lunes, 28 de enero de 2008

NO ME TOQUES

A mi querida amiga, sabiendo que te tomas todo esto, de la mejor manera posible.

Cuando yo era niña recibí de mis papas un libro infantil, para colorear titulado “No me toques”, donde aprendí, entre otras cosas, que si un hombre, feo y de aspecto maleante, trataba de acercarse demasiado a mí, tocarme o incomodarme de alguna manera, yo me alejara lo antes posible y les informara de lo ocurrido. También recuerdos unos anuncios en la televisión, poco elaborados, pero muy pegajosos; “Cuéntaselo a quien mas confianza le tengas” y mucho ojo ¿Eh?

Cuando creces, no sólo descubres a lo que se refería los libros y los anuncios exactamente y aquello en lo que tanto hincapié hacían tus papás, si no además, que no es siempre, un hombre feo y de aspecto maleante-como el del libro-, aquél que hace las propuestas indecorosa y pide ser tocado por ahí, “en sus partes más interesantes”.

Desgraciadamente, también descubres que no todo el mundo recibió los mismos libros y la misma educación que tú. Aquí es donde comienza mi historia. Tenemos algunos actores: La persona a quien mas confianza se le tuvo-Aunque no fuera la mejor indicada para dar un buen consejo-,o sea, yo (por eso soy capaz de contar la historia); el lascivo-casado-profesor-guapetón (En ese orden); y por último, la persona tontamente-enamorada-afectada, mi amiga.

También tenemos un escenario: Donde, los código de ética y moral, y la inocencia de la vez primera, resultan trasgredidos con un amorío a escondidas, a deshoras y a prisas, entre profesor-casado y alumna-“soltera”. Un espacio donde, la recomendación infantil “Mucho ojo” terminó siendo mal interpretada y reafirmada en una manera que no lo esperaría: ¿“Mucho ojo”? “Claro, ya se lo eché y la verdad, ¡Esta muy bien! Y por último, un mensaje del libro “No me toques” que resultó convertido, impensablemente, en una orden más que de índole preventivo y acusador, en una de índole sexual y direccional: ¡No me toques ahí, pendejo, más abajo!

Las consecuencias finales de esta situación resultan muy predecibles y poco tranquilizadoras: Un embarazo “accidental” que le hará pensar a mucha gente en la teoría de la generación espontánea (¡Pero si ni novio tenía!); una criatura que crecerá sin padre - por cierto, el cual ayudará en su manutención en lo que buenamente pueda (Cabrón, pero a la hora de "ponerle duro", bien que contribuyo)-; los sueños y el corazón de una adolescente partidos a la mitad y un poema poco consolador… (No me agites más el alma).

¡A LOS HIJOS EN VEZ DE “CUIDARLOS” (ENCERRARLOS), MEJOR EDUCARLOS Y HABLARLES CLARO!

NO ME AGITES MAS EL ALMA

No me agites más el alma
si sólo es para jugar con ella
y divertirte, haciendo
con tus dedos remolinos.

No me agites más
en este mar tormentoso,
si tu cuerpo sólo busca
liberarse en el mío.

No me agites los sentimientos,
ni me pidas que te quiera
mientras me haces el amor.
¡Porque más, no puedo!

No agites este torrencial nocturno
después de amarme.
¡Por qué no hay tiempo
para mis lágrimas de pleamar!

No me agites en esta vorágine
de sueños de arena
que se desmoronan
cuando finges no saber de mi.

No agites más en tus mentiras
¡Ya sé que no me amas!
¡Solo cierra la puerta cuando salgas!
Y vuelve… ¡Allá con quien te espera!

2 comentarios:

Fabiola Paniagua dijo...

Chica, estoy de visita en tu blog y me pareció interesante tu post, además me hiciste recordar mi infancia, ya que tuve la suerte de contar con el mismo libro que mencionas al principio, el cual me pareció excelente. De casualidad recordaras de que editorial es? Me gustaria conseguirlo.
Mil gracias!

JOHANNA dijo...

jajajaj q coincidencias de la vida, desgraciadamente vagamente recuerdo detalles de la publicacion del libro, auqnue el mesnaje quedo bien arraigado en mi. Gracias a ti por visitar mi blog y suerte con la buskeda!