lunes, 28 de enero de 2008

LA ÉPOCA NAVIDEÑA

Adoro el mes de diciembre. Es un mes cargado de alegría, esperanza y sobre todo (a mi gusto) de una magia encantadora; uno puede respirarlas por doquier. Me da pena la gente que no disfruta la temporada navideña y la víspera del año nuevo ni siquiera un poquito de lo que la disfruto yo. Es una temporada en la que se le permite soñar y desear a todo el mundo, incluso a los adultos, sin reproche de ninguna clase.

Mi producción literaria se ve truncada y accidentada (Aunque la producción de afectos se multiplica), por visitas de familiares y amigos, y las distintas actividades, fiestas y reuniones que el mes trae consigo. Escritos inconclusos, ideas plasmadas con prisa en post-its amarillos fosforescentes y en la parte trasera de algunas notas, pensamientos y frases en el olvido porque no alcanzaron tocar el papel, son algunos de los estragos literarios. Eso me inquieta, pero no es algo que me quita el sueño. Me apasiona escribir pero si tengo que elegir, me prefiero ocupada y rodeada de la gente que quiero y que me quiere, antes que escritora.

Así que, mi decadencia como escritora y mi falta de productividad de esta época decembrina, se ve compensada con la emoción de reunirme con la familia, la real y la postiza, para compartir en las celebraciones; con el entretenimiento a la hora, no tanto de envolver, si no, de abrir regalos y descubrir lo dadivoso que es el gordito en este país; con la aventura de hornear galletas por primera vez y sentir como la casa se impregna de olor a canela y jengibre; con las salidas, agarrada de la mano mi hermanita, como cuando niñas, como si el tiempo no pasara a través de nosotras; con los paseos tomada de la mano de mi madre, como si los papeles se hubieran invertido y ahora yo fuera la que cuido de ella y no al revés, como para darme cuenta que el tiempo sí ha pasado, sobre todo, a través de ella; con la nostalgia al escuchar las voces de los que tengo lejos y la añoranza de saber pronto de aquellos a los que no escuché; y con el agradecimiento al escuchar la voz que tengo cerca, que me desea buenas noches antes de dormir.

Los Reyes Magos no llegan a este país, así que el maratón festivo Guadalupe-Reyes al que los mexicanos estamos acostumbrados, para mi se vio reducido considerablemente este año. No sé, si es acaso, porque los niños de este país no se portan tan bien después de todo, como para merecerse más regalos o, porque Santa Claus no dejo mucho que escoger en las tiendas a los Reyes Magos o, si es la diversidad religiosa de este país, lo que le ha restado importancia a esta tradición. La falta de celebración del Día de Reyes no fue motivo suficiente para que mi hermanita dejara de exigir su regalo antes de regresar a México. Al niño Dios le regalaron oro- Me sugirió. Bueno, mirra e incienso también. Te regalaré mirra antes de que te vayas, aunque puedo suponer que el incienso será mas fácil de conseguir- Le contesté y vi su cara de decepción.

Así que la ultima celebración finalizó con la cuenta regresiva para darle la bienvenida al año nuevo. Según la tradición como terminas el año viejo comienzas el nuevo. Aunque me levante en las vísperas de año nuevo con la garganta cerrada al punto que fueron necesarios antibióticos, no deje que la celebración se me aguara. No es necesario alcohol para divertirse, me dije, ya me encontraba lo suficientemente dopada. Así que deje la casa impecable deseando no tener mucha labor domestica que hacer el año entrante. Brinde con sidra sin alcohol de la que le repartieron a los niños y comí mis doce uvas. Al terminar la última de ellas, me di cuenta que no había pedido ni un solo deseo, solo las comí por comer.

El peregrinaje del treinta y uno igual se da aquí, así que después de la cena el plan era cambiarnos de fiesta en fiesta. Dicen (las malas lenguas) que encontrar direcciones en Miami es cosa sencilla. Yo he tenido malas experiencias con ese asunto y esta noche no fue la excepción. Tuve que estar mas de media hora perdida y deambulando por los alrededores para encontrar la casa a la que íbamos, pero eso no me quito los ánimos. La fiesta estuvo genial y de ahí nos brincamos a otra fiesta tan buena como la segunda.

Sin embargo, el remate de la noche no fue tan espectacular como lo esperaba. Me dio diarrea. Fue entonces cuando después del recuento de los daños empecé a preocuparme: Terminé el año enferma, perdida y con diarrea (me pensé ¿Empezare el año echando todo a perder?), sin duda un panorama poco alentador. Entonces, pedí un único deseo en lugar de los doce deseos de las uvas a los que renuncié: que la tradición no se hiciera realidad. Toque madera tres veces igual por si las dudas y esa noche me acorde de rezar…

Mi fin de año no fue el más envidiable, aun así, lo disfruté tanto como el resto de la temporada. Es una lástima para mí que tenga que acabar. Sobretodo, porque no quisiera tener que descolgar los adornos. Me gusta que todo brille, las luces de colores, las bolas de cristal, las imágenes de los diferentes animales polares- especialmente la del reno de la nariz singular-, el viejo panzón vestido de rojo y sus duendes con cara de idiota, y el ruido que provocan los cascabeles y campanas de las puertas cada vez que se abren y se cierran. Me gusta también la música navideña, por eso la escucho a todo volumen hasta el cansancio. Y que nada se diga del árbol navideño y su fresco olor. Adoro la época navideña.

Y definitivamente, me prefiero acompañada de la gente que adoro, no está a discusión, aunque me he dado cuenta- y diré con un poco de miedo a equivocarme- que la soledad es un mal necesario para todos, no solamente para mí y mi faceta de escritora. Creo que es el tiempo que tenemos para reconciliarnos con nosotros mismos, para hablarnos, para entendernos, para querernos. Por eso, es justo confesar que secreta y sigilosamente, he aprendido a disfrutar la soledad y sobretodo, sacarle provecho cuando me acompaña (No obstante, tampoco la añoro cuando no esta.) Tal vez esa es la razón por la cual en el primer día del año nuevo, no me siento mal estando sola. Nada de Home Sick, un amigo muy querido me pidió, y así será. Reconciliada con la soledad y a la expectativa de un mejor año, lo único que puedo pensar es darle un descanso a mi cuerpo para recuperarme pronto. También, prendo mi computadora para retomar mis escritos habituales, escritos que se encontraban sepultados sobre una capa gruesa de nieve que dejó la temporada con su paso sobre ellos…

JKO

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