lunes, 28 de enero de 2008

MI AMIGO Y YO

Hermanita, ¿Qué no sabes qué se dice?, me preguntó mi canalla, hermano mayor cuando le conté que esta noche saldría con uno de mis amigos que es homosexual. Viniendo de él, se puede esperar de todo: albur, chiste, cuento o aventura imaginaria; menos una respuesta sensata, así que, lo mire con los ojos entornados y le respondí a la expectativa de alguna de sus respuestas habituales: No, Kire, no sé. Ahora resulta, que los “amigos” con los que salen las “zorras”, todos son gays!, me contó. ¿Ya no salen con heterosexuales más, o qué onda? Pregunto irónicamente al tiempo que encogió los hombros y las manos y luego sonrió burlonamente. ¡Ah bueno…supongo que eso me convierte, de manera oficial, en una de ellas!, le contesté de una manera juguetona que no se esperaba. Luego lo cavilé y me reí cuando recordé que muchas de mis amigas, les dicen a sus papas que el amigo con el que quieren salir es gay, para que les den permiso de llegar tarde. ¡Por el amor de Dios, “zorritas”, tengan el valor de decir que van a salir a “zorrear”, es inteligente pero, quizá, no del todo prudente usar el nombre de los gays en vano!

Yo sí tengo amigos gays y bisexuales, y aunque no tengo aventuras amorosas con ninguno de ellos, yo los adoro. Los adoro porque yo he aprendido a verlos de manera integral, esto es, ver todos y cada uno de los aspectos de su vida como seres humanos y NO, de manera aislada, prestando atención exclusivamente en su aspecto sexual y reproductivo (¿Quién termina siendo más depravado después de esta afirmación, yo me pregunto?). Yo adoro a mis amigos gays, por eso creí justo escribir esto.

Mi amigo y yo discutimos por Jaime y no precisamente porque nos lo estemos peleando. Bueno él piensa que discutimos. Yo le digo que intercambiamos ideas.

El piensa- y me lo dice muy orgulloso- que Jaime escribe basura (igual que la madre y el hermano de Jaime) y que además-peor aún-, se hace la victima y no asume las responsabilidades que su condición de homosexual le dan. Yo me pregunto cuáles podrían ser esas responsabilidades que por añadidura traería la homosexualidad y trato de imaginar los pensamientos que lo llevaron a decir tal barbaridad. Me da escalofríos sólo de pensarlo.

Yo creo que juzga a Jaime por sus preferencias sexuales y no por escribir bien o mal. A mi me enoja eso, al igual que le llame homosexual cuando bien claro está, que no lo es: Es BISEXUAL y conste, que no es lo mismo; los bisexuales no se privan, ni son exclusivos únicamente de un solo género de la especie humana a la hora de escoger a quien amar (porque mi amigo ¡CLARO! que son capaces de amar). ¡Que avorazados resultaron!, diría yo, pero más, nada.

Yo creo que mi amigo dice barbaridades y me enojo porque piensa que el homosexual debería acarrear con responsabilidades distintas al del heterosexual por el simple hecho de ser homosexual. También porque piensa que el ser homosexual no es pecado per se, si no pecado son los actos homosexuales: ¡Patrañas!, qué se supone que hagan, ¿Que se arranquen los ojos, el alma y el pito para no pecar? ¡Patrañas y más patrañas!

Me enojo y le digo que no sólo me da flojera (con una palabra mas vulgar) escuchar respuestas como las suyas sino que además me desagradan. Me enoja su estrechez mental - creo que ésta no le está permitiendo parir buenas ideas- al igual, que su puritanismo barato y su falta de tolerancia para con la gente que actúa, piensa y siente distinto a él.

Sin duda alguna, la iglesia católica ha influido en él para bien y para mal: se ha vuelto más bondadoso, compasivo (con el no-homosexual) y reza más. Creo que hasta pide por mí y eso se lo agradezco mucho porque, muy a pesar de mis buenas intenciones, a mí se me olvida rezar. Sin embargo, también creo que se ha vuelto un tanto mojigato, intransigente y prejuicioso de todo aquel que no sigues sus ideas: esto es, las ideas de la religión católica, apostólica y romana.

Yo no soy una conocedora a fondo del catecismo de la doctrina cristiana (A decir verdad pasé el examen de catequismo, gracias a Dios y al godito que iba todos los sábados conmigo y sentaba a lado mío -mi gemelo-, que amablemente me dejó mirar de su hoja y copiarle las respuestas que me hacían falta) pero si de algo estoy segura es que Jesucristo pregonó siempre el amor, el respeto y la tolerancia hacia los demás.

¡Oye, que apretado tienes el calzón, creo que eso no te esta dejando pensar clara y objetivamente!, le digo bromeando, pero a la vez, dejándole saber que sus ideas me parecen demasiado drásticas para un joven de su edad y peor aun, que vive en pleno siglo veintiuno. ¡Y tú que flojo lo tienes!, me alegó. ¡Jajaja, eres un menso! Me desternillé con su respuesta que sonaría maliciosa, pero que en verdad, no lo fue. ¡Pues lo tendré muy suelto pero al menos yo no juzgo ni cuestiono a nadie por sus inclinaciones sexuales y creo que tú tampoco deberías hacerlo!, concluí. ¡Déjalos! ¡Deja que cada quien haga libremente con su cu…erpo y con su vida lo que se le dé su reverenda gana! ¡No te metas al menos que estén haciendo daño!

Fue entonces que me acorde que en la universidad, mi querido maestro de clase de creatividad, me dijo un día una frase que recuerdo bien: “Dios a veces da pequeños golpecitos para hacerte entender, pero hay algunas personas que necesitan de unos buenos madrazos”.

Ojalá tú, mi amigo y toda la gente que piensa similar a ti, no necesiten más que unos golpecitos, para darse cuenta que los homosexuales y los bisexuales antes que nada, son seres humanos, seres que sienten y que piensan, y que tienen los mismos derechos y libertades, así como también, las mismas obligaciones que cualquier otro ser humano pudiera tener. Confío en Dios, que algún día no muy lejano, el cerebro se les ilumine, aunque sea de manera mínima, para que, SI ACASO, SE ATREVEN A JUZGAR A ALGUIEN, sea por la pureza o la mezquindad que pueda existir en su alma y NO por las inclinaciones sexuales que éste pudiera tener. Y digo “Si acaso” recalcando la importancia que merece, ya que sin ser una aprensiva ni fanática religiosa, me queda clara la enseñanza de Cristo y a sabiendas de los colosales piedrones que yo me merecería, yo me abstengo, de manera complaciente y voluntaria, de lanzar piedrita alguna hacia cualquier pecador empedernido que pudiera llevarme ventaja visible en la competencia mundial para perder el cielo.

Ojalá no hiciera falta, pero si a consideración divina fuera necesario unos buenos golpazos, no dudo que no hagan falta matones para ello, empero y de una manera merecida, todos los homosexuales, bisexuales, travestís, transexuales y toda gente juzgada sin derecho, creo se ofrecerían amablemente a colaborar en esa celestial misión y yo, entre el tumulto y la confusión, estoy dispuesta a ofrecerme también. ¡Mandato divino! ¡Si, Señor, obedezco humildemente!

Mi querido amigo, quizás después de todo una buena “madrina” no les caería nada mal. Aunque estoy segura, que luego me sentiré un poquito mal, no por promover la violencia contra aquellos que se lo merecen, si no más bien porque te quiero y posiblemente, seas tú seas el único amigo que le pide a Dios que interceda por mí.

JKO

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