializo de más. Por eso, este fin de semana, mi inspiración huyo a donde mi madre. Decidió visitar a su abuela. Eso lo note porque hoy, después de varios días sin tocar mi computadora, descubrí que recibí un cuento maravilloso, que mi mamá escribió, titulado “El Secreto de las Estrellas de Mar”.

No lo digo porque sea mi mami, la verdad me pareció excelente. Debido a eso, esta semana me gustaría compartirlo con ustedes. Espero que lo disfruten tanto como yo.


El Secreto de las Estrellas de Mar.
(Un cuento de Estrellas Celestes y de Estrellas de Mar)
Por: Elizabeth Ojeda Palma

Era una vez uno de tantos enamorados de las Estrellas de Mar que se ocupaba en las noches claras y serenas, en caminar en la playa buscando Estrellas de Mar para devolverlas al Océano y, de esta manera evitar que, cuando la marea bajara, murieran en la arena sin poder regresar al Mar.

Pero aquel Hombre, aunque romántico, poeta y soñador, también era un Hombre de Ciencia y realizaba su trabajo (devolver las Estrellas al Mar) metódicamente, de manera que cada noche llevaba un registro detallado de todas las Estrellas que había devuelto al Océano, a las cuales, claro es, había “marcado” antes de devolver al mar de manera que cuando volviera a encontrarlas pudiera anotar en sus registros todos los datos relacionados con el crecimiento, desarrollo, evolución, etc. de sus Estrellas de Mar.

El caso es que muy pronto empezó a notar que la mayor parte de las Estrellas de Mar que encontraba muertas al amanecer habían ya sido “marcadas” por él. Temiendo que tal vez su acción (devolver las Estrellas al Mar) estuviera causando más daño que bien, como suele suceder la mayor parte de las veces que el ser humano interfiere en los ciclos biológicos de la naturaleza, decidió entonces construir un Estanque alimentado por Canales de Agua del Mar, que permitieran el flujo y el reflujo, de manera que las Estrellas que llegaran a la Playa en vez de morir cuando la marea bajara, quedaran en el Estanque Artificial.

Muy pronto su Estanque estaba lleno de Estrellas de Mar. Sin embargo, el desolado Hombre contemplaba que aún ahí, sus Estrellas de Mar amanecían muertas flotando en la superficie del estanque. Diseño entonces un Programa de Observación permanente de muestreo durante el día y la noche, de todos los días de todos los meses del año, de manera que pudiera descubrir cuáles eran las variables que hacían que las Estrellas de Mar siguieran muriendo y tras largos meses de observación llegó por fin a descubrir cuál era el Secreto de las Estrellas de Mar.

Era en las noches en que las Estrellas del Cielo brillaban con más intensidad que morían más Estrellas de Mar. Y era que, justamente en esas noches calmadas, apacibles, en que la brisa marina era tan sutil y tan leve que la supeficie del mar apenas se balanceaba, que las Estrellas del Cielo se reflejaban claramente en el Espejo de Agua que se formaba durante la Bajamar y que las Estrellas del Mar salían y comenzaban a caminar hacia el reflejo de las Estrellas del Cielo, cada una de ellas buscando entre todos los reflejos de las Estrellas del Cielo alguno que parecía ser único, especial y diferente a todos los demás. Cuando la Estrella de Mar encontraba el Reflejo de la Estrella Celeste que buscaba, dejaba de caminar, se quedaba quieta y comenzaba a agonizar. En el momento preciso que la Estrella de Mar moría, la Estrella del Cielo comenzaba a centellear y a brillar con más intensidad. Así, una a una, las Estrellas de Mar iban muriendo y quedaban, yertas e inermes, entre todas las conchas y los caracoles y los cantos rodados que la marea dejaba en la ribera del mar.

La razón era que, en los Tiempos de la Creación, Dios hizo la Noche y también hizo a las Estrellas del Cielo, pero luego, cuando se perdió el Paraíso, el Universo todo resintió las consecuencias y, entonces, las Estrellas del Cielo fueron separadas cada una de ellas por mitad: una Mitad quedó brillando en el Cielo como estrella Celeste, la otra Mitad fue arrojada al Oceano para vivir como Estrella de Mar.

Era por eso que las Estrellas de Mar salían a la playa, en busca de su Mitad perdida, esa Mitad que ahí arriba, en los confines del Universo, brillaba y tintilaba esperando el momento en que pudieran reflejarse en el Mar y encontrar su Mitad perdida convertida en Estrella de Mar.
El Hombre de Ciencia quedó profundamente entristecido al darse cuenta que tantos buscadores de Estrellas de Mar que se pasaban las noches devolviéndolas al mar, no habían estado haciendo más que prolongar la agonía de la espera y dificultar la búsqueda de la mitad perdida de cada una de las Estrellas del Cielo y de las Estrellas de Mar.

Decidió entonces el Hombre de Ciencia, que también era romántico y soñador, publicar los resultados de sus estudios y darlos a conocer. Pronto la noticia recorrió el mundo entero y no faltó quien lo propusiera para el Premio Nobel de la Paz.

Hoy, los enamorados de las Estrellas de Mar, cuando en las noche serenas las encuentran en la orilla de la playa, ya no las devuelven al mar y cuando encuentran alguna Estrella muerta, levantan los ojos al cielo y sonríen, porque saben que esa Estrella, aunque parece estar muerta, en realidad, ha encontrado su Mitad perdida y ahí, en la inmensidad del Universo, una Estrella Celeste brilla ahora con más intensidad.